Los datos de asistencia en Balaídos hay que medirlos en términos relativos y no absolutos. Es necesario tener en cuenta el lugar del que viene el club, lo sucedido en los últimos años y la situación actual del estadio (con una grada en obras y una serie de iniciativas en marcha que habrá que medir con el tiempo). Ayer cerca de catorce mil espectadores se reunieron en el coliseo vigués. El año pasado, sin ir más lejos,habría sido una de las mejores entradas de la temporada. Se produce en la primera fecha del calendario y con bastante gente que seguramente aún estén de vacaciones y lejos de Vigo. Por lo tanto, la tarde cumplió de alguna manera las expectativas que se habían planteado los responsables del Celta que están convencidos de que en el futuro las cosas van a ir a mejor.

Lo que sí se pudo comprobar es que el estadio empuja y que ya no es el problema de otro tiempo para el equipo. La grada de animación ejerce una influencia poderosa en el ambiente del campo que pivota en función de lo que sale de Río Bajo, donde se apilan los más de dos mil inquilinos de ese sector y que lanzan continuas miradas hacia las obras de Marcador porque antes o después su lugar en el estadio estará detrás de una de las porterías del estadio. Con suerte (mucha) podría producirse esta misma temporada la mudanza de grada. El público emana cariño hacia los suyos. Los hay que han caído en pie como Gonçalo Paciencia y a otros se les agradeció su esfuerzo por estar en Vigo como es el caso de Carles Pérez, ovacionado de forma encendida por la grada cuando le tocó pisar por primera vez el campo. El último minuto de partido enturbió la tarde y la dejó sin el colofón ideal.