El Celta se cae a pedazos

La pesadilla de un Centenario en Segunda cobra fuerza tras perder ante el Cádiz la enésima final para sellar la salvación

Miguel Rodríguez pugna por un balón con un rival.

Miguel Rodríguez pugna por un balón con un rival. / LOF

De tanto jugar con fuego,el Celta se ha quemado. La pesadilla, no hace mucho impensable de vivir el Centenario en Segunda División, es ahora una opción probable en vista del cadavérico aspecto que ofrece el grupo de Carvalhal, un equipo sin alma y completamente sobrepasado por los acontecimientos, que ayer dilapidó en el Nuevo Mirandilla la enésima oportunidad de firmar un final de temporada mínimamente decente.

La derrota frente al Cádiz, un equipo que sí sabía lo mucho que había en juego y afrontó el partido con la intensidad y el talante que hacía falta para sacarlo adelante, aboca al cuadro vigués a ganar en la última jornada al campeón de Liga en su momento más bajo de forma y moral. El equipo se ha desplomado y Carvalhal no capaz es de dar con la fórmula para rescatarlo del miedo que lo paraliza. Queda una última bala, pero la sensación es que el Celta es ahora mismo un juguete roto.

Cartas repetidas

Repitió Carvalhal las cartas jugadas contra el Girona con Mallo finalmente jugando con una protección en el brazo fracturado en la habitual defensa de cuatro; Gabri, Tapia y Óscar Rodríguez en la media y Carles Pérez Larsen y Miguel Rodríguez en el frente ofensivo. Poco hubo sin embargo en el Nuevo Mirandilla de la tibia mejoría experimentada contra los de Míchel Sánchez. Regresó en el peor momento la versión más infame del Celta, un equipo carente de toda personalidad e iniciativa que a duras penas fue capaz dar un par de pases seguidos con un mínimo de sentido. La banda de Galán fue una coladera, una autopista por la que el Cádiz llegó una y otra vez sin oposición a la portería de Iván Villar, que tampoco tuvo su mejor tarde.

Tanto llegó el equipo andaluz, a veces por inercia, que la duda era en cuál de los muchos balones que colgó al área céltica llegaría (como acabó llegando) el gol local.

Nuestro amigo el VAR

El partido lo desequilibró Sobrino pasada la hora de juego, pero antes del descanso el Cádiz podría haber ido ya cómodamente por delante de no haber sido por el VAR. El videoarbitraje que no pocas veces ha perjudicado al Celta a lo largo del curso fue ayer una bendición para los de Carvalhal. El VAR rectificó el discutible penalti con que De Burgos Bengoetxea sancionó un leve contacto entre Javi Galán y el excéltico Theo Bongonda y anuló por fuera de juego un gol al Choco Lozano tras un error en el saque del portero cangués. El VAR sonrió al Celta, pero no el juego. Aunque no tuvieron finalmente validez, ambas acciones describían con precisión lo que estaba ocurriendo en un partido en el que el Celta ejercía el mero papel de comparasa.

Tanto va el cántaro...

El inicio de la segunta parte fue casi un calco de la primera. El Cádiz persiguiendo tenazmente el gol y el Celta aterrado en su campo, sin energía para reclamar la pelota ni ideas para hacerla llegar hasta la portería rival. Los de Sergio González pelearon al límite cada balón, ganaron casi todos los duelos individuales y gobernaron las segundas jugadas frente a un Celta que no supo interpretar ni mucho menos ejecutar lo que requería el partido.

El gol del Cádiz llegó en una gran acción de Escalante que desnudó todas las miseras defensivas del Celta. El argentino recorrió suma falicidad la corona cel área celeste dejando rivales atrás (primero Tapia, luego Aidoo y después Mallo) para servir un gran pase a Sobrino que el delantero del Cádiz envió al fondo de la red con un disparo cruzado y ajustado al palo.

Triple cambio

El tanto de Escalante hizo por fin reaccionar a Carvalhal, que asistía al desastre en el banquillo con cara de circunstancias, como si no supiese ya qué hacer para que el Celta volviese a funcionar mínimamente. La receta del céltico fue un triple cambio. Entraron Aspas, Mingueza en Paciencia (tras el intermadio Luca de la Torre había suplido a Miguel) y el Celta dio un paso en el partido aunque no lo suficientemente convincente como para poner en verdaderos aprietos a Ledesma.

Los problemas físicos del goleador moañés y el bajo ritmo competitivo del barcelonés todavía se acusan, pero al menos el equipo reclamó la pelota, llegó con más facilidad a los dominios de Ledesma y hasta tuvo alguna ocasión de gol. Paciencia lo intentó en buena posición tras un buen centro de Mingueza, pero el remate de cabeza del portugués (que debió picar) se fue mansamente a las manos del portero. El Cádiz no solo resistió con aplomo la tenue reacción del Celta, sino que pudo matar el partido en una contra en la que Pacha Espino estrelló el balón contra el poste.

Carvalhal, señalado

La énesima final que el Celta ha perdido para sellar la permanencia deja herido de muerte a Carlos Carvalhal, cuyo buen trabajo para reflotar al equipo se ha visto empañado por su falta de capacidad para sacarlo después de la atrofia. El luso no ha sido capaz de detectar a tiempo el peligro que se cernía sobre sus espaldas, ni ha tomado medidas para resolverlo. Su discurso ha sido complaciente y sus actos insuficientes. Su continuidad el próximo curso está en el aire, incluso si el Celta, por un milagro, se salva.

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