Iago Aspas fija su horizonte en 2025
El club anuncia la prolongación del contrato del astro moañés, que concluía en junio de 2023, por dos temporadas más | El jugador tendrá entonces 37 años, la edad que ha mencionado a veces para retirarse

Iago Aspas y Jennifer Rueda, con sus tres hijos: Thiago, Mía y Aleix. / I.ASPAS10

Iago Aspas serena las aguas inquietas de la pretemporada. Al menos concede al celtismo un alegre paréntesis en la tribulación de los lentos fichajes. El moañés, cuya contrato concluía en 2023, lo ha prolongado hasta 2025. El club lo anunció ayer, aprovechando el Día de Galicia, con tanta planificación como reflejos. Aspas acude a los despachos como a las canchas, al rescate. Ejerce como parapeto permanente contra los cataclismos. La directiva, a su vez, premia su compromiso y su talento. El presidente, Carlos Mouriño, y el director general, Antonio Chaves, han contribuido a imprimir su leyenda. Lo repatriaron de Sevilla en 2015, lo han mimado en sus fragilidades y han desoído cualquier oferta, como aquella de China en 2018. Mientras todo cambia alrededor, este matrimonio entre directiva y jugador no se desgasta. Aspas se retirará de celeste. Su pelele y su sudario.

Aspas y Carlos Mouriño, tras firmar la renovación. / RC Celta
El recordatorio de su finitud constituye el envés angustioso de la noticia. Es la tercera renovación desde su regreso, tras las de 2017 y 2020. Posiblemente sea la última. Aspas se habrá situado al borde de los 38 años en junio de 2025. La edad que él mismo ha mencionado como apropiada para colgar las botas. “Espera tres años”, le replicó en redes sociales a Brais a mediados de junio, cuando éste, viéndolo con el dorsal 11 en ropa de entrenamiento, en broma le agradecía haberle cedido ya el 10. La jovial madurez física y la inagotable pasión futbolística de Aspas impiden pronosticar su clausura. La inevitabilidad biológica invita a disfrutar de cada segundo que le reste.
Así que quedan capítulos que añadir a su gran historia. Este relato se escribe en la acumulación de las cifras: 418 partidos entre todas las competiciones (269 en Primera con el Celta), 184 goles (133), 63 asistencias (48), máximo goleador de la historia del club e igualado con Villa en cuatro trofeos Zarra. Pero no se contiene en la aritmética. Aspas es el niño que mintió sobre su edad cuando subió a A Madroa con ocho años para que el Celta lo reclutase; el adolescente rebelde que pudo perderse y se reencontró en una cesión al Rápido de Bouzas; el veinteañero que posiblemente salvó al club de su desaparición y que en todo caso impidió el descenso a Segunda B en el doblete de su debut real ante el Alavés; el treinteañero que lloró de angustia y alivio tras la remontada ante el Villarreal que inició A Nosa Reconquista. Cada década de su vida se retrata en celeste igual que el Celta se retrata en él; en sus carcajadas y en sus sollozos.
El romance de Aspas no seduce por su perfección, sino en los claroscuros. Aspas sobrevivió a las sospechas sobre su juego que retrasaron su eclosión profesional; lideró el ascenso tras el dolor de Granada; se redimió de su expulsión en Riazor en 2013 convirtiéndose en el verdugo insistente del Deportivo; aprendió en las suplencias de Liverpool y Sevilla... Esa resiliencia se tasa en dos imágenes: de Colotto ‘sodomizando’ a Aspas en el derbi de Segunda, en una foto que DXT llevó jocosamente a su portada, a Colotto con la cintura quebrada, en la acción de la asistencia a Insa que culminó el milagro del 4 por ciento, convertida en canción de la grada.
Aspas ha crecido como persona, como futbolista y como mito viviente. El mocoso que recibía alborozado a su hermano Jonathan en Peinador tras un Europeo Sub 16 y que declaraba con 11 años a la TVG que su sueño era “xogar no Celta” se ha convertido en el padre de Tiago, Mía y Aleix. El atacante desordenado a quien Paco Herrera no se atrevía a ubicar como mediapunta exhibe su sabiduría inagotable en cada maniobra y cada metro. Aún arde el fuego interior, protegido del tarjeteo por su prestigio. El ninguneo de Luis Enrique persiste como polémica general en cada convocatoria. El jugador más importante de la historia del Celta en la suma de sus gestas, acaso también el mejor, se ha consolidado como un ídolo del fútbol español.
No oculta Iago Aspas que le gustaría coronar este camino extraordinario con el título que falta en las vitrinas del club antes de mudarse a las oficinas de la dirección deportiva. Dos semifinales de Copa y una de Europa League componen su techo. Se vaciará en el intento de traspasar esa última frontera. Ya hace tiempo que él ha conquistado la máxima distinción. Está condensada en el mural que le han dedicado en la pared de Noso Luar. Aspas se asoma a la explanada de Tribuna desde la calle Pinal, apretándose el escudo en su gesto eterno. “Afouteza e corazón”, se ha escrito al lado. “Orgullo da nosa terra”.

