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El Celta pone una pica en el Villamarín

El Celta se sobrepone a las bajas en defensa con un triunfo coral y de gran valor ante el Betis con Iago Aspas como solista

Santi Mina despeja un balón ante el bético Álex Moreno. | // LOF

El Celta puso fin a nueve largos años de sequía en el Benito Villamarín con una de esas victorias que valen un tesoro por la calidad y el gran momento del adversario y la autoridad con que el grupo de Coudet se sobrepuso a las numerosas bajas en defensa para desactivar, con mimbres muy poco habituales, al segundo equipo con más gol de LaLiga.

Una pica en toda regla la que despeja el horizonte de nubes en el último partido de la primera vuelta, prolonga la racha iniciada antes del parón navideño con el convincente triunfo firmado (por fin en casa) frente al Espanyol y dibuja una panorama prometedor para el año que comienza. Una victoria coral, pese al indiscutible protagonismo de Iago Aspas, autor de un doblete con un segundo gol marca de las casa de esos que solo están a la altura de los elegidos.

Tres puntos, en suma, que dejan un reguero de buenas noticias por la fiabilidad con que el Celta se sobrepuso al brote de coronavirus que dejó su defensa en cuadro, la solidez con que el equipo entero se empleó para impedir que Dituro tuviese una tarde exigente y la inteligencia de los celestes para intuir en cada momento lo que requería el partido.

Once competitivo

La inesperada baja de Kevin, que se cayó a última hora de la convocatoria por un problema estomacal, obligó a Coudet a improvisar una defensa de circunstancias, sin lateral derecho específico y con una pareja de centrales del todo inusual.

El argentino desplazó a Aidoo al costado derecho, retrasó a Okay a la zaga y puso al canterano Carlos Domínguez en el perfil izquierdo del eje, junto al pivote turco. Solo Javi Galán ocupó su posición natural. Tan inusual mezcla no impidió al Chacho armar un once competitivo. De medio campo en adelante, el estratega celeste desplegó a sus titulares habituales: Beltrán como pivote; Brais, Denis y Cervi en la línea de volantes y Aspas y Mina como pareja atacante.

Salvo por algún despiste puntual y no demasiado serio, la defensa se empleó eficientemente, con buenas ayudas de la gente de arriba, más solidaria de lo acostumbrado a la hora de echar una mano.

El equipo vigués entró en el partido con energía, tocando de primera con precisión y velocidad en el juego. (Rui Silva evitó el primero con una gran mano abajo a disparo de Mina) y en los primeros minutos puso en bastantes apuros al Betis, que sin embargo reaccionó con agresividad y se hizo con el control del partido (aunque sin llegar a inquietar a Dituro) hasta que Guardado derribó a Cervi en el área bética.

Penalti, pésame y golazo

La pena máxima, muy protestada por los jugadores y la afición local aunque el árbitro no dudó un segundo en señalar el punto fatídico, puso fin al dominio territorial del Betis, que acusó el golpe. Aspas resolvió al trance sin inmutarse, con un disparo raso al medio que pilló a contrapié a Rui Silva. Nada más marcar, el moañés tuvo un hermoso gesto de cariño con el meta portugués, que perdió hace unos días a su padre.

El pésame precedió a un segundo gol, casi sobre la bocina del primer tiempo, de esos que distinguen a los buenos jugadores de los geniales, una pequeña obra de arte que aunó picardía, velocidad y talento. Picardía para robar el balón aprovechando un despiste de Víctor Ruiz, rapidez para galopar hacia el área en un instante y talento para quebrar la cintura al defensa y regatear al portero y definir sin dar opción alguna al adversario.

Ejercicio de pragmatismo

Con dos goles de desventaja al inicio del segundo tiempo, a Pellegrini no le quedó más remedio que mover ficha. Entró primero Láinez y no mucho después lo hicieron Borja Iglesias, Fekir, el factor diferencial de los béticos, y Tello, pero el Celta, que pudo hacer el tercero nada más reanudarse el partido con un disparo de Santi Mina a la madera, no se descompuso.

El grupo de Coudet firmó, de hecho, todo un ejercicio de pragmatismo para gestionar con gran seguridad la ventaja tan merecidamente adquirida en el marcador. Los celestes ocuparon con inteligencia el espacio, se replegaron con orden y se prodigaron en las ayudas dejando al Betis sin opciones de remate claro. Los verdiblancos llegaron con frecuencia a los dominios de Dituro, pero cuando encontraron portería lanzaron la pelota a las manos del guardameta céltico, que no tuvo una tarde demasiado complicada. El Betis acaparó la pelota, pero las ocasiones más clara volvieron a ser del Celta, pues Mina volvió a cortejar el tercero antes de que el árbitro decretase el final.

El pupilo gana al mentor

Relataba Coudet la víspera la gran admiración que profesa a Manuel Pellegrini, que lo dirigió en su etapa de jugador en River Plate y con quien guarda una estrecha similitud de concepto y estilo de juego. El discípulo no había ganado hasta ayer al maestro, que se había llevado en igualada lid los dos encuentros que ambos habían disputado hasta la fecha la pasada temporada en LaLiga. Otro paso al frente para un Celta que comienza a parecerse mucho ya al que encandiló a la afición el pasado curso.

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