Bajonazo general del Celta

Se le acabó la cuerda al Celta. Al menos por ahora. Su serie de ocho semanas sin conocer la derrota se terminó ante un Espanyol que se aprovechó de un día negro de los vigueses: generosos en su área y bloqueados en ataque donde solo en el tramo final, a la desesperada, fueron capaces de acumular llegadas y ocasiones. Hasta ese momento lo suyo fue un ejercicio de impotencia, de incapacidad para generarle peligro a un rival ordenado que esperó pacientemente su oportunidad para castigar a los de Claudio.

La tarde venía torcida y al Celta no tardaron en llegarle las malas noticias. Primero perdió a Starfelt, su mejor defensa en lo que va de temporada, después de sufrir un pinchazo en la parte posterior de su muslo derecho. Un problema serio para aspiraciones futuras. Entró Carlos Domínguez que poco después fue una de las víctimas del mejor ataque del Espanyol en todo el primero tiempo. Un taconazo de Romero desactivó a Carreira y a Javi Rodríguez e hizo saltar por el aire las costuras del Celta. Puado encontró la espalda de Marcos Alonso para ponerle el balón a Roberto que batió a Guaita en su salida. 

A diferencia de otras tardes al Celta no se le puso cara de remontada. Muchas veces el gol del rival era el aguijonazo que necesitaban para activarse, pero en esta ocasión su respuesta fue diferente. El Celta se sentía extraño, incómodo, incapaz con la pelota. Pese a que en muchos momentos recuperaba en zonas prometedoras, la ausencia de ideas en los últimos treinta metros era terrible. Un bloqueo al que no se veía solución. Tímido Alfon, desaparecido Durán, demasiado lejos Aspas de la zona de peligro, ausentes los carrileros y desnortado Sotelo. Para el Espanyol defender era una tarea sencilla ante un rival hecho un ovillo en lo táctico y en lo mental. Joan García, el fenomenal portero espanyolista, se marchó al descanso sin novedad alguna.

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Giráldez trató de dar una vuelta en el segundo con la entrada de Moriba por Sotelo en busca de alguien que empujase aún más al Espanyol hacia su área. Ni pestañearon los “periquitos” que recibieron el primer disparo peligroso en el minuto 56 por medio de Aspas. Un pequeño aviso antes de que llegase el desastre absoluto. Entraron Jailson y Fer López en un intento de cambiar las cosas y justo en ese momento un melonazo en busca de Roberto se encontró con un fallo clamoroso de Carlos Domínguez que dejó mano a mano al delantero con Guaita. Segundo del Espanyol. La cuesta ya parecía insalvable. No hubo más noticias de los barceloneses en el campo rival. El partido se transformó en un monólogo del Celta ante un equipo pertrechado en el área de Joan García. Pero el gol tempranero que necesitaban para creer en la remontada no llegó. Unas veces por las intervenciones de Joan García (una gran parada a disparo de Alfon) y otras porque el balón se encontró con el palo como le sucedió a Fer López en los últimos minutos tras un gran disparo. El joven canterano fue la mejor noticia en ese tramo final de partido en el que el Celta al menos sacó vergüenza y agallas para insistir en busca de un imposible. Claudio, con la entrada de Williot, reunió a todos los atacantes que podía para ese arreón final, oero aguantaron los blanquiazules el acoso a veces desorganizado para romper la buena dinámica del cuadro de Giráldez que pierde la ocasión de asentarse en esa séptima plaza que tantos equipos rondan ahora mismo.