Ver más galerías relacionadas
Edgar Melchor
Ver galería >FARO recompila las mejores imágenes del conjunto celeste con sus intrahistorias durante las dos décadas
FARO recompila las mejores imágenes del conjunto celeste con sus intrahistorias durante las dos décadas
Ramón Polo Pardo es el mayor goleador de la historia del Celta. Nació en el municipio coruñés de Corcubión, aunque se crió en A Guarda por motivos laborales de su padre. Es considerado el primer gran jugador de la Costa da Morte y defendió la elástica viguesa desde su inauguración en 1923 hasta 1935 llevando a sus vitrinas cuatro campeonatos gallegos de forma consecutiva. A pesar de que Iago Aspas -segundo en la lista- ya ha superado las 160 dianas que figuran oficialmente en el contador de Polo, la imprecisión en las crónicas de la época invita a pensar que son más los tantos materializados por el delantero brigantino, por lo que se mantiene como máximo transformador celeste casi un siglo después de su debut.
En la imagen, Polo marca un gol en un partido del Campeonato de Galicia celebrado en el campo de Coia. Tres veces internacional con España, este coruñés jugaba de delantero interior izquierdo y siempre se le recordará por conseguir un tanto de penalti con el peroné roto ante el Deportivo de la Coruña en 1930.
Manuel 'Nolete' Copena Araújo, nacido en Gondomar y licenciado en Magisterio, llega al Celta en 1932 procedente del Eiriña de Pontevedra y se convierte en el tercer máximo anotador de la historia del club celeste con 148 tantos más 12 de dudosa autoría, según la cuenta de Twitter Afouteza e Corazón. Fue el pichichi de la temporada 1935-36 y en la fase de ascenso de ese año para regalarle al Celta su primera temporada en la primera división.
Delantero de gran porte, se caracterizaba por vestir un paño blanco a la cabeza en cada partido, con el que conquistó a la afición celeste gracias a su carácter. "Nolete no solo representó el espíritu del Celta, sino el orgullo de nuestra raza", escribió el exjugador del Celta Padrón en las páginas de FARO. Tanto fue así que rechazó una oferta del Real Madrid. Tras su etapa como futbolista, llegó a ser profesor en el instituto Santa Irene de Vigo y fue, además, alcalde de Baiona.
El Zaragoza fue el primer rival del Celta en la Copa de España en la temporada 1932-33. Como ocurrió en aquella final de Copa del Rey años más tarde, los maños silenciaron las ilusiones de la parroquia celeste. Ambos conjuntos empataron a unos en la capital aragonesa, lo que llenó de entusiasmo a los célticos, pero el partido de vuelta, con un Balaídos volcado, acabó en derrota y eliminación: 2-3. En la fotografía, un gol vigués en uno de los choques.
De jugador a cuidador del césped de Balaídos. Ángel Iglesias Rodríguez, apodado Machicha I, compartía ataque con Ramón Polo y Nolete. En su primera temporada con la zamarra celeste, en la 1932-33, fue el máximo artillero del equipo con 12 goles. Curiosamente, llegó al Celta junto a su hermano, José Iglesias, Machicha II. Ambos consiguieron el primer ascenso a la categoría de oro del fútbol español para el Celta en la 35-36, la cual acabarían jugando en la 39-40 tras el parón por la Guerra Civil. (Foto cedida por Yo jugué en el Celta)
Cuando se retiró, dado que su familia vivía cerca de Balaídos, pasaría a ser el responsable de mantenimiento del estadio. Su hijo, Ángel Iglesias Domínguez, fue uno de los querubines de la cantera del Celta que acabó conquistando el corazón de otro equipo, el del Cádiz, donde se alzó como uno de los jugadores con mejor promedio goleador en la historia del conjunto gaditano. (Foto cedida por Yo jugué en el Celta)
Delantero centro nacido en Santa Cruz de Tenerife, Juan del Pino llegó en la temporada 1940-41 junto a otros tres canarios: Victorero, Sabina y Mundo. El ariete, con un remate exquisito, suplía a un ya veterano Nolete. Su mejor año fue el siguiente a su estreno, con 23 goles en primera división, récord en una campaña en la historia del Celta, igualado por el vigués Mauro en la 1955-56. (Foto cedida por Yo jugué en el Celta)
Del Pino llegó a ser llamado por la selección española, pero un cambio físico repentino hizo que se ausentase de la cita a última hora: sufrió la llamada por entonces "enfermedad del amor".
