El Celta echó el cierre a la temporada en Balaídos con esa sensación que a uno le queda cuando una fiesta no termina por cumplir sus expectativas. Se encendió la luz y los aficionados se fueron ordenadamente a casa convencidos de que lo sucedido en los últimos meses no va a permanecer en el apartado de los recuerdos memorables. Con una sonrisa por el triunfo merecido ante el Elche que permite a Coudet aspirar a una mejor clasificación; decepcionado porque Iago Aspas desaprovechase un puñado de oportunidades para sentenciar el Trofeo Zarra y triste porque el partido supone el adiós a Vigo de futbolistas que han tenido un importante peso en la historia reciente del club.

Casi todos los ojos ayer estaban puestos en Denis y en Aspas. En el primero porque era su último baile en Balaídos teniendo en cuenta que su salida del club fue anunciada hace meses por el presidente Mouriño. Y en el delantero moañés porque necesitaba un gol para dejar resuelto el cuarto Trofeo Zarra, un trofeo individual que se ha convertido en uno de los pocos asideros del equipo en este tramo de temporada. Los dos protagonistas de la tarde conectaron de inmediato en el minuto nueve cuando tras una buena conducción de Araújo, el balón llegó a Aspas que puso un balón de oro al corazón del área para que Denis fusilase a Casilla. Una bonita forma de despedirse de Balaídos. Un gol, un beso a la camiseta, un gesto a una grada que volvió a dejar patente su apoyo al de Salceda. El gol fue el premio a un Celta que se manejó con suficiencia ante un Elche que dejó claro que no tenía intención de decir gran cosa. Coudet, fiel a sus pretorianos, suplió con Solari la ausencia de Cervi y Nolito que le dejaba huérfano en la izquierda. El argentino le dio al equipo un extra de energía en el primer tiempo y aportó interesantes llegadas, algo que se echa de menos en ocasiones en la segunda línea del Celta. Ayer fue de las cosas que mejor funcionaron en el arranque. El Elche, anclado con tres centrales, se dedicó a resistir. Ni el gol en contra les alteró. El partido era un estorbo para ellos y la cuestión era pasar el tiempo sin más pretensiones.

Todo lo contrario sucedía con Aspas que sí tenía una misión en la tarde de ayer. Igualado a RDT en cabeza del Zarra y sabiendo que el delantero del Espanyol no jugará la última jornada por sanción, el moañés necesitaba un gol para liquidar la cuestión. En el segundo tiempo tuvo numerosas oportunidades para hacerlo. Unas se las fabricó él y en otras los compañeros hicieron lo posible por alimentarle. Pero en esa pequeña celebración hubo un invitado inesperado: Kiko Casilla. El portero del Elche firmó cuatro intervenciones de mérito en situaciones de mano a mano con Aspas que terminó el partido fundido después de acumular esfuerzos en jugadas que siempre trataba de terminar de la mejor manera.

Para el Celta el partido era un trámite. El Elche solo dispuso una ocasión en el segundo tiempo e incluso la lesión de Beltrán no tuvo mayor incidencia en el partido. Entró en su lugar Gabri Veiga que, aunque acusa el ritmo al que se juega en Primera División, dejó detalles muy interesantes y cumplió de sobra en la media hora que estuvo en el campo. Coudet no rebajó la tensión de la exigencia en ese último tramo e incluso tomó decisiones estrambóticas como al de alinear a Galán como un delantero más para evitar que Orbelín jugase los últimos minutos. Todo sea por escalar alguna posición en la tabla.