La deuda contraída con la afición que Coudet esperaba zanjar anoche sigue pendiente. La reacción debe esperar al menos otra jornada tras ceder el Celta frente al rocoso Cádiz su tercera derrota consecutiva en tres partidos en Balaídos y meterse en un problema de alcance insospechado que arroja dudas sobre la capacidad de un equipo que, pese a los refuerzos incorporados en el mercado estival, está muy lejos de la luminosa versión con que acabó el campeonato el pasado curso.

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En el primero de los partidos de su Liga, frente a un rival también necesitado, el cuadro celeste adoleció de pegada, reincidió en errores gruesos y reaccionó demasiado tarde para remontar un partido que se le fue por el desagüe en los últimos cinco minutos del primer tiempo.

Demasiada ventaja concedió al Celta a un adversario rocoso y sumamente disciplinado, que aprovechó al máximo sus ocasiones y supo resistir con entereza el acoso de los celestes cuando se volcaron sobre el portal de Ledesma en los minutos finales. El Celta tuvo al menos el arrojo de buscar hasta el último instante el empate, pero estrelló dos remates contra la madera en el descuento.

El Celta tuvo al menos el arrojo de buscar hasta el último instante el empate, pero estrelló dos remates contra la madera en el descuento

Dos novedades introdujo el Chacho en el once con respecto al equipo que cayó el pasado domingo en el Santiago Bernabéu. Solari relevó a Brais en banda derecha y Fontán suplió al renqueante Néstor Araújo, que se había lastimado en el último entrenamiento y al que el técnico prefirió reservar, como pareja de Murillo en el eje de la defensa.

El preparador celeste, que mantuvo a Cervi en el costado izquierdo a pesar de su problemas en el talón derecho, apostó así por una línea de volantes ofensivos novedosa (sin Nolito ni Brais), con hombres de banda a pie natural buscando acaso mayor control de la pelota en cancha ajena y ganar precisión para colocar centros al área. No lo consiguió.

Con estos mimbres, el Celta acaparó el balón, pero su dominio resultó improductivo porque el Cádiz se juntó con orden en su campo, fijó con eficacia las marcas y abortó toda tentativa de los celestes de ganar el portal de Ledesma con posibilidades de hacer daño. El Celta trató de tirar de paciencia en busca de una rendija con la que armar el remate, pero se dio de bruces contra un muro.

Apenas en el minuto 4, cuando el Cádiz se esmeraba en ajustar el mecanismo, encontró el Celta el camino del área rival. Lo hizo en un balón profundo de Murillo hacia Mallo, la mejor baza ofensiva del Celta en todo el primer tiempo. El capitán puso la pelota en el cogollo del área y, Cervi, tras despejar con apuros Iza, remató llegando desde atrás por encima del travesaño.

No tuvo prisa el conjunto de Cervera, que esperó al Celta sin complejos en busca de una pérdida comprometida que le permitiera lanzar una contra ganadora. Los celestes se resignaron a tirar de paciencia, pero carecieron de precisión y sobre todo de profundidad parar abrir el juego por los flancos (Galán estuvo desaparecido) y acabaron por enredarse en la madeja. La disciplinada estrategia de los amarillos fue poco a poco erosionando al Celta. Al grupo de Coudet se le vio cada vez más incómodo, sin chispa, ni fluidez de pelota para superar la maraña de piernas que le aguardaba. Ordenado, sin inmutarse, esperando el error para contraatacar, el Cádiz encontró un tesoro.

El primer aviso lo dio, en el minuto 20, Salvi, uno de los más incisivos de los amarillos, que aprovechó una pérdida de balón de Tapia al borde del área celeste para probar fortuna desde la frontal, aunque su disparo se perdió muy alto sobre el larguero. A medida que los de Cervera ganaban confianza, la ansiedad cundía entres los celestes, que no veían el modo de hincarle del diente a tan disciplinado adversario.

El Celta tampoco sufría hasta que el Cádiz aprovechó un error de concentración para golpear a los de Coudet en la línea de flotación en una acción a balón parado muy alejada de la portería que no parecía comportar demasiado peligro. Tomás Alarcón la puso de rosca al área céltica y el Choco Lozano emergió sobre la defensa para peinar la pelota lejos del alcance de Matías Dituro.

Viendo la que se le venía encima, Coudet quemó las naves tras el intermedio. Nolito, Brais y Galhardo relevaron a Cervi, Denis y Fontán

El gol dejó perplejo al Celta, que en medio del desconcierto perdió dos minutos después otra pelota que puso a Lozano frente al guardameta céltico y Fontán lo derribó en el área. Dituro detuvo el lanzamiento de Salvi, pero Espino se adelantó a la defensa para introducir el balón contra las mallas. Faltaban dos minutos para el descanso.

Viendo la que se le venía encima, Coudet quemó las naves tras el intermedio. Nolito, Brais y Galhardo relevaron a Cervi, Denis y Fontán. El Celta estiró líneas, asumió riesgos y puso la proa hacia el portal de Ledesma, acorralando al Cádiz en la jaula con un empuje desconocido hasta el momento. Los amarillos, que hasta ese momento se habían mostrado poco menos que impenetrables, comenzaron a dar muestras de flaqueza, y el Celta olfateó la sangre gracias al brío de Mina, que se cargó al Celta a la espalda y recortó distancias con un poderoso zurdazo desde la media luna a un balón rechazado por Ledesma tras un buen tiro de Aspas.

El grupo de Coudet monopolizó entonces el juego y obligó a Cervera a un triple cambio que apenas logró contener unos pocos minutos el vendaval. Mina cortejó el empate con un testarazo que lamió el poste, pero fueron primero Aspas, con un remate a la cruceta, y luego Murillo, tras un buen centro del moañés, que el colombiano estrelló contra el larguero, los que estuvieron a punto de poner las tablas en el marcador.