Tarde de amor “clubístico”

La victoria ante el Valladolid corona una emotiva jornada con Eusebio Sacristán como embajador del Centenario y Carvalhal elogiando al celtismo

Los días redondos hay que trabajarlos, aunque en algún momento parezcan regalados o fruto de la fortuna. Ayer, al Celta le salió todo bien: ganó con claridad al Valladolid, organizó un bonito homenaje a Eusebio Sacristán e hizo disfrutar a lo grande a su afición, que también contribuyó en buena medida a que todo saliese perfecto en un día en el que la victoria era más necesaria que nunca para no caer de nuevo en los últimos lugares de la clasificación. Incluso el parte de bajas durante el duelo contra los pucelanos se quedó en un susto tras las primeras revisiones médicas. Carlos Carvalhal cumplió la promesa de devolver el amor mostrado por el celtismo a su equipo regalándole una victoria clara sobre un rival directo que humilló a los celestes en la primera vuelta en el Nuevo Zorrilla. El año del Centenario ha arrancado con muy buenas sensaciones.

“Nos gusta mucho esa simbiosis entre el amor clubístico y un equipo que corresponde a los fans. Para mí es lo más que puedo pedir en el fútbol”, explicaba Carvalhal tras un triunfo que tuvo como estrella al canterano y bigoleador Gabri Veiga y donde todo el equipo celeste brilló a gran altura, incluso cuando en el campo llegaron a coincidir cinco canteranos. Porque si Veiga es el presente, Hugo Sotelo, que jugó los veinte minutos finales, es el futuro, como otros de sus compañeros del filial que casi a la misma hora ganaban en Mérida por idéntico resultado que el registrado ayer en un Balaídos que rozó los 15.000 ya habituales, que antes de abandonar el estadio volvieron a entonar un himno con afouteza.

Acto de homenaje del Celta a Eusebio como primer 'embajador del centenario'

Eusebio realizando el saque de honor antes del comienzo del partido / Marta G. Brea

Y como testigo de excepción en esta tarde redonda estaba uno de los artífices de lo que hoy es un equipo que acumula once temporadas consecutivas en la élite tras el paso por el mismo de un nutrido y brillante grupo de canteranos. El club tuvo la gran idea de rendir homenaje a un Eusebio Sacristán que regresó a Vigo en marzo de 2009 –tras su paso como jugador– para debutar como entrenador. Y el vallisoletano se armó entonces de valentía para afrontar las penurias económicas del club con una decidida apuesta por la cantera, liderada por Iago Aspas y Hugo Mallo, que ayer se fundió en un abrazo con Eusebio cuando éste procedía a realizar el saque de honor.

“Para mí es un día muy especial. Que se haya tenido conmigo este detalle, me hace sentirme muy especial, es muy bonito. Ellos dicen que fue muy importante mi etapa aquí. Para mí fue muy importante porque era mi estreno como entrenador. Vivimos momentos difíciles, pero al final lo sacamos adelante y esto a ellos le ha hecho muy bien y a mí también”, dijo a DAZN el técnico de La Seca, que evitó la caída del Celta a Segunda B cuando Aspas irrumpió en Balaídos para marcarle dos goles al Alavés.

“Para nosotros ha sido un orgullo tenerte aquí. Muchísimas felicidades. Eres un verdadero campeón”, dijo Carlos Mouriño, presidente céltico, tras hacerle entrega a Eusebio de la la medalla del Centenario y convertirlo en el primer embajador de esta efeméride del club gallego, que también invitó ayer a los componentes de su equipo juvenil de División de Honor del curso 2000-01, como parte del programa “Generación 23”, del Centenario.

Abrazo entre Eusebio Sacristán y Carlos Mouriño, ayer, jornada en la que la afición protestó a los árbitros mostrando cartulinas rojas. |  // MARTA G.BREA

Los jugadores del juvenil de hace 23 años se reunieron ayer. // RCCELTA / J. Conde

“Muchas gracias a ti por este detalle que tenéis en este club, que fue muy importante para mí. Gracias, gracias...”, respondió Eusebio a las palabras de Mouriño y que repitió tras golpear el balón ante un De Burgos Bengoetxea que esta vez no aguó la fiesta, pese a la protesta que la grada dedicó al vasco desde que salió al campo con miles de cartulinas rojas levantadas para reclamar un “Basta, xa! a arbitrajes de dudosa parcialidad que han dejado tres jornadas sin jugar a Renato Tapia.

Cervi e Luis Pérez. |  // ALBA VILLAR

Los aficionados muestran las tarjetas rojas al comienzo del partido. // MARTA G.BREA / J. Conde

El celtismo mantuvo la protesta contra los árbitros incluso cuando De Burgos Bengoetxea dejó con diez al Valladolid por una rigurosa tarjeta roja a Amallah cuando el Celta ya tenía la victoria en el bolsillo gracias a otra actuación estelar de un Gabri Veiga que pugna por el trofeo al mejor jugador de LaLiga en el mes de febrero y al que ayer Balaídos despidió coreando su nombre cuando fue sustituido por Sotelo.

Este Celta de Carvalhal ni siquiera necesita los goles de Aspas para ganar con solvencia al Valladolid (3-0) o al Betis en el Villamarín (3-4). Pero para llegar hasta aquí, el club vigués necesitó sobre todo del genio de Moaña. Desde el palco, Eusebio disfrutaba del espectáculo, aunque le doliese también su Valladolid.

Tarde de amor  “clubístico”

Tarde de amor “clubístico” / J. Conde

“Había visto a Iago Aspas entrenar con nosotros, le había visto cómo jugaba. Decía: ‘Si yo he estado en el Barça y he visto a Messi cómo juega en los entrenamientos, y tenemos a uno que juega muy parecido’. Teníamos un partido en el que nos jugábamos el descenso, faltaban 30 minutos y dije: ‘Venga, ahora lo saco, a ver qué hace por nosotros’. Marcó el primero, nos empató el Alavés y en el 92 metió el segundo. Fue un día muy especial y Aspas ha tenido una carrera enorme. Me alegré por él, por el Celta y por mí, yo quería ser entrenador y aquello me sirvió para mi carrera”, continuaba recordando aquella etapa en Vigo que cambió la historia de un club centenario que ahora le premia eligiéndolo como primer embajardor del Centenario.

“Para mí fue un momento especial porque conseguimos no descender a Segunda B, que era un riesgo muy complicado para el club. Era mi primera etapa como entrenador. Tuvimos esa intensidad de haber salvado la temporada. Me encontré con chavales que estaban en la cantera, que me gustaban, que se podían adaptar al tipo de juego que yo quería imponer aquí. Fue un momento importante tanto para mí como para vosotros y para el club, que encontró a gente que podía hacer cosas importantes”, concluía Eusebio en una jornada redonda para el Celta, que comenzó días antes a preparar este día redondo, cuando la afición decidió movilizarse contra los arbitrajes, organizar un nuevo recibimiento al autobús del equipo y ayer entregarse a un Celta que según Carvalhal genera “amor clubístico”.

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