Acabó exhausto el partido el Celta. Física y mentalmente. Dominó un inicio loco, se vino abajo tras ponerse por delante en el marcador, resurgió tras el descanso, falló numerosas ocasiones y finalmente resolvió sobre la bocina para evitar los penaltis y sellar su pase a la siguiente fase de la Copa del Rey. Un vaivén emocional en el que los celestes intercalaron fases de buen fútbol con otras en las que perdieron por completo el centro del campo e incluso sufrieron ante las acometidas andorranas. Entre las muchas cosas a mejorar vuelve a tener un lugar preferente la escasa puntería mostrada.

Un inicio de locura

Saltó el Celta al césped con la intención de acostumbrarse lo antes posible al terreno de juego. El césped artificial era el mayor condicionante que tenía el partido, pero ante la tranquilidad que requerían los vigueses el encuentro solo trajo ajetreo en los primeros compases. Santi Mina tuvo la primera ocasión del encuentro a los 15 segundos, replicada por el conjunto rival 5 minutos después. Antes de los diez minutos de juego Kevin se tiró al césped aquejado de una lesión muscular que obligó a Gabri Veiga a situarse de lateral diestro, y cuando todavía no se había alcanzado el cuarto de hora José Fontán se disfrazó de extremo primero y de delantero centro después para inaugurar el marcador en una sensacional jugada individual que resolvió con un brillante disparo cruzado ante el que nada pudo hacer el portero local.

Apagón celeste

La ventaja perjudicó al Celta, que se desconectó del partido durante buena parte de la primera mitad. El Andorra, sin nada que perder y espoleado por sus aficionados, se hizo dueño del balón y conquistó el centro del campo. Suyas fueron además las principales llegadas de peligro, aunque tan solo en una de ellas tuvo que intervenir Rubén Blanco.

Gol fantasma

Tanto fue el cántaro a la fuente que el equipo del Principado alcanzó el empate poco antes del descanso en un gol fantasma. Vilanova remató un envío a balón parado que el portero celeste detuvo sobre la línea de gol antes de que el esférico impactase en el palo. El colegiado, a instancias de su asistente, dio validez a un tanto que las imágenes de televisión no aclararon si había entrado en su totalidad en la portería del Celta.

Cambio de tendencia

El paso por vestuarios sí que sentó bien a los jugadores del conjunto vigués, que saltaron con otra cara al terreno de juego. Coudet introdujo a Beltrán y Galhardo para darle más dinamismo y verticalidad a su equipo, y así fue. El dominio cambió de banda y las oportunidades comenzaron a caer una tras otra con el transcurrir de los minutos. El problema con el que se encontraron los futbolistas celeste fue el mismo que les viene acompañando en los últimos tiempos: presentan una falta de puntería alarmante. Entre la nube de llegadas al área local, Rubén tuvo que intervenir para detener una clara ocasión de Enri.

Cansancio estéril

El último tramo del choque trajo una nueva lesión de Galhardo y la llegada de la temida prórroga, sobre todo porque dentro de 72 horas los jugadores recibirán al Espayol en LaLiga. Durante el tiempo extra la dinámica del partido no cambió y el Celta siguió apretando sin suerte a la defensa andorrana.

Gol agónico

Cuando ambos entrenadores ya pensaban qué lanzadores iban a ejecutar los penaltis durante la tanda apareció Santi Mina para superar a la zaga local y conectar un cabezazo salvador tras un gran centro de Miguel Baeza.