A falta de Aspas, el Celta cuenta esta temporada con Santi Mina para tirar del carro del gol. El delantero vigués ha iniciado el curso en una versión muy similar a la que acabó la pasada temporada, que concluyó con 12 tantos (solo dos menos que el moañés) en su mejor campaña como celeste.

Mina ha estado esta temporada en todas las salsas. El canterano ha participado de forma directa en tres de los cuatro goles anotados hasta la fecha por el conjunto que dirige Eduardo Coudet. Forzó el penalti que permitió a Iago Aspas acortar distancias frente al Atlético de Madrid en la jornada inaugural y ha anotado en los dos últimos encuentros, pues hizo el primero de los dos que el Celta logró en el Santiago Bernabéu y alentó la esperanza de la remontada el viernes frente al Cádiz con imponente zurdazo que hizo inútil la estirada de Ledesma. A la dificultad del gesto técnico, ejecutado de forma impecable, se añade el hecho de que chutó con su pierna menos natural.

Si algo ha distinguido la trayectoria del canterano desde el momento en que Paco Herrera lo hizo debutar con apenas 17 años en el Coliseum Alfonso Pérez es su actitud. Puede estar más o menos acertado con la portería, pero la entrega nunca le ha faltado. Se vacía en cada encuentro.

Eduardo Coudet está sacando un gran provecho a esta infatigable capacidad de presentar batalla por cada pelota dividida. Mina ha afinado de forma notable el punto de mira, pero también ha realizado evidentes progresos en el juego sin balón. Se ha adaptado como anillo al dedo a la presión alta de la que el técnico argentino ha hecho sello de identidad.

La confianza que el Chacho le ha otorgado desde el mismo momento que se ha hecho cargo del banquillo tiene seguramente mucho que ver con el salto cualitativo que ha experimentado Mina en los últimos meses.

En Vigo ya nadie se tira de los pelos por la operación de intercambio con el Valencia por Maxi Gómez. En vista del rendimiento ofrecido por ambos en la última temporad, el negocio (15 millones más Mina por el uruguayo) parece ahora redondo.

La aportación del Chacho a la hora de dar confianza al ariete ha sido determinante en su mejoría. Con Óscar García Junyent, su predecesor, Mina ni siquiera tenía la titularidad asegurada. El pasado curso el técnico sabadellense apenas lo utilizó como titular en tres de los nueve partidos en los que dirigió al Celta antes de ser despedido y relevado por Coudet. Marcó un solo gol, contra el Elche, en el último de los choques dirigidos por el técnico catalán.

Con el Chacho ya al mando, el artillero vigués tardó todavía algunos encuentros en anotar, aunque proporcionó al equipo un par de asistencias y tuvo que superar una lesión que lo dejó fuera de juego durante un par de partidos. Los resultados fueron evidentes en una segunda vuelta para enmarcar. En los últimos 18 compromisos ligueros del pasado curso, Mina anotó 11 goles. Se reencontró con el gol en el Benito Villamarín (jornada 19), colaboró con otro en el valioso empate rebañado en el Wanda Metropolitano; hizo un doblete al Elche en Balaídos; aportó otro en la victoria lograda frente al Huesca en El Alcoraz; le marcó al Real Madrid en Valdebebas y añadió uno más en el histórico triunfo en Mendizorroza. La temporada la despidió Mina con otros dos dobletes que dieron al Celta los tres puntos en campos tan complicados como La Cerámica y el Camp Nou.

Esta temporada Mina ha adelantado el reloj del gol y el Celta, pese a que los resultados no acaban de acompañar, lo agradece.