No es una despedida cualquiera en el desmantelamiento del Celta B. Diego Pampín ha quedado desvinculado del club celeste. Se va el segundo jugador y capitán con más partidos en el filial, 131, solo superados por los 152 de Kevin Vázquez.

Se sabía desde hace meses. Su ciclo en las categorías inferiores se daba por concluido, Coudet no contaba con él en el primer equipo –siempre prefirió otras opciones como alternativa a Galán en el lateral izquierdo– y la directiva no consideró la posibilidad de ampliarle el contrato para cederlo. Pampín quedó en libertad ayer, 30 de junio. Clausura así una etapa primordial a nivel futbolístico y vital. Y aunque afronta con ilusión lo que le espera ahora, no ha querido esconder su melancolía en la despedida.

“Solo tengo palabras de agradecimiento”, condensa en el mensaje colgado en sus redes sociales. Sobre su relato como céltico resume: “Llegué siendo un crío y me marcho ocho años después orgulloso del futbolista y de la persona que mucha de la gente que conocí me ha ayudado a ser”. El coruñés menciona con cariño al club, a su personal y compañeros, pero también a la afición, cuyo apoyo le ha resultado especialmente valioso en esta última temporada, dura por la incertidumbre sobre su futuro y la decepcionante resolución. Ese sentimiento de tristeza no lo vence ni empaña el recorrido. “Me voy con la cabeza alta y muy tranquilo”, asegura y concluye: “He sido muy feliz y quería hacéroslo saber”.