El epílogo de la “Operación Retorno”

La salida por la puerta trasera de Denis Suárez al Espanyol es el último coletazo de la fracasada maniobra del club para recuperar el talento perdido de su cantera

Denis Suárez, ayer, en su primer entrenamiento con el Espanyol. // RDCE

Denis Suárez, ayer, en su primer entrenamiento con el Espanyol. // RDCE / j.b.

La salida por la puerta trasera de Denis Suárez tras un largo y tenso enfrentamiento con el presidente Mouriño es el último coletazo de la Operación Retorno, la ilusionante maniobra con la que el Celta recuperó en 2019 a los valores perdidos de su cantera y que, tras muchos altibajos, problemas extradeportivos y división social ha derivado en ruinoso negocio y fracaso deportivo.

Tras salvar la categoría con tres entrenadores en el convulso ejercicio 2018-19, el club celeste tiró la casa por la ventana para cumplir el viejo sueño de Carlos Mouriño de rescatar para la causa a los grandes talentos de A Madroa que el club se vio en su momento obligado a vender.

Llegaron de una tacada Denis Suárez, entonces en el Barcelona y pretendido por varios clubes de rango europeo, y Santi Mina, que fue intercambiado por Maxi Gómez en una compleja operación de intercambio con el Valencia. La guinda del pastel la puso Rafinha, cedido por el también conjunto azulgrana. El Celta pagó 15 millones por Mina, 13 por Denis y 1 millón por el préstamo de Rafinha. Y de postre también llegó cedido Pape Cheikh que había salido al Lyon por 10 millones de euros.

La afición acogió el retorno de sus hijos pródigos con desmesurado entusiasmo. La ilusión por el rescate de las perlas perdidas de la cantera se apoderó del celtismo, que jaleó los jugadores en multitudinarias presentaciones en Balaídos. Pero la euforia generada con los fichajes de Denis, Mina y Rafinha se apagó sobre el terreno de juego. El nuevo equipo no carburaba y no tardó en cobrarse su primera víctima. Fran Escribá, el técnico que había salvado al equipo con el cuchillo entre los dientes en la temporada precedente, fue fulminado en noviembre tras caer el equipo a puestos de descenso. El técnico valenciano no había logrado sacar partido a fichajes de perfil diferente a los que él había pedido y pagó el peaje de la falta de resultados. No encontró a Denis una posición en la que realmente pudiese desplegar su talento y a Mina le costó entrar en la dinámica del gol. Los problemas de tobillo del salcedense y el mal estado del campo de entrenamiento de la antiguas instalaciones de A Madroa lastraron su rendimiento.

A Escribá lo relevó en el cargo Óscar García Junyent, técnico de la escuela azulgrana tan del gusto del presidente, que no logró evitar que el Celta viviese otras temporada angustiosa y completamente atípica, condicionada por el parón del Covid y el rejón económico que supuso la pandemia. Con muchos problemas y discreto rendimiento de Denis y Mina, el equipo salvó milagrosamente la categoría en la última jornada con un triste empate sin goles en el campo del Espanyol. Ni el salcedense, ni el delantero vigués, pese a ser habitualmente titulares, habían justificado hasta entonces su alto salario.

La nueva temporada no empezó mucho mejor. Los malos resultados lastraron al equipo. Óscar cayó en la novena jornada, pero la llegada de Coudet dio la vuelta al equipo como un calcetín. El argentino desplegó un esquema en el que tanto Denis como Mina podían explotar su talento y ambos firmaron sus mejores momentos como celestes en una temporada plácida, marcada por el buen juego, que el Celta concluyó en octava plaza. Todo parecía rodado cuando en julio de 2021 estalló el caso Bugarín. Mouriño acusó a la agencia de Denis de “subastar niños” y no perdonó la “traición” del salcedense, a quien recomendó revalorizarse para ser vendido porque ya no iba a renovar. Denis respondió firmando su mejor temporada como celeste, pero la relación entre ambos estaba ya deteriorada sin remedio y se dio paso a una guerra, primero soterrada y luego abierta, que abrió una fractura en el celtismo que todavía perdura. La condena a Santi Mina por una agresión sexual antes de su regreso al Celta pero por un caso que el club conocía antes de recuperarlo, propició el pasado verano la salida fulminante del delantero, que fue cedido al Al-Shabab saudí. Denis, mientras, rechazó las ofertas de compra que Luis Campos, el nuevo director deportivo, le puso sobre la mesa. Mouriño se negó a dar la carta de libertad al jugador y cumplió su amenaza de enviarlo a la grada, donde ha permanecido hasta que la necesidad de fichar de uno y de jugar de otro han derivado en un tardío y triste acuerdo por el que uno de los referentes de la cantera celeste reforzará a un rival directo.

“Jugar con la celeste es algo que no olvidaré nunca”

El Celta y el Espanyol hicieron oficial a primera hora de la mañana de ayer el acuerdo por el que Denis Suárez jugará en el conjunto perico a final de temporada. El salcedense y el club celeste separan así sus caminos tras año y medio de conflicto salpicado de tensiones desde que la relación entre ambos saltó por los aires en julio de 2021 por la participación de la agencia de representación del jugador en el fichaje del Bryan Bugarín por el Real Madrid. El Celta libera una de las fichas más elevadas de su plantilla y adquiere margen salarial para concretar la llegada del suizo Haris Seferovic y el de Salceda, que ayer ya se entrenó con su nuevo equipo, puede volver a pisar un terreno de juego tras seis meses de ostracismo. “Vengo donde quería y no puedo estar más feliz por esta oportunidad que me da el Espanyol. Mi agradecimiento se verá en el campo. Ganas de empezar ya”, escribió el futbolista en las redes sociales nada más hacerse oficial el acuerdo. El Celta despachó con el asunto con indiferencia, apenas tres líneas en su página web. “El RC Celta y el RCD Espanyol cerraron el acuerdo para que Denis Suárez juegue en el conjunto barcelonés lo que resta de temporada 2022-23”, se limita a señalar el escueto comunicado difundido por el club, que prescindió de la habitual coletilla de desear suerte al jugador en los nuevos proyectos que emprenda. La extrema frialdad con que el Celta resolvió la marcha de un futbolista cuya venta le ayudó en tiempos de penuria económica y que, pese a todo, ha defendido con profesionalidad la zamarra celeste a lo largo de 105 partidos, contrastó con la cariñosa despedida que el futbolista dedicó al equipo y a la afición a través de un vídeo de elaboración propia difundido ayer tarde en las redes sociales. “Desde que era pequeñito siempre quise jugar en el primer equipo del Celta. Es una sensación que no se puede expresar con palabras”, señala al salcedense, que acompaña sus palabras con imágenes de él en Balaídos y la ciudad. “Me gustaría haber hecho carrera aquí, estar muchos años, pero por razones ajenas a lo deportivo me toca irme. Son etapas de la vida. No sé qué deparará el futuro, pero ojalá pueda volver algún día porque considero al Celta mi casa. Me fui muy joven, con 16 años, para ayudar al club en una etapa complicada, tuve la suerte de acabar volviendo y de vivir mi sueño. Jugar en Balaídos con la camiseta celeste es algo que no olvidaré nunca”, agrega el canterano, que se define como un celtista más. “Me voy triste, pero a la vez estoy orgulloso y agradecido por estos años. Siempre que pueda volveré al estadio a apoyar al Celta y apoyaré a mi equipo desde la distancia. Me voy con la cabeza alta de haber dado todo por este club”, concluye.

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