Ese contratiempo le hizo perder la práctica totalidad de su pelo, además de adquirir un tono más rubio, como se aprecia en la imagen. (Foto cedida por Yo jugué en el Celta)
Después de tres años en el Celta y 52 goles en su haber, el Sabadell se hizo con los servicios del tinerfeño tras pagar una cantidad importante de dinero. Finalmente, se retiró en Venezuela, donde falleció en mayo del 1989.
Compañero de ataque de Ramón Polo, Rogelio Tapia destacaba por su potencial y, sobre todo, por su olfato goleador: es el jugador con el mejor promedio ante la portería de toda la historia del Celta, con un tanto cada 85 minutos; hizo 119 dianas en 113 encuentros durante las siete temporadas que vistió la celeste. (Foto cedida por Yo jugué en el Celta)
Tapia celebra uno de sus goles, ante el Racing de Santander. Otro de los hitos del delantero de Lavadores es el de ser el futbolista del Celta que consiguió la mayor cantidad de tantos en un solo choque oficial: ni más ni menos que ocho en la victoria de su equipo por 15-0 ante, curiosamente, el Unión Sporting de Lavadores el 17 de enero de 1926 en el Campeonato Regional de Galicia.
El ourensano Agustín Jarabo jugó en el Celta prácticamente toda su carrera futbolística, que fue corta, como lo fue también su vida: falleció en su casa de Lugo a los 49 años de edad. Comenzó a vestir la celeste en la histórica temporada 1935-36, la del ascenso a primera división, erigiéndose como uno de los arietes más punteros del conjunto. Con la llegada de la Guerra Civil, cambió el traje de futbolista por el de soldado de infantería destinado en Asturias y Extremadura. Tras el conflicto bélico, regresó a los campos, pero en la 1943-44, dejó el Celta por diferencias con la directiva. Acabó jugando después para la Cultural Leonesa en segunda división.
Ídolo en el Celta, en el Dépor y en el Real Madrid, Manuel Fernández Fernández, eternamente conocido como Pahíño, es uno de los estandartes históricos de la liga española. Hábil con las dos piernas y con la testa, sobre todo en el área rival, consiguió ser dos veces pichichi, una con el conjunto vigués en el 1948 -la única vez en la historia del club celeste- y otra con los merengues, en 1952.
En la imagen, Pahíño en la semifinal de la Copa del Generalísimo de 1948 contra el Espanyol, en la que vencieron los célticos. El Sevilla frenó su sueño de levantar el título tras remontarle un 0-1 para acabar 4-1. El delantero siempre será conocido, además, por desafiar al régimen: "Irrespetuoso con los símbolos de la Patria" y "qué se puede esperar de un individuo que lee a Tolstoi y Dostoievski", escribía el diario franquista Arriba. También admiraba a Ramón Cabanillas y a Ernest Hemingway. Esto le costó no ser convocado durante años con la selección española, perdiéndose la Copa del Mundo en Brasil: "Ser de izquierdas me impidió ir al Mundial de 1950", llegó a afirmar él mismo.
Pahíño, con la zamarra del Real Madrid, equipo del que era aficionado desde niño y por el que fichó finalmente tras enviar una carta personal de ofrecimiento después de disputar cinco temporadas con el Celta: "Era un botones. Tenía que ir haciendo reverencias a los jefes", afirmó tras su marcha del club celeste debido a diferencias con los dirigentes.
Después de otras cinco campañas de blanco, dejó el conjunto de la capital tras no aceptar una renovación por un año, no llegando, así, a cumplir "uno de sus sueños: jugar con el mítico Alfredo Di Stéfano, fichado unos meses más tarde y que luciría en el Madrid el nueve que dejó vacante el gallego", describe el club de Chamartín en su página web. "Fue una lástima no poder jugar junto a Pahíño, porque juntos hubiéramos marcado una pila de goles", llegó a admitir el propio jugador.
