El domingo los aficionados celestes se llevaron una agradable sorpresa al ver que en el once titular del Celta B estaba Carlos Domínguez y en el banquillo se encontraba Gabri Veiga. Llamaba la atención porque ambos llevan semanas en el primer equipo y hasta ahora Onésimo había sido claro en sus deseos. Si alguno de sus jugadores entrenaba durante la semana con el primer equipo se quedaba sin casi opciones de jugar bajo sus órdenes. Coudet explicó en su día que el club le había dado la orden de que si los canteranos no iban a tener una aportación importante debían bajar al filial. Pues el plan diseñado en A Sede está perfeccionándose poco a poco y Gabri y Carlos son los protagonistas.

Largo y tendido se ha hablado durante los últimos meses sobre la gestión de los canteranos en el Celta. La temporada pasada nació un conflicto de intereses entre el primer equipo y el filial en el que los máximos perjudicados eran los jóvenes formados en A Madroa. En muchas ocasiones y ante las bajas, Coudet reclamaba su presencia durante la semana para completar y enriquecer los entrenamientos. Luego, cuando se acercaba el fin de semana, los devolvía al conjunto entrenado por Onésimo, que no los ponía precisamente por haberse perdido algunas sesiones con el B.

Hace unas semanas el entrenador argentino reclamó la presencia permanente de Gabri Veiga y Carlos Domínguez, a los que considera los dos jugadores más hechos para trabajar junto al resto de futbolistas de la plantilla. Ambos han tenido minutos en las dos primeras eliminatorias de Copa del Rey e incluso el centrocampista saltó en los últimos compases del encuentro del pasado viernes ante el Espanyol. Están para quedarse.

Sin embargo, y siempre que sea posible por el calendario de ambos conjuntos, parece que seguirán teniendo presencia en el filial, tal y como ocurrió el domingo. Es habitual en otros equipos que aquellos futbolistas del segundo equipo que se quedan en el banquillo arriba vuelvan abajo para acumular minutos de juego. El Celta había ideado un plan que no contentaba a nadie y ahora parece que lo está moldeando.

La situación de los dos canteranos recuerda a la vivida por Brais Méndez años atrás. En 2017 el de Mos era jugador del filial pero se encontraba en dinámica del primer equipo con Unzué, que cuando no lo utilizaba le sugería que bajase al B a jugar. Brais lo aceptó encantado y su crecimiento fue notable.