El Celta sitúa en 107 millones de euros el presupuesto para la presente temporada
Las indemnizaciones a técnicos y jugadores elevan a 7,5 millones las pérdidas acumuladas el pasado curso

Aspas, Williot y Borja Iglesias. / Sabrina Ceballos/LOF
El Celta presentará números rojos a la asamblea general de accionistas, señalada para el 20 de noviembre próximo, por segundo año consecutivo. Las pérdidas de la temporada 2023-24 se sitúan en 7,5 millones de euros. Pese a los problemas para cuadrar los capítulos de ingresos y gastos, el club que preside Marián Mouriño mantiene la senda del crecimiento presupuestario al elevarlo hasta los 107 millones para afrontar el actual ejercicio.
El pago de indemnizaciones a jugadores y técnicos durante el pasado curso, en el que se produjeron las destituciones del director deportivo Luis Campos y del técnico Rafa Benítez, lastraron las cuentas del equipo vigués. Sin esos imprevistos, en el club calculan que el ejercicio se hubiese cerrado con apenas un millón en pérdidas, frente a los 13,3 millones que tuvo que soportar en el curso 2022-23. Sin esas indemnizaciones “se habría alcanzado el objetivo económico previsto para la temporada 2023-24”, señalan desde el club, que entonces hizo una previsión general de 101 millones que finalmente hubo que elevar hasta los 114 millones.
Las cuentas de este curso tampoco serán fáciles de cuadrar. Para cumplir el objetivo, el Celta necesitará ingresar 34 millones de euros por la venta de jugadores. Esa cantidad, sumada a los 73 millones que se han calculado como cifra neta de negocio arrojaría los 107 millones presupuestados para esta temporada. En el ejercicio anterior se contabilizaron las ventas de Gabri Veiga y de Jorgen Strand Larsen, y aún así las cuentas finales acabaron en números rojos, en los 7,5 millones de euros citados anteriormente, por culpa de las idemnizaciones.
Esta situación deja al Celta sin margen de maniobra en el mercado de fichajes en lo que resta de curso, pues solo dispone de un margen de 600.000 euros para agotar el límite salarial que impone LaLiga, y esa pequeña cifra la tiene reservada el club para las renovaciones pendientes de los canteranos que están en dinámica del primer equipo. El límite salarial del equipo vigués se sitúa ahora en 77 millones, frente a los 81 del pasado ejercicio.
Desde el club destacan la buena marcha de los ingresos de negocio, que arrojaron un incremento de 4 millones de euros (el 21 por ciento más con respecto al ejercicio anterior). Ese incremento se debió a la mayor recaudación por entradas y abonos (2,4 millones) y mercadotecnia (1,8 millones). Y la mejora de las cifras con respecto a entradas y abonados se debió al importante incremento de asistentes en Balaídos. Esa subida fue del 41 por ciento, que casi iguala al aumento medio de personas que asistieron al estadio (40 por ciento) en el año que el club celebró su centenario. La venta en tiendas también se vio muy beneficiada por el entusiasmo del celtismo en torno al equipo, pasando de 2,3 a 4,1 millones de ingresos.
Para el club, la “fotografía” de la pasada temporada en cuanto al presupuesto reflejaría el importante incremento que registraron los ingresos de negocio (abonos, entradas, venta tiendas) y unas indemnizaciones que han lastrado los resultados de ese ejercicio en el que el club dio un giro al proyecto deportivo con la marcha de Benítez para apostar por un entrenador de la cantera, que ha promovido a los jóvenes valores de casa. La afición valoró la apuesta y se siente mucho más identificada con el equipo de Giráldez, que acaba de renovar su contrato hasta junio de 2027.
En el presupuesto de esta temporada, el Celta calcula unos ingresos de 73,2 millones. Esa cifra supone un incremento de 3,3 millones (el 15 por ciento más) con respecto al ejercicio anterior. Los ingresos por derechos de televisión se elevan a 47,3 millones (1,7 millones menos que en la campaña 23-24).
Para cuadrar las cuentas, el club reduce la partida de salarios de la plantilla, que se sitúa en 49 millones, frente a los 62 del pasado curso. Además, el Celta espera una revaloración generalizada de sus jugadores, teniendo en cuenta que el curso pasado se vio devaluado su precio debido a la irregular campaña que protagonizó hasta la marcha de Benítez.
Después de cerrar los dos últimos ejercicios con pérdidas, que se suman al de la pandemia, el Celta mantiene una situación económica saludable gracias a que su patrimonio neto se eleva a 62 millones de euros, con lo que puede afrontar estos desfases presupuestarios sin problemas de liquidez. Ahora bien, el club ha diseñado un plan quinquenal para reducir esos números rojos y no tener que depender tanto de ventas millonarias de jugadores cada final de temporada.
Para ello, necesita elevar los ingresos de negocio. Y ahí entra el proyecto GS 360, que continuará desarrollándose en Afouteza con la segunda fase de la ciudad deportiva, que incluye una universidad y un centro de formación profesional privados, un hotel para un centenar de camas, un centro médico y una residencia con cuatrocientas plazas. “Hay que mejorar el negocio para depender cada vez menos de la compra-venta de jugadores”, apuntan desde el club. Y en ese plan a cinco años, la cantera de A Madroa juega “un papel importante”, para rebajar también el gasto en salarios de la plantilla en un mercado futbolístico inflacionista. En el Celta tienen claro, además, que los ingresos por derechos de televisión se irán reduciendo y la solución se encuentra en mejorar el negocio por otras vías: cantera, ciudad deportiva, mercadotecnia y una mayor explotación del estadio.
En cuanto a deudas con otros clubes por futbolistas, el Celta tiene pendiente de pago 28 millones de euros a corto plazo (un año) y 15 millones a largo plazo (hasta cinco años). Por su parte, tiene pendiente de cobro con clubes 24 millones a corto plazo y 50 millones a largo plazo. Además, GES (la empresa de la familia Mouriño) ha devuelto al club el préstamo de 3 millones de euros.
Pese a que las pérdidas en los dos últimos ejercicios se elevan hasta los 20 millones de euros, desde el club transmiten el mensaje de que el proyecto “es bueno y sostenible”. Esas pérdidas se afrontan con fondos propios del patrimonio neto.
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