Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Libre Directo

De arquitectos y aparejadores

Campos, arriba en el centro, durante un partido en Balaídos. MARTA G. BREA

Hace meses, cuando el Celta y Luis Campos buscaban en el diccionario la fórmula ideal para bautizar su relación y explicársela a los parroquianos, el portugués deslizó aquello del “arquitecto del proyecto”. Una solución que generó un lógico entusiasmo en Príncipe: además de un director deportivo de primer nivel el Celta había fichado un publicista. Y juntos, llevados por un ardor casi adolescente, decidieron levantar un edificio sin caer en la cuenta de que no tenían en nómina al aparejador que les convenía para semejante obra.

Coudet ha sido un feliz suceso en la historia reciente del Celta, más allá de que muchas de sus decisiones generasen algún chasquido de lengua en el palco. El argentino llegó después de dos años en los que el equipo se balanceó en el precipicio, rezando para que un remate a deshora no le enviase de cabeza al infame pozo de la Segunda División (aún dura el sudor frío de aquella tarde en Cornellá). Le dio en poco tiempo resultados, estabilidad y nervio, algo impensable viendo al zombie que había recogido de la puerta de la morgue.

El Celta ha vivido tranquilo con él y ha cumplido con holgura el objetivo marcado cada temporada. Lo hizo agarrado a su plan de juego y a sus fieles pretorianos, a muchos de los cuales reclutó él mismo cumpliendo con los requisitos económicos que imponía la situación del club y el límite salarial de Tebas. Ni un reproche se le puede poner en ese sentido. Tampoco hacia su comportamiento y la lealtad mostrada hacia el club durante su estancia. El argentino ha sido transparente durante los dos años que ha permanecido en el cargo. Se le veía venir de lejos y nadie puede hacerse ahora el sorprendido con sus decisiones. Resultaba algo incoherente que fuese el entrenador elegido para edificar el proyecto de Luis Campos. Coudet sabe hacer casas, lo ha demostrado desde que saltó del campo al potro de torturas que son los banquillos, pero no el tipo de adosado que el Celta y su arquitecto planificaron en las conversaciones de comienzos de año.

El Celta ha vivido tranquilo con él y ha cumplido con holgura el objetivo marcado cada temporada

decoration

Seguramente faltó honestidad y claridad por ambas partes en verano, cuando se reunían y se contaban medias verdades. El Celta creyó en exceso que ejercería de Pigmalión y le arrastraría hacia sus tesis; y el técnico debió asumir que no era la clase de entrenador que el Celta buscaba, que su rigidez iba en contra de un plan que pasaba por dar vuelo al producto de casa y al importado de mercados remotos. Les faltó mirarse a los ojos con mayor franqueza en esos momentos de ligera duda. En otro tiempo podían haber sobrevivido perfectamente sin hacerse demasiado daño, como las parejas que atraviesan dificultades y aún así vuelven a celebrar un Fin de Año juntos porque temen más al adiós, o al día siguiente, que al aburrimiento. Pero con Luis Campos en escena la historia es diferente. El Celta ha contratado a una estrella en lo suyo, alguien que seguramente no esté demasiados años trabajando en Vigo, y no podía perder tiempo agarrado a un entrenador que trataba de avanzar por un camino distinto del elegido por el club. Cuando llegó la primera serie de malos resultados y se hizo patente el bloqueo del equipo ya no había nada que sostuviera la relación. La ruptura era la solución lógica; lo discutible es que no se hubiese producido en verano.

Más allá del caso concreto de Coudet, hay otra reflexión necesaria en este momento. El Celta ha cambiado de entrenador en noviembre cuatro de las últimas cinco temporadas (Carvalhal debería ir preparando la solicitud de excedencia de un mes para finales de octubre). Solo en 2021 permaneció la guillotina guardada en el sótano de la sede. Más que una fijación es la prueba de que en verano se cometen demasiados errores y se da continuidad a algo que carece de las raíces necesarias para resistir las tormentas que el fútbol siempre trae, como los frentes que anuncia el hombre del tiempo.

No estaría de más que el arquitecto le contase al celtismo la clase de casa que ha ideado para ellos y cómo piensa hacerla

decoration

En ese mes maldito han caído Mohamed, Escribá, Oscar y Coudet. Ninguno de ellos debía haber continuado después de las hogueras de San Juan (bueno, Mohamed no debía haber cruzado el umbral de la puerta). Pero en todos los casos pudo más el buen sabor de boca del resultado reciente que las dudas que despertaba el futuro. No es sencillo decidir en esos momentos qué es lo mejor para el club. El fútbol tiene ciento cincuenta años de vida y ése sigue siendo uno de sus misterios indescifrables. El Celta ha contratado a Luis Campos para que le ayude a desentrañarlo. También para que lo explique, no solo en los despachos de Afouteza. Porque no estaría de más que el arquitecto le contase al celtismo la clase de casa que ha ideado para ellos y cómo piensa hacerla.

Compartir el artículo

stats