Segundas partes (casi) siempre fueron buenas

Borja Iglesias, cuarto delantero que el Celta intenta repatriar en propiedad en la última década tras satisfactorias pero desiguales experiencias con Aspas, Nolito y Santi Mina

Aspas, Nolito y Mina celebran un gol del Celta en Balaídos

Aspas, Nolito y Mina celebran un gol del Celta en Balaídos / Marta G. Brea

Vigo

La adquisición en propiedad de Borja Iglesias será uno de los grandes caballos de batalla del Celta en el próximo mercado de fichajes. Giráldez lo quiere de nuevo a bordo para liderar la delantera con Aspas, pero los 11 goles anotados el pasado curso por el compostelano han encarecido su precio de salida, que el Betis ha fijado en 4 millones pese a que no entra en los planes de Manuel Pellegrini. Se adivina un largo pulso. El Celta no va a pagar semejante cantidad por un jugador de 32 años en su último año de contrato, pero confía en que la necesidad del equipo sevillano de desprenderse de su elevada ficha y la presión que el Panda ejercerá para firmar con el conjunto celeste propiciarán, con tiempo, un feliz desenlace. No hay por ahora contacto entre los dos clubes. El Celta solo se comunica con la agencia de representación del futbolista.

No será la primera vez en la última década que el Celta repesque a un delantero que un día fue suyo. De confirmarse su regreso, Borja Iglesias será, de hecho, el cuarto tras las buenas (aunque desiguales) experiencias vividas con Iago Aspas, Nolito y Santi Mina. El caso del compostelano es algo diferente, pues dejó el cuadro celeste para buscar en otros equipos las oportunidades que no tuvo en Vigo y regresó de capa caída, cuando ya no contaba para el Betis, para reactivar en casa su carrera con una gran campaña a las órdenes de Claudio Giráldez.

10 millones de cláusula

Tras pulverizar registros de anotación con el Celta B (73 goles en 144 partidos) y ser máximo artillero de Segunda División con el Zaragoza, el Celta traspasó a Borja Iglesias al Espanyol a cambio de los 10 millones de euros fijados en su cláusula de rescisión. Con Guidetti y Maxi Gómez por delante y la promesa de titularidad de Rubí, el técnico perico, el Panda prefirió ser protagonista en Cornellà y abandonó en el verano de 2018 el Celta dejando una buena suma en caja. Aquella primera temporada con el Espanyol marcó 17 goles en 37 partidos, cortejando el Zamora, que finalmente le arrebató Iago Aspas. Rubí se lo llevó luego con él al Betis, que en agosto de 2019 pagó al conjunto barcelonés 28 millones por hacerse con sus servicios durante cinco años, hasta 2024, con una cláusula unilateral (que ejerció luego) para ampliar en dos ocasiones su contrato, ahora hasta 2026.

El despido de Rubí y la posterior contratación de Manuel Pellegrini cambiaron el estatus de Borja, que en su primer año bajo el mando del chileno barajó salir cedido del Betis (se habló incluso del Celta). Tras una primera discreta temporada (3 goles), el Panda se convirtió en el principal aporte goleador del cuadro heliopolitano en las tres siguientes campañas, con 36 dianas (11 en el curso 20-21, 10 en el 21-22 y 15 en el 22-23), además de ser protagonista, con un tanto clave en la final, en la consecución de la Copa del Rey en abril de 2022. Hace dos temporadas, sin embargo, apenas tuvo protagonismo y concluyó el ejercicio en blanco tras ser cedido en enero al Bayer Leverkusen. Pellegrini no lo quería ya en nómina y Giráldez aprovechó la circunstancia para reclutarlo para el Celta, donde ha recuperado el nivel de sus mejores tiempos con más de una decena de goles.

El mejor negocio

No era la primera vez que el Celta sacaba partido del retorno de un futbolista vendido por una buena suma. El mejor negocio de la historia del club lo protagonizó unos años antes Iago Aspas, vendido en el verano de 2013 al Liverpool por 9 millones tras ser clave en la milagrosa consecución de la permanencia en el retorno del equipo vigués a Primera División. Tras ser ninguneado en Anfield, fue vendido por 7 millones al Sevilla, donde tampoco gozó del favor de Unai Emery. La falta de oportunidades propició en julio de 2015 su regreso al Celta. El resto es historia: 170 goles y 74 asistencias en 425 partidos, cuatro Trofeos Zarra (el que más tiene en LaLiga junto a David Villa) y varias apariciones clave para salvar al equipo de la ruina, además de pulverizar toda clase de registros históricos de participación y anotación que lo han convertido, nadie cuestiona ya esto, en el mejor futbolista de la historia del club.

Menos triunfal pero también productivo fue el retorno de Manuel Agudo, Nolito, dos años después de ser vendido al Manchester City por un montante entonces récord de 18 millones de euros. Durante tres años, desde que el Celta lo compró al Benfica por 7 millones, el atacante sanluqueño había sido el sostén goleador del conjunto celeste, el último año compartiendo protagonismo goleador con Aspas. Dos años después de su marcha, en plena pandemia, el Celta lo repescó del Sevilla por 1,6 millones para jugar los últimos nueve partidos de la temporada. Esta segunda etapa en Balaídos duró dos campañas más, hasta junio de 2022, y fue bastante menos fructífera que la primera: 13 goles y 8 asistencias en 61 partidos.

Daño reputacional

Desastroso desde el punto de vista reputacional y económico y no del todo malo en lo deportivo fue el retorno de Santi Mina, perla canterana que el Celta se había visto obligado a vender al Valencia por 10 millones (la cantidad estipulada en su cláusula), tras dos precoces campañas con el primer equipo celeste. El artillero vigués retornó al Celta como parte de lo que se llamó Operación Retorno que el club articuló en el verano de 2019 para repatriar a las joyas de la cantera que se había visto a obligado a vender en temporadas anteriores. Así llegaron Denis Suárez, que no había llegado a debutar con el primer equipo, y Mina, comprado por 15 millones en una compleja operación de intercambio con el Valencia que incluía la venta de Maxi Gómez al conjunto che y la cesión por dos años del central Jorge Saenz al equipo celeste. El Celta ejecutó la operación, a pesar de que sabía que existía una denuncia por agresión sexual contra el delantero vigués.

Durante casi tres temporadas, pese a las dificultades para mantener la categoría en alguna de ellas, Mina presentó buenos registros: 6 goles el primer año, 12 el segundo y 7 el tercero, pero en mayo de 2022 fue condenado por la Audiencia de Almería a 4 años de prisión por la agresión sexual a una mujer en la localidad de Mojácar en 2017.

Al no ser firme la condena, recurrida actualmente al Tribunal Supremo, despedir al delantero, al que restaban dos años más de contrato, suponía un gran quebranto para las arcas del club. Así que el Celta se limitó a apartarlo del equipo y decidió cederlo la siguiente campaña al Al Shabab saudí, que se hizo cargo de su elevada ficha. En junio de 2023, coincidiendo con la llegada a la presidencia de Marián Mouriño, el Celta decidió poner fin a toda relación con Mina pagando al futbolista el año que le restaba de contrato. No ha vuelto a vestirse de corto.

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