El rechazo a última hora de Fran Canal a hacerse cargo de la dirección general del Celta cuando todo estaba ya apalabrado con él desde hace semanas ha causado una gran sorpresa y no poca conmoción en la Calle del Príncipe. La noticia ha caído como un jarro de agua fría porque el club creía haber encontrado en Canal al sustituto ideal para Antonio Chaves y el ejecutivo había viajado a la ciudad en diversas ocasiones para reunirse con Marian Mouriño y varios directores de departamento. Nada hacía sospechar que solo unas horas antes de anunciar en rueda de prensa que se quedaba en Osasuna iba a telefonear a Mouriño para comunicarle su decisión de que no iba a firmar con el conjunto celeste.

Además de un inesperado varapalo, la renuncia de Canal ha obligado al Celta a volver a la casilla de salida en la búsqueda de unas de las piedras angulares del proyecto que se inicia bajo el mando de la hija del presidente.

Canal era la principal opción para la dirección general, pero no la -unica que el club tenía sobre la mesa, tanto del mundo del deporte como de la empresa. La negativa de Canal obligará al club a reactivar las opciones que tenía sobre la mesa o explorar incluso alguna otra posibilidad y retrasará los planes para la reestructuración de la entidad que Marian Mouriño se propone llevar a cabo en los próximos meses.