El Celta sobrevive a un arbitraje infame
El equipo vigués gana en Las Palmas un partido en el que se quedó con nueve jugadores al comienzo del segundo tiempo tras dos expulsiones incomprensibles. Heroica resistencia del equipo de Claudio

Las mejores imágenes del Las Palmas 0-1 Celta / Ángel Medina | AFP7
Sobrevivió el Celta a un arbitraje atroz, infame, indefendible. Los vigueses ganaron en Las Palmas su primer partido fuera de casa esta temporada tras resistir a la actuación de Cordero Vega que de forma injustificable dejó a los vigueses con nueve futbolistas en el comienzo del segundo tiempo y les empujó a un ejercicio de resistencia heroica para sumar los tres puntos. Casi cincuenta minutos con los dientes bien apretados jugando con la ansiedad de un rival superado por la situación que condujeron a un triunfo que honra la propuesta y el esfuerzo del grupo de Claudio.
Antes de que llegase el atropello, el Celta había abusado por momentos de los canarios. Con un juego brillante por momentos (pese al lamentable estado del campo) los vigueses encontraron siempre el camino hacia el área de los amarillos con asombrosa sencillez. Siempre aparecía en la zona de gestión del juego un hombre libre para lanzar a los costados (Hugo Alvarez y Mingueza fueron un martirio) y que desde allí llegasen las ocasiones.
El monólogo acabó por encontrar premio en un envío de Mingueza que Borja Iglesias remató al palo antes de que Williot casi sin querer empujase a la red. La celebración duró unos segundos porque el fuera de juego automático (ese tormento que persigue a los vigueses este año) denunció que la oreja del “panda” estaba más adelantada. Resignación en las filas viguesas. Pero este equipo es insistente y pocos minutos después los dos protagonistas repitieron la jugada para no dejar lugar a las dudas. El santiagués metió la puntera para anotar el primer gol y hacer justicia a un equipo que había jugado a placer y al que solo había que reprocharle que no estirase en el marcador su ventaja.
El remanso de paz que era el partido para el Celta cambió de forma radical en el arranque del segundo tiempo. Cordero Vega, colegiado cántabro que en el final del primer tiempo había dado señales inquietantes, decidió abrir en canal al equipo vigués de un modo completamente caprichoso. Ilaix Moriba vio dos amarillas casi consecutivas por dos acciones que difícilmente eran falta (sobre todo la segunda) y Iago Aspas, pese al brazalete de capitán que le concede cierta flexibilidad a la hora de dirigirse al colegiado, vio otras dos tarjetas de forma inmediata. Cuatro amarillas y las consiguientes dos rojas en apenas cinco minutos. En un santiamén, con más de cuarenta minutos por delante, el equipo de Claudio Giráldez se vio condenado a un final de partido casi imposible con nueve jugadores en el campo. Nada había hecho para merecer semejante castigo. Los defensores del estamento arbitral lo tendrán complicado esta semana para justificar el asalto sufrido por el Celta en el estadio de Gran Canaria.
Pero los de Claudio apretaron los dientes en una situación terrible. El técnico, con la idea de resistir la carga que se le venía encima, renovó al equipo y trató de que el grupo no perdiese los nervios en una situación tan delicada, en la que era fácil perder la cabeza.
Le ayudó en su misión la pobreza del equipo canario que demostró las dificultades por las que atraviesa, su falta de fútbol y la crisis de confianza por la que pasa. El Celta se agrupó bien en torno a Guaita e incluso se atrevió en puntuales ocasiones a salir en busca del área contraria. De hecho, Douvikas y Pablo Durán se acercaron al segundo gol.
Pero lo importante sucedía en la otra esquina del campo donde los vigueses resistían gracias al gran trabajo por encima de todo de sus centrales (imperiales Starfelt y Marcos Alonso) que frenaron las acometidas constantes de un Las Palmas que trataba de ganar por acumulación mientras la desesperación se apoderaba de ellos. Un remate al palo de Campaña fue su última ocasión.
Pitó el final el ínclito Cordero Vega y el Celta celebró su primera victoria lejos de Balaídos esta temporada. Lo merecían los vigueses. Por propuesta, por espíritu, por su generosidad en el esfuerzo y porque otro resultado habría hecho aún más grande la ignominia sufrida por los vigueses en Las Palmas.
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