La falta de protagonismo en el Celta y la búsqueda de minutos han desembocado en la salida de Miguel Baeza. El joven centrocampista celeste, que apenas ha contado este curso para Eduardo Coudet, hace las maletas en este mercado invernal para jugar lo que resta de temporada en la Ponferradina. El cordobés, fichado en el verano de 2020 al Real Madrid, ya no ha entrado en la convocatoria del partido de Copa del Rey de este miércoles y su firma con el club berciano se hará oficial en breve.

La Ponferradina milita en estos momentos en la Segunda División y es uno de los aspirantes a pelear por el playoff de ascenso. Es un equipo que permitirá a Baeza buscar minutos dentro de un entorno competitivo y ambicioso. No en vano, los castellanoleoneses llevaron ayer al Espanyol hasta la tanda de penaltis en su correspondiente eliminatoria copera.

Según ha podido saber FARO, Baeza no se entrenó ayer junto al resto del equipo y ya se despidió de sus compañeros antes de emprender su nueva aventura deportiva en Ponferrada. Los de El Toralín no eran los únicos interesados en hacerse con la cesión del centrocampista cordobés, otros clubes de Segunda como el Zaragoza o el Mirandés también mostraron sus intenciones de conseguir al futbolista. Al final, primaron los deseos del jugador de salir hacia un destino en que que poder sumar los minutos que no tuvo en Vigo, donde solo participó en el primer partido de Liga y en otro de Copa frente al Ebro.

Rubén Blanco, fuera de la convocatoria de Copa

La sorpresa de la convocatoria del 'Chacho' Coudet para el encuentro de esta noche contra el Atlético Baleares ha sido la ausencia de Rubén Blanco. El portero de Mos, que iba a ser titular, ha causado baja. Por el momento desde el club no se han especificado los motivos. Tampoco viajarán Augusto Solari ni Néstor Araújo.

El equipo vigués afronta con optimismo pero sin exceso de confianza el escollo del Atlético Baleares (Estadi Balear, 20.00 horas DAZN), verdugo del Getafe. Los celestes se exigen avanzar en un torneo en el que tienen depositadas alta expectativas. El Celta sabe que la diferencia de categoría no siempre es una ventaja cuando la eliminatoria se dirime a partido único y en cancha ajena. A diferencia de la pasada ronda, el partido se jugará sobre hierba natural y la superficie no será un problema, pero habrá que lidiar con la ilusión de un oponente que sueña con repetir gesta y se vaciará en busca de la sorpresa frente a los aproximadamente 3.000 aficionados.