En la imagen, el que fue decano del Colegio de Abogados de Vigo y uno de los fundadores del movimiento socialista en Galicia, Alfonso Álvarez Gándara, junto al propio Pahíño. Detrás, Darío Álvarez Blázquez, padre de Alfonso y médico del Celta. A los 34 años, el jugador de San Paio de Navia dejó el fútbol dando sus últimos toques en el Granada. Tras su retirada, el destino lo llevó a ser armador de barcos en el Cantábrico con su suegro, rechazando las ofertas para ser entrenador que le habían llegado.
Santiago Sanz Fraile, comúnmente conocido como Yayo, era también de esos jugadores revolucionarios cuyos ideales lo llevaron a vivir tres años de su juventud entre las rejas de una cárcel cántabra, donde organizaba partidos entre los reclusos. Nacido en Santander, este extremo izquierdo debutó en primera división con el Racing de Santander. Tras pasar por el Malacitano y el Salamanca, saltó al Celta, donde permaneció una década. Su hijo Quecho cogió su testigo vistiendo la celeste en los años 80. En sus últimos compases como jugador, tomaría también las riendas como entrenador del primer equipo, dirigiendo a conjuntos como el Pontevedra, Racing de Ferrol, Compostela, Gran Peña y Langreo.
Juan Rodríguez Aretio fue jugador y también míster del Celta. Vestido de corto, militó una primera etapa en Balaídos tras destacar en los campos del fútbol regional, para fichar siete años después por el Barcelona, y regresaría a Vigo en sus últimos suspiros como futbolista después de pasar por el Murcia y el Real Gijón. Su llegada al Celta junto a Pahíño supuso una esperanza para superar la tristeza del adiós del retirado Nolete y de Del Pino, que fichó por el Sabadell.
Magar
Dentro del campo, a este centrocampista ferrolano se le recuerda por su capacidad de regate, y en el banquillo, por salvar a los celestes de descender a segunda división tras vencer al Real Madrid pocos meses antes de fallecer, a la temprana edad de 51 años debido a un cáncer de pulmón.
Magar, 21/5/1971
Aretio, al igual que en su etapa como jugador, pasó dos ciclos diferentes en el banquillo de Balaídos: el primero, en el 1962; y el segundo, 11 años más tarde, en su última experiencia como míster. Además, se puso al frente también del Club Ferrol, Recreativo de Huelva, UD Melilla y Real Oviedo.
El vasco Gabriel Alonso se consagró en el Mundial de Brasil en 1950 en el que la selección española acabaría en el cuarto puesto. Formó parte del equipo que venció por primera vez a Inglaterra y de aquel 'gol de Zarra' en Maracaná, partido en el que el mediocampista de Gipuzkoa escribió su nombre con letras de oro. Eso hizo que el Real Madrid se fijase en él, un interés que acabó en rebeldía de Alonso con el Celta.
El club vigués intentó amarrarlo con todos sus medios, igualando la puja económica de los de Chamartín, pero no consiguió convencer al todoterreno y luchador zaguero de Hondarribia. Acabó vistiendo finalmente de blanco en 1951, donde compartió vestuario con su hermano Juan Alonso, que jugaba de portero.
"Rápido con el balón y manejaba las dos piernas indiferentemente". Así era el gondomareño Manuel Hermida Losada, Hermidita, según él mismo se definió en una entrevista para FARO pocos días antes de fallecer. Tras pasar por el Peñasco y el Berbés, llegó al Celta con 19 años y acabó figurando entre los 80 máximos goleadores de la liga española y del club vigués, en el que realizó 113 goles.
En la imagen, un gol de Hermidita en Riazor en un choque en el que el Celta se impuso por 4-1 a los coruñeses en el campeonato de primera división. De tíos futbolistas -Pepe Hermida y Ángel Hermida-, al de Gondomar además se le atribuye el hito de ser el jugador con más goles en un solo encuentro en la categoría de oro con el conjunto celeste: cinco dianas al Tarragona en un 11-0.
