Vigo sigue sintiendo un vacío tras una semana sin Domingo Villar. La noticia de su muerte el pasado miércoles 18 de mayo víctima de un ictus ha abierto una herida en el corazón de la ciudad que tardará mucho tiempo en cicatrizar. Desde que saltó por sorpresa la noticia de su hospitalización, se han multiplicado los homenajes y muestras de cariño que el autor vigués también había recibido en vida.

Él fue la persona que situó a la ciudad y a su ría en el centro del imaginario colectivo a través de las historias del inspector Leo Caldas. Esa fue una de las causas por la que fue nombrado este mismo año Vigués Distinguido. Pero entre todos los honores recibidos por escritor, faltaba uno, el del club de sus amores. El Celta era una de las pasiones de Domingo Villar. Una de las pocas que no trasladó a sus novelas negras pero que compartía siempre que tenía oportunidad dentro y fuera de su ciudad. "El Celta era el vehículo con el que Domingo Villar conducía cómodamente hacia pasiones compartidas", escribía la autora viguesa Lucía Taboada recordando a Villar tras su fallecimiento.

"Igual que los niños juegan al fútbol porque quieren ser Iago Aspas, yo escribía porque quería ser Hemingway"

"Igual que los niños juegan al fútbol porque quieren ser Iago Aspas, yo escribía porque quería ser Hemingway" M. C. / A. C.

Y ese gesto del Celta ha llegado. Después de transmitir su pesar por el fallecimiento el mismo día de la triste noticia, el club vigués ha inscrito los nombres de Domingo Villar y de Leo Caldas para siempre en Balaídos. Desde hoy, dos butacas de la grada del estadio serán únicas con sendas placas para recordar la figura del literato y de su personaje más insigne. "Grazas por tanto, Domingo. Sempre na nosa memoria. Sempre con nós".