Aspas y Mallo, en el partido contra el Betis. / Ricardo Grobas
“Si Aspas fuese argentino, valdría 15 millones de euros”, calculó Chuti Molina, coordinador de la cantera, en tiempos de Pepe Murcia, lejos aún de la epifanía de Eusebio Sacristán. Se antojó exagerado. Resultó premonitorio. El Liverpool llegó a pagar 9 en 2013. Hace ya tiempo que Aspas está fuera del mercado. Al cabo Chuti se quedó corto. Aspas no tiene precio.
Hugo Mallo pronto firmará el certificado de “one club man”
Esta era del Celta incluye el lustro oscuro en Segunda, con la entidad herida de muerte, y la posterior resurrección deportiva e institucional. Incluirá al menos once temporadas en Primera División y eliminatorias inolvidables en Copa y Europa League. Habrá nombres imprescindibles en el banquillo y las plantillas. Se resaltará el peso de los canteranos. Pero se resumirá sobre todo en Iago Aspas y Hugo Mallo, moañés y marinense; orillas contrarias del Morrazo hermanadas en el Celta. Aspas renovó ayer hasta 2025. Mallo ampliará su propio contrato, que concluye en 2023, más temprano que tarde, según anticipan las fuentes consultadas. Y será el que prácticamente certifique su condición de hombre de un solo club.
Mallo es más joven que Aspas y llegó antes al primer equipo. No ha probado ninguna aventura foránea. Se ha visto lastrado por lesiones más graves. A diferencia de Aspas, se ha visto cuestionado en las últimas temporadas por un sector del celtismo, pero no por el club, que nunca ha fichado laterales caros. Si Aspas es de carácter inquieto, Mallo se muestra rotundo tras su aparente timidez. El chico que se comportó como un fanático en la grada de Riazor ha sujetado las riendas del vestuario. Solo Óscar García Junyent lo cuestionó. Aspas y Mallo han crecido juntos, empeñados en peleas de calado histórico. Aspas ya ha superado los goles de Hermidita. Mallo batalla contra los partidos de Manolo. Los enumerarán junto a estos y otros colosos en el santoral. Este tiempo les pertenece.
El principal reto es “sobre todo lograr ese ansiado título”
Iago Aspas celebra su renovación con la alegría de lo deseado y la tranquilidad de lo esperado. “Son muchas temporadas”, indica el moañés, que debutó en el ejercicio 07-08, ganó protagonismo en las postrimerías del 08-09 y se instaló al fin entre los mayores en el 09-10. Desde entonces, solo en dos años, uno en Liverpool y otro en Sevilla, se ha ausentado. “Estoy muy feliz de seguir aquí, de seguir disfrutando, de estar con mi gente y seguir batiendo récords en cada temporada. Es un desafío para mí”, proclama.
Aspas se sabe esencial en el club y en el corazón de los aficionados, pero en ningún momento se sitúa por encima de la entidad. “Es un orgullo sentirme querido por la gente. El club está por encima de todos, por encima de cualquier jugador”. Le recuerdan los responsables célticos de comunicación a aquel chiquillo que soñaba con jugar en el Celta y en el diálogo consigo mismo insistiría: “Que siguiera peleando por sus sueños, que a veces los sueños se hacen realidad”.
No ha menguado su energía competitiva desde entonces, pese al desgaste del profesionalismo. “Trato de ponerme un desafío cada temporada, de seguir batiendo récords”. Pero uno descolla por encima de cualquier otro: “Sobre todo lograr ese ansiado título, que es el esperado por cualquier celtista. Pero sin ponernos piedras encima, teniendo tranquilidad. Tenemos una temporada ilusionante”. Aspas ha llegado fino a la temporada. En los dos primeros amistosos solo él ha anotado, uno ante Pumas y otro ante Earthquakes. No tiene prisas. “Cada temporada me decían que me costaba arrancar, que empezaba a meter goles muy tarde. Como decía mi amigo Nolo, los deberes, a final de curso. Mucha gente suspende en la primera evaluación. Lo importante es aprobar a final de curso”.
Y con esa paciencia examina también la situación de la plantilla: “Aún queda mucho para cerrar el mercado. Tienen que llegar compañeros para ayudarnos. Tenemos un gran grupo humano y esperamos tener los brazos abiertos para quien venga”.
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