Solo el particular criterio de González Fuertes sepultó al Celta y permitió al Real Madrid llevarse de Balaídos una angustiosa victoria que le acerca un poco más al título de Liga. Al margen del buen comportamiento del equipo vigués, más generoso que su rival y que nunca le torció la cara al partido pese a las bofetadas que le llovían sin parar, el destino del partido estuvo más que nunca en las manos de quien debía impartir justicia. El colegiado asturiano tuvo que tomar cuatro decisiones capitales en acciones “fronterizas”, de las que permiten infinitas interpretaciones. Grises las llaman ahora; las dudosas de toda la vida. Todas cayeron del lado del equipo blanco. Tampoco hubo corrección desde la sala del VAR porque el fútbol español ha convertido el contacto en dogma de fe. Da igual que sea fortuito o que quien golpea sea la presunta víctima. Si hay contacto cualquier decisión está justificada. El Celta se llevó en el desigual reparto tres penaltis en contra. Y de postre, un gol anulado a Thiago Galhardo. Para los de Coudet el choque fue como salir a correr con una mochila cargada de piedras a la espalda. Y aún así no estuvo lejos de ganar esa carrera.

El Real Madrid solo pisó el área del Celta para tirar penaltis. Nada más. No tuvo Dituro más noticias de los atacantes blancos, reducidos por el buen comportamiento general del equipo vigués, mucho más implicado en cada uno de los duelos y que, con una presión que no aflojó en toda la tarde, mantuvo al Real Madrid siempre en una posición incómoda. No puede decir lo mismo Courtois, el otro gran protagonista del duelo. El meta belga hace tiempo que se ha consagrado como el mejor del mundo en su puesto y no desaprovecha la menor ocasión para demostrarlo. Ayer fue uno de esos días. Irrumpió en escena a los trece minutos para sacar un gran remate de Denis Suárez con el que el Celta, instalado en el campo del Real Madrid, había saludado la tarde. Fue el preludio de la aparición de González Fuertes que en el minuto 18 convirtió en penalti un ligerísimo contacto de Nolito –tan voluntarioso como desacertado– con Militao. Benzema ejecutó a Dituro con suficiencia.

El Real Madrid solo pisó el área del Celta para tirar penaltis. Nada más. No tuvo Dituro más noticias de los atacantes blancos, reducidos por el buen comportamiento general del equipo vigués

El Celta, que demostró tener buena mandíbula, respondió a ese revés con una pizca de indiferencia y altas dosis de energía. Iago Aspas lanzó una falta de forma primorosa y Courtois respondió con una intervención que merece entrar en la antología de las mejores paradas de la historia de la competición. Por su dificultad y plasticidad. Jugaba mejor el Celta, acompado cerca del área del Real Madrid, anulando con su superioridad en el medio a Kroos y Modric y bien resguardado en defensa con la seguridad de Aidoo y sobre todo por Kevin Vázquez que redujo a la nada una de las grandes amenazas del Real Madrid: Vinicius. El brasileño pasó por Balaídos sin pena ni gloria. El lateral de Nigrán supo anticipar, fue más entusiasta y nunca le ofreció las situaciones en las que el atacante se siente más cómodo. y es más peligroso. Solo le faltaba a los vigueses un poco más de implicación de los atacantes que acompañaban a Aspas. Felizmente sí ocurrió poco antes del descanso. Nolito puso un centro en el lugar correcto a Galhardo que conectó un buen cabezazo. El balón, tras una mano incomprensible de Courtois, se fue al palo y correteó cerca de la línea hasta que entró en la portería. Aspas, consciente de que tal vez estaba en fuera de juego, custodió el recorrido de la pelota mientras Alaba trataba de evitar el gol. Cuando la pelota atravesó la línea de portería el VAR despertó de su letargo y llamó a González Fuertes que entendió, en una metórica exploración, que el moañés había impedido al defensa del Real Madrid despejar a tiempo. Gol anulado; dos de dos.

Volvió el Celta del descanso con la misma voluntad. E incluso con más herramientas para hacer daño porque despertó de su siesta Brais Méndez, demasiado impreciso en la primera mitad. Del ingenio del canterano brotaron tres o cuatro transiciones que provocaron un alboroto en las filas del Real Madrid. En una de ellas consiguieron circular el balón con velocidad para que Javi Galán pusiese un balón en el corazón del área donde este Nolito crepuscular remató con la pierna izquierda para anotar el gol del empate.

La jugada más clara de todas, pero sin embargo acabó en el tercer penalti en contra del Celta. Cuatro de cuatro. Esta vez no perdonó Benzema

Zozobra en el Real Madrid que escuchaba cómo afilaban los cuchillos sus perseguidores y que achicó agua en los siguientes minutos ante un Celta que amenazaba por el costado de Galán y que con la entrada de Cervi había ganado mordiente y finura en ataque. Un agobio del que le sacó otra vez el criterio de González Fuertes que señaló penalti en una acción en la que Rodrygo ejerció de veterano y Murillo, una de las novedades del partido, de pobre novato. Puso el colombiano el pie delante y en su busca se fue el delantero brasileño para provocar un ligero encuentro. Penalti. Tres de tres. Lanzó Benzema y Dituro respondió con una gran parada. La estallido de felicidad le duró poco al Celta porque cinco minutos después González Fuertes castigó con otra pena máxima una absurda caída de Mendy en el área cuando Kevin trataba de retirarse de la escena. La jugada más clara de todas, pero sin embargo acabó en el tercer penalti en contra del Celta. Cuatro de cuatro. Esta vez no perdonó Benzema.

No se entregaron los de Coudet. Al técnico le sonó la alarma del cambio de Tapia (uno de esos que viene ya programado desde casa) y pese a quedarse sin Beltrán, que pone orden y luz al juego del Celta, los vigueses encerraron con lo que les quedaba de fuerzas al Real Madrid en su área. Galán, al que tampoco pudo frenar Carvajal, siguió poniendo centros desde la izquierda hasta acabar reventado. En esos instantes finales le faltó remate al Celta que tampoco encontró la solución en la postrera aparición de Santi Mina en el campo o en los últimos balones parados en los que volvió a poner de manifiesto que ofensivamente es una de sus grandes lagunas. El Celta acabó el partido donde debe: en el área de Courtois poniendo en jaque al previsible campeón de Liga. La prueba de que este equipo, con sus evidentes defectos, mantiene su alma intacta pese a atravesar un momento de la temporada en el que el principal aliciente para los jugadores es elegir su destino de vacaciones.