El Celta se entrega por completo a Luis Campos, diseñador de la operación que ha dado un vuelco a la situación deportiva del club. Carlos Carvalhal se convirtió ayer en el nuevo entrenador del equipo vigués tras la sorprendente destitución de Eduardo “Chacho” Coudet, que no ha sobrevivido a la reciente crisis de resultados que tuvo el pasado sábado en Almería su último episodio con la derrota por 3-1.
El adiós del técnico no parecía estar en el foco del club, pero sí en el de su reconocido director deportivo. Luis Campos presentó el pasado lunes a la directiva viguesa un informe demoledor en el que relataba las numerosas deficiencias del equipo, su caída de rendimiento en las últimas semanas y el bloqueo que sufría su juego. Todo ello aderezado con lo que desde su punto de vista era una deficiente gestión de la plantilla. El informe concluía con la necesidad de buscar un revulsivo inmediato en el relevo del entrenador.
El Celta aceptó sin resquicio de ninguna clase el dictamen de Luis Campos. Hace unos meses el club celebró como un gran éxito la contratación del director deportivo portugués, pretendido por buena parte de los grandes equipos europeos y que compatibiliza su trabajo en el Celta con el París Saint Germain. En los despachos de Príncipe entendieron que si habían entregado el proyecto deportivo a Luis Campos era con todas las consecuencias. Ese mismo lunes tuvieron clara la destitución de Eduardo Coudet. Al mismo tiempo Luis Campos ofreció al Celta el nombre de quien a su juicio debía ser su recambio. Un hombre de su cuerda, alguien a quien conoce desde hace muchos años y que llega avalado por los buenos años en el Río Ave y sobre todo en el Sporting de Braga. Se trata de Carlos Carvalhal, técnico de 56 años, que ayer se convirtió en el segundo entrenador portugués que dirige el Celta después de Miguel Cardoso y firma por dos temporadas con lo que se convertirá –si nada se tuerce– en el entrenador del centenario del club vigués. También el miércoles, bien temprano, fue el momento que el club eligió para comunicarle a Eduardo Coudet su destitución.Con su finiquito no existe ninguna clase de problema. El Celta le paga lo que resta hasta el 30 de junio, que era el punto final de su contrato. Había una opción de prolongar el contrato una temporada más.
Con esta decisión el proyecto del equipo vigués ya es completamente de Luis Campos que confeccionó en verano la lista de incorporaciones de la mano del club y acorde a sus posibilidades. Coudet era, de alguna forma, una herencia del pasado que él asumió también como suya. Cuando se sentaron en verano pareció que existía buena sintonía entre ambos, aunque en el fondo hubiese muchas cosas que les distanciaban. La más evidente era la escasa participación que tenían algunos de los futbolistas que habían llegado el verano de manos del portugués mientras Coudet priorizaba en sus decisiones el grupo de futbolistas “de su cuerda”. La relación se sostuvo hasta que el equipo encadenó esta racha de resultados negativos que le ha llevado a una zona complicada de la clasificación, aunque no muy lejos de la zona tranquila. La posibilidad de esperar al parón del Mundial –que concede tiempo para la reflexión, el análisis y las decisiones más meditadas– se descartó porque a ojos de Campos el equipo había entrado en una caída sin freno y que solo un cambio radical les concedería el impulso para estar en condiciones de superar los dos compromisos inminentes, ante el Osasuna y el Rayo Vallecano.
Buena salida
El Celta quiso romper con Coudet de la mejor de las maneras. De las fórmulas existentes para decirle adiós públicamente eligieron la más cariñosa, bien regada de términos elogiosos: “El club, tras esta difícil decisión, quiere expresarle a Coudet y a sus ayudantes su más sincero agradecimiento por la entrega, honestidad y profesionalidad que mostraron desde el primer día de su etapa en Vigo, en la que siempre ofrecieron una actitud encomiable y realizaron un trabajo excepcional, sin regatear esfuerzos y con una implicación ejemplar”, señala el club. Una explicación bastante alejada de la frialdad empleada en otros casos.
Poco después del despido de Coudet, que se despediría horas después en la sede de Príncipe, el Celta anunció la llegada de Carlos Carvalhal. El técnico, que llevaba días en alerta, se presentó para conocer por la mañana las instalaciones de Afouteza y a primera hora de la tarde dirigir el entrenamiento. Carlos Mouriño y el vicepresidente Ricardo Barros le acompañaron para presentarle a los integrantes de la plantilla.
En todo el proceso no ha estado presente Luis Campos que después de la reunión con el club el lunes y perfilar la llegada de Carvalhal el martes se desplazó a Turín para acompañar al París Saint Germain en el encuentro que los franceses debían disputar ante la Juventus dentro de la Liga de Campeones.
