Tiende a pensar el aficionado que la vida de un futbolista es idílica. Entrenar un par de horas por la mañana, tener buena parte del día libre, viajar cada dos semanas, que millones de fans te idolatren y que encima te paguen una buena suma de dinero por ello. Muchos sueñan con tener un día a día así. Sin embargo, y como cualquier profesión, todo tiene su lado su oscuro, sus momentos negros y sus noches de pesadillas. Porque aunque parezcan divinidades en algunos casos, los jugadores son personas tan reales como las que toman café a su lado en una cafetería. Diego Pampín cumple su quinta temporada en el filial celeste, del que ya es capitán desde hace tiempo. Todo ello cuando apenas tiene 21 años. Se podría decir que está viviendo un sueño, pero algunas noches se convierte en pesadilla, tal y como comentó el jugador en el programa “Ao Contraataque”, de la Radio Galega. “Mentiría si digo que paso el día normal. He tenido noches con pesadillas en las que no he descansado bien. Luego en el campo sí estoy siendo capaz de rendir, pero no están siendo momentos idílicos”, apuntó el futbolista de Oleiros.

Quien le conoce bien habla del lateral zurdo como una persona con los pies en la tierra, la cabeza bien amueblada y con un gen del trabajo muy desarrollado. “Es muy maduro pese a que todavía sigue siendo un chaval. Además, me consta que está muy bien rodeado en su entorno, y eso ayuda”, explica Jorge Cuesta, exentrenador de las categorías inferiores del Celta y que tuvo a Pampín a sus órdenes durante casi dos temporadas.

Para él, sería importante que el club estuviese cerca de esos jugadores jóvenes que todavía no son profesionales pero que sueñan con alcanzar ese honor, pero sobre todo reflexiona sobre lo que puede llegar a sufrir un jugador de fútbol. “Hay que normalizar que el futbolista es un ser humano que sufre igual que el resto. Cualquier chaval con 20 años puede estar angustiado por los exámenes de la Universidad o por un trabajo que puede perder, y a un jugador le puede pasar lo mismo. En ese punto entiendo lo que le puede estar pasando a Diego”, asegura el técnico, que en la actualidad dirige al juvenil del Wuhan Three Towns chino.

Pampín, que acaba su contrato con el club el próximo mes de junio, está en negociaciones para ampliarlo, aunque se ha mostrado tajante al reconocer que su etapa en el filial ya ha terminado. Cree que al menos merece la oportunidad de intentarlo. Incluso desde la modestia más absoluta, no se postula desde ya para ser titular en el primer equipo, sino que habla de ser un complemento a Javi Galán. “Es seguro que se lo merece. La gente que estábamos en la cantera hablábamos de que era un jugador más que capacitado para jugar en el Celta”, apunta Cuesta, que considera que si no va a tener espacio lo mejor es cederlo a un club de Segunda División, como ya se hizo con Sergio Carreira el pasado verano.

Pampín es el claro ejemplo de jugador precoz. Cuando era cadete pasó al juvenil y cuando era juvenil ya jugaba en el Celta B. Por eso asusta que lleve cinco campañas y casi 120 partidos con el filial con apenas 21 años. “No hay que tener prisa porque por ejemplo Kevin estuvo seis temporadas en el segundo equipo. A cada jugador le llega el momento cuando le llega, pero sí creo que a Diego le ha llegado ya”, señala su exentrenador.

El capitán del conjunto que dirige Onésimo habla de “tensión” a la hora de explicar como están siendo las negociaciones con el club. Lo hace con total transparencia, toda la que todavía un chico de su edad que ya ha vivido noches de pesadillas al ver como se le cerraban las puertas del primer equipo mientras firmaba actuaciones destacadas con el filial. Su primer objetivo, claro está, es el de que le dejen probar su valía la próxima temporada, algo que él mismo ve complicado. El segundo posiblemente sea poder dormir a pierna suelta por la noche.