En la fotografía, un lance de un encuentro del Celta contra el Espanyol en Balaídos. Hermidita, delantero con un disparo potente y gran rematador de cabeza, trata de conectar con la testa un balón por alto, que previsiblemente atrapará a la postre el guardameta del conjunto catalán. Finalmente, tras un desencuentro con la directiva -quien le acabó debiendo dinero, según refirió él mismo-, abandonó Vigo para fichar por el Córdoba: "Me queda mucha pena de que [el Celta] no me haya hecho un homenaje, y ya no me quedan esperanzas de que me lo hagan", admitió a FARO pocos días antes de morir.
Manuel García Adán, Lolín, es uno de los mejores defensas de la historia del Celta. En los años 50, el monfortino lució el brazalete de capitán y formó parte de un tridente de ensueño junto a Gaitos y Otero. A este monfortino, procedente del Club Lemos, se le recuerda por su brillante condición física; esta era tal que celebraba las victorias con saltos mortales, no así sus goles, porque no realizó ninguno en sus 189 partidos.
Lolín, ejerciendo de capitán acompañado del madridista Miguel Muñoz -quien también jugó en el Celta- y el trío arbitral en el estadio de Balaídos.
El lucense era uno de los grandes admirados por la afición celeste. Ambidiestro y con galones en el juego de cabeza, recibió el apodo de 'Cacique del área'. Finalmente, colgó las botas en el San Fernando, de Cádiz, donde jugó desde el 1956 al 1961.
Ricardo Grobas, 27/1/1993
Lolín, dando unos toques al balón en Balaídos a sus 68 años de edad.
Adolfo Atienza jugó en dos períodos distintos en el Celta. A los 14 años de edad, llegaba de su Madrid natal con su familia y, tras pasar por varios conjuntos locales de Vigo, recaló en las filas celestes en el 1948. En este primer periplo, junto a Yayo, Hermidita y Paco Roig, entre otros, hizo historia, tanto que el conjunto vigués comenzaba a sonar como 'Los diablos azules'. Su buen desempeño le hace fichar por el Real Madrid -donde coincidió con su hermano Ángel Atienza-, desde donde pasa a Las Palmas y al Jaén para volver, en 1958, a Balaídos, donde permanece dos años. Finalmente, se retira en la Ponferradina.
Joaquín Fernández Santomé, Quinocho, será siempre recordado, además de por vida ligada al Celta, por su trágico fallecimiento a los 55 años: murió acuchillado al evitar un atraco en las oficinas de la entidad cuando era gerente del Celta. Su entierro fue uno de los más multitudinarios de la ciudad de Vigo tras asistir unas 10.000 personas. Desde el 1995, el club celeste organiza un memorial con su nombre, el cual se frenó desde la pandemia de COVID-19. (Foto cedida por Yo jugué en el Celta)
La fatal noticia llegaba cuando el celtismo todavía se recuperaba de otro duro golpe dos meses atrás: el accidente de tráfico que dejó al futbolista José Manuel Alvelo en silla de ruedas para toda la vida con tan solo 26 años. Como futbolista, el vigués Quinocho se desempeñaba como defensa. Tras recalar en el Celta, fue cedido directamente al Racing de Ferrol, pero a los tres meses ya estaba de vuelta de la mano de Yayo como entrenador para completar diez temporadas en Vigo. Finalmente, se retiró del fútbol en el Castellón. (Foto cedida por Yo jugué en el Celta)
Francisco Roig Zamora formaba parte del 'Celta de los canarios' de los años 40. En esa década, se juntaron varios isleños que llevaron al conjunto celeste a una etapa de oro en primera división: Sabina, Fuentes, Del Pino, Sánchez, Servando, Antonio 'Victoriero' Pérez y Pepín. Extremo zurdo, rápido, con un gran desborde y visión de juego, el tinerfeño disputó con la escuadra viguesa 198 partidos, anotando 74 goles.
El canario, además, pasará a la historia por ser autor de dos goles olímpicos -desde la esquina del córner- en un mismo partido, concretamente contra el Real Madrid en Chamartín, aunque surgen dudas en torno a si en el segundo de los tantos hubo un contacto previo antes de entrar en portería. Paco Roig, finalmente, acabaría su carrera futbolística el Racing de Ferrol tras un paso previo por la Gimnástica Lucense.
Noticia guardada en tu perfil
Ver noticias guardadasFARO recompila las mejores imágenes del conjunto celeste con sus intrahistorias durante las dos décadas