Mallorca 1 - 0 Celta

El Celta se va de vacío de Mallorca tras otro partido sin pólvora

Los vigueses fueron incapaces de anotar en un partido muy igualado y su asoman al abismo del descenso | El árbitro no consideró penalti un contacto que desequilibró a Carles Pérez

Frustrante noche de viernes para el Celta, que se vuelve de Mallorca de vacío y al borde del precipicio de las posiciones de descenso. Fue un partido muy igualado, competido, con algunos momentos enloquecidos y muy áspero al final, cuando los locales supieron imponer la ley del otro fútbol, ese en el que los célticos suelen naufragar. Un solitario gol de Dani Rodríguez decidió un choque en el que los vigueses volvieron a exhibir su falta de pólvora.

Hasta el minuto 80, poco reproches caben para el equipo de Carlos Carvalhal, salvo lo más importante de este deporte: su falta de acierto ante la portería rival. Tuvieron el gol en sus botas Iago Aspas, Strand Larsen, Gabri Veiga y Carles Pérez, pero no atinaron. Tampoco ayudó a la causa el árbitro, Pulido Santana, que no consideró suficiente para pitar penalti un contacto en el área que desequilibró al extremo catalán. Sobre el último tramo de partido seguramente el técnico portugués tendrá un par de cosas que decir en la caseta: sus pupilos cayeron una y otra vez en las celadas de los mallorquines y apenas se jugó.

Dio la alternativa Carvalhal a Luca de la Torre y también sentó a Galán para entregarle a Cervi todo el carril izquierdo. No salió mal el experimento; el estadounidense aportó sus conducciones y algún centro peligroso y el argentino defendió con corrección y construyó buenos ataques. Pero se marchará con la mácula de que Maffeo lo superó en la jugada del gol.

Antes de eso, la primera parte brindó un interesante duelo táctico entre los técnicos, con ligera ventaja para el portugués. Construyeron los célticos los mejores ataques, aunque faltó finura en el último cuarto de cancha. Larsen no pudo precisar un centro cuando Aspas entraba solo, el de Moaña marró una contra con un disparo junto al palo y Gabri Veiga no logró imprimir la potencia que suele en un tiro franco desde fuera del área.

A la vuelta del descanso, el viejo zorro Javier Aguirre interpretó las señales e introdujo un doble campo. El Mallorca encerró por momentos al Celta, pero los visitantes respondieron con un contragolpe preciso en todo menos en la finalización. Larsen optó por la misma solución que Aspas antes, y su chut todavía se fue por menos. Pero se fue. Luego, en una jugada muy bien trenzada, Gabri Veiga disparó con la izquierda y poco le faltó al noruego para llegar al rechace de Rajovic. También tuvo una muy clara Muriqi, pero Mingueza le estorbó lo suficiente para que no pudiese ver puerta.

El Real Mallorca - Celta de Vigo, en imágenes

Gabri Veiga pelea por un balón / Cati Cladera (Efe)

Tras ese intercambio, unos minutos de sosiego que rompieron los mallorquines con una de esas jugadas del abc futbolístico. Ruiz de Gallarreta cruzó un balón a la espalda de Cervi para la incorporación de Maffeo. El carrilero controló y Cervi le salió al paso. Parecía que le había ganado el duelo, pero se impuso el local, que colocó un centro raso al corazón del área. Ni Unai ni Mingueza lograron despejar y, desde segunda línea, llegó el gallego Dani Rodríguez para ajusticiar a Marchesín.

Triple cambio

El Celta reaccionó y empujó en busca del empate, pero no hubo manera. Marcó Cervi en una jugada que estaba anulada por una falta previa de Larsen. El noruego sufre el mal de los delanteros grandes: es muy fácil pitarle faltas en contra y muy difícil a favor. Luego Carvalhal introdujo un triple cambio, con Paciencia, Óscar Rodríguez y Carles Pérez. En su primera jugada, el extremo catalán encaró, entró en el área, superó al rival y se fue al suelo después de que el defensa lo desequilibrase. Insuficiente para pitar penalti, de acuerdo con el criterio de Pulido Santana.

A la jugada siguieron 15 minutos de asedio, en los que el Celta intentó el empate por todas las vías. No hubo forma y, cuando más acorralado estaba, el Mallorca supo tirar de inteligencia para frenar el partido, primero, y embarullarlo en discusiones, después. Los célticos, desesperados, picaron y entre el 80 y el 95 casi no fueron capaces de llevar el balón al área. Era un partido para ganar calma, pero los de Carvalhal se vuelven a Vigo con urgencias.