Una derrota despiadada
Un gol de Julián Álvarez en el 90 congela Balaídos y acaba con la racha de un Celta que superó con creces al Atlético en juego y ocasiones
Un unico error fue letal para los de Giráldez en el día que defendieron mejor
El Atlético de Madrid puso fin anoche a la imbatibilidad de Claudio Giráldez en Balaídos. con una derrota despiada. Un gol de Julián Álvarez camino del descuento, cuando el empate se festejaba como mal menor, congeló al coliseo olívico, que vio impotente cómo volaban tres puntos que el Celta mereció con creces por juego y ocasiones. Los de Simeone, que tiró de todo su arsenal para revertir desde el banquillo el claro dominio celeste, se llevaron el triunfo en un único error fatal cuando Balaídos daba a regañadientes por bueno el empate. Oblak, con dos paradas portentosas, marcó la diferencia en una noche que puso de manifiesto que en este deporte no siempre gana el que mejor juega.
Por primera vez esta temporada, el gol dio la espalda al Celta y lo hizo justo en el partido en el que la defensa brilló más. Hasta este infausto instante postrero, el grupo de Giráldez apenas concedió un resquicio al cuadro colchonero, que no disparó contra el portal de Guaita la primera hora de juego. El Celta llegó con facilidad y rondó el gol con voracidad pero, por primera vez, sin suerte. Aspas y Borja estuvieron muy cerca; el Atlético, al que sentaron mejor los cambios, lo encontró en la última jugada.
Seis cambios introdujo Giráldez con respecto a San Mamés, nada sorprendente en el louriñés, que ha hecho de las rotaciones un estilo de vida. Los cambios afectaron principalmente a la defensa con la entrada de Manquillo y Marcos Alonso, en el eje de la línea, y Carreira en el carril derecho por Hugo Álvarez, que pasó al izquierdo, y a la delantera, con Williot y Borja acompañando a Aspas en su partido 500 con la casaca céltica. En el medio, la novedad fue Beltrán, junto a Sotelo, que repetía por tercer partido consecutivo.
Simeone, pese a la inminencia del derbi frente al Real Madrid, poco se dejó en el armero. Apenas a Julián Álvarez para formar en punta con Griezmann y Sorloth en un once que tuvo como gran novedad a su hijo Giuliano, que actuó como carrilero por la banda izquierda, con Reinildo como tercer central en un tremendo duelo con Borja Iglesias.
El Celta entró en el partido con energía, valiente. Como quería Giráldez, fue a buscar al Atlético a su campo, presionando cerca del área colchonera, pero sin descomponerse atrás. Suya fue la pelota en un primer tiempo de color claramente celeste. El equipo vigués marcó el ritmo y dispuso de las mejores ocasiones frente a un Atlético un tanto reservón, que esperó bien plantado en busca de un error que le permitiese encontrar un agujero para contragolpear.
El Celta arriesgó más y en algún momento dio la sensación de que el Atlético podía robar el balón en zona peligrosa, pero los celestes no concedieron apenas resquicios y los colchoneros no se aproximaron con peligro a los dominios de Vicente Guaita. Solo un tiro de Sorloth, ninguneado anoche por Starfelt, que el meta céltica desbarató con algo de apuro antes de que el árbitro anulase la jugada por fuera de juego.
El primer aviso lo dio en el minuto 9 Williot, que lanzó fuera un gran centro de Carreira –un dolor de cabeza para los colchoneros–, que había ganado la espalda de Giuliano tras recibir un balón en largo de Manquillo. Aspas, sumamente motivado anoche, trató de cortejar el gol como en sus mejores tiempos. Apareció por primera vez en el área rojiblanca para intentar cabecear un centro de Marcos Alonso, pero Oblak se le adelantó. El crack morracense remató después alto un buen centro de Carreira justo antes de salir disparado a la contra para buscar un mano a mano con el portero colchonero. Más rápido, Reinildo se interpuso en la carrera con el moañés antes de que se quedase solo frente al esloveno, desbaratando el peligro.
Ya camino del intermedio, en el minuto 41, el guardameta del Atlético de Madrid salvó a su equipo con una parada extraordinaria tras una combinación en el área rojiblanca entre Iago y Borja Iglesias, con remate el moañés desde la frontal. Un tiro raso y ajustado al poste cargado de veneno que Oblak sacó abajo con una mano portentosa.
El guion del partido no cambió tras el intermedio. La pelota era del Celta, que llegaba fácilmente, sin sufrir apenas. Sotelo lo intentó con un disparo franco desde la medialuna antes de que Oblak salvase por primera vez a los de Simeone. El disparo del vigués, que remató en buena posición, se fue alto.
El gol dio a continuación la espalda al Celta en una jugada coral, de banda a banda, que el portero esloveno acabó desbaratando con otra parada antológica. El balón fue de izquierda a derecha hasta Carreira, sobresaliente anoche, que puso un perfecto balón al punto de penalti que Borja, superando a su marcador, cabeceó a bocajarro contra Oblak. Viendo la que se le venía encima, Simeone sacó toda su artillera. Primero Julián Álvarez, más tarde Riquelme y de Paul y, finalmente, Correa.
Giráldez tardó más de lo habitual en mover sus piezas y al Celta no le sentaron tan bien los cambios. Con el paso de los minutos el esfuerzo físico pasó factura y el Atlético comenzó a ganar metros. El primer disparo de los colchoneros lo protagonizó Riquelme, tras una gran acción recortando a Carreira que obligó a Guaita a intervenir por primera vez en el partido con una parada salvadora, similar, aunque desde diferente ángulo, a la que Oblak había sacado a Iago en el primer tiempo.
Entró Javi Rodríguez en defensa (por un exhausto Manquillo) y Alfon y más tarde Douvikas en punta e Ilaix, y Damián para reforzar el control de pelota. Pero el gol siguó esquivando al Celta y el Atlético, que apenas se había asomado en los primeros 80 minutos, fue ganando terreno.
Pese a ello, Alfon, con un remate al lateral de la red, y sobre todo Javi Rodríguez, que envió en el punto de penalti un balón de gol por encima del travesaño, mostraron los dientes. Fue sin embargo, el Atlético el que encontró la combinación ganadora con un gran centro de Griezman que Julián Álvarez remató sin oposición en el segundo palo dejando helado Balaídos, que enmudeció por la injusticia.
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