Aspas es un jugador eterno. Por eso también es un jugador de otra época. Quinto gol en cuatro jornadas. Pichichi y Zarra en la clasificación. Iguala a Pahíño, que en 1947 había iniciado la Liga con cuatro dobletes consecutivos ante Bilbao, Oviedo, Alcoyano y Tarragona. Aún marcaría sendos tantos a Madrid y Barcelona antes de frenar su racha. Con esa leyenda compite Aspas, que en realidad habita hace tiempo junto a todos los grandes mitos celestes.

“Muy contento después del segundo tiempo. En el primero ninguno estuvimos bien. Nos costó circular el balón y no fuimos capaces de entrarle a los espacios a espalda de sus centrales”, explica el moañés con su habitual precisión. “El mister ha hecho dos cambios y al ponernos por delante todo nos ha salido de cara. El apoyo de la gente me ha ayudado a marcar el segundo gol”.

Aspas celebra uno de sus dos goles. Ricardo Grobas

Uno de esos cambios fue el de Larsen. “Ha tenido un impacto brutal en el partido”, resume Aspas, que descarta cualquier dificultad idiomática: “Entender, entiendo un poco el inglés. Hablar lo llevo más jodido. Los buenos jugadores se entienden en el campo. No hacen falta muchas palabras”.

Una vez más le piden un mensaje para Luis Enrique: “El mensaje es lo que hecho con mi equipo durante 90 minutos, ayudándole a ganar, y lo que llevo haciendo los últimos años, tratar de conseguir goles y asistencias para que quede más arriba mi equipo”.