Celta 3 - 2 Sevilla

El Celta es pura emoción

El equipo vigués da un paso más hacia Europa tras superar al Sevilla con un jugador menos durante más de la mitad del partido

Su atrevimiento e implicación en inferioridad fueron determinantes

Moriba, Mingueza y Borja Iglesias anotaron los goles ante un decepcionante Sevilla

Resumen, goles y highlights del Celta 3-2 Sevilla de la jornada 35 de LaLiga EA Sports

Juan Carlos Álvarez

Juan Carlos Álvarez

Vigo

Hay que estar hecho de piedra para no sentirse conmovido por este Celta, valiente y atrevido, que cuida su filosofía donde sea y contra quien sea. Un equipo convertido en una pura emoción, en un corazón que bombea sangre hacia las gradas para alimentar a una afición orgullosa, feliz, plena que se siente representada, en forma y fondo, por esa legión de descarados que han sepultado muchos de los viejos y absurdos dogmas del fútbol. Ayer, en una fecha clave en la pelea por una plaza europea, le tocó levantarse contra una injusticia arbitral para superar al Sevilla pese a la inferioridad numérica durante todo el segundo tiempo. Un triunfo que recuerda a la tarde ya lejana de Segunda División contra el Xerez, también con uno menos, y cuyo recuerdo aún pone los pelos de punta a quienes vivieron aquella experiencia casi mística.

Ganó el Celta y Europa está un paso más cerca. Lo hizo gracias a su carácter, audacia y compromiso. También al plan de Giráldez, que maneja sus recursos con la facilidad y versatilidad de quien manipula el barro. Ayer volvió a revolver el equipo como es costumbre y convirtió a Ilaix Moriba en la llave para abrir la cerradura del Sevilla. No solo gana sino que también elige con quién va a hacerlo. Situó al medio cerca de Aspas, referente ofensivo ayer, lejos de su habitual zona de influencia, para que castigase los espacios que le abriese el moañés. Y así fue. Tras un primer aviso que atajó Nyland, el guineano recibió un envío de Williot y se quitó de encima al marcador con un control primoroso, de museo, con el tacón. Y sin dar tiempo soltó un tiro cruzado, dañino, que hizo inútil la estirada del portero. El premio merecido para el buen trabajo de Moriba (que llevaba semanas en busca de ese gol) y de un Celta que sin grandes alardes pero con las ideas claras había sujetado a un Sevilla peligroso solo a balón parado. El Celta estuvo firme, sin afectarle los ajustes defensivos de Claudio que en ataque ordenó al equipo con cuatro futbolistas atrás (Mingueza y Marcos en los costados) para dar más vuelo a Hugo Alvarez y a Pablo Durán. Yoel Lago y Carlos Domínguez, pareja en el centro, no se enredaron con la pelota y cumplieron de sobra en la marca.

Todo parecía en paz después del gol de Moriba, pero un viejo “amigo” del Celta irrumpió en escena cuando el partido encaraba el descuento. Un habilidoso control de Peque se encontró con la mano de Marcos Alonso. González Fuertes, a punto de jubilarse como árbitro de campo para vegetar en la sala del VAR, pitó penalti y, de forma sorprendente, se fue a la pantalla alertado desde las Rozas por Trujillo Suárez para convertir la acción en una tarjeta roja al central céltico. Un castigo desmedido por completo, otra palada de tierra sobre el fútbol de toda la vida, una pedrada al sentido común. Gudelj ejecutó a Guaita y el Celta se vio condenado a afrontar el resto del partido en inferioridad contra un equipo que vio crecer su autoestima.

El segundo tiempo fue otra declaración de principios de Claudio Giráldez y de su criatura. Lejos de esconderse en su área con la misión de resistir por encima de todo, el técnico hizo ajustes pensando en la manera de aguantar la diferencia numérica sin dejar de castigar al Sevilla cuando pusiese. Un punto le seguía sabiendo a poco. Otro hubiese ido en busca de una manta con la que taparse, pero él no. La filosofía y el carácter no se discuten. Aspas se quedó en el banquillo por Javi Rodríguez y Beltrán sustituyó a Damián. El técnico compactó al equipo y mantuvo sobre el césped, con evidentes ajustes, a los Pablo Durán, Hugo Alvarez o Williot que podían castigar en las transiciones y estirar al equipo en los momentos de zozobra que tarde o temprano llegarían. La valentía encontró premio mediado el segundo tiempo. Siempre por la banda derecha, por donde más amenazaban los vigueses. Una gran combinación entre Beltrán y Hugo Alvarez permitió progresar al de Seseña que puso un centro extraordinario al segundo palo donde Mingueza irrumpió para rematar cruzado a la red ante el desconcierto general de los andaluces. Una jugada que retrata a un equipo, a una temporada: con diez jugadores el lateral izquierdo está más preocupado de molestar al rival en su propia área. Un gol que convirtió Balaídos en un manicomio.

Así fue la celebración de la victoria contra el Sevilla con As Celtas

Marta G. Brea

El Sevilla ya no tuvo más remedio que lanzarse al ataque para arreglar semejante desaguisado ante un Celta que se pertrechó para resistir la carga de los andaluces. Ristic entró por Williot y poco después fue Cervi el que reemplazó a un reventado Mingueza. Claudio recurría a futbolistas casi marginales pero que le podían aportar en ese momento un punto de vigor necesario. Y en este equipo no hay deserciones posibles. El Celta se ordenó y el Sevilla fue un desbarajuste. En ese momento fue esencial la figura de Beltrán que equilibró al equipo con y sin la pelota. El pequeño medio camina casi de puntillas por la historia del Celta dejando atrás a muchas de las leyendas de este club en números y prestaciones. El de ayer fue otro de esos partidos en los que de forma discreta fue básico para arrimar al equipo a la victoria.

El Celta, implicado y con todos sus jugadores acumulando kilómetros como si estuviesen preparando una maratón de primavera, se las arreglaba sin muchos problemas para frenar los intentos sevillanos y solo en los últimos minutos apareció Guaita providencial para evitar un gol en un cabezazo de Lukebakio. El descuento prometía cierta angustia (los pocos recursos ofensivos del Sevilla estaban en el campo a la espera de un balón perdido) pero justo en ese momento, tras un pelotazo largo de Guaita, Gudelj se equivocó en un pase a su portero y Borja Iglesias se plantó ante Nyland para superarlo por salto con un toque pleno de clase y suavidad. Otra vez Balaídos boca abajo. A Caparrós se le puso en ese momento la misma cara que a Pietro Parolin en el cónclave de esta semana. La viva imagen de la decepción. En medio de la fiesta loca Kike Salas aprovechó un rechace de Guaita para reducir diferencias pero ya no había tiempo para más. El Celta se llevaba una victoria de ensueño y vuela hacia Europa sin freno ni complejos; libre y feliz.

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