Una primera mitad para el olvido condenó esta noche al Celta. Los del Chacho Coudet sumaron la cuarta derrota en cinco partidos y se quedan sin el punto de giro que buscaban para enderezar el mal arranque de temporada. Pagaron, sobre todo, un primer acto nefasto, en el que al Cádiz le bastó con esperar ordenado atrás a que los locales le regalasen alguna opción. La primera, tras un pase grosero de Tapia, la perdonaron, las dos siguientes, no. A la vuelta del descanso, con nueve jugadores por delante del balón y los visitantes atrincherados, los vigueses rozaron el empate, pero el larguero repelió hasta en dos veces las oportunidades más claras para hacer bueno el gol anterior de Santi Mina.

Movió el árbol con el once inicial el entrenador céltico, con la entrada de Cervi y Solari por Nolito y Brais, pero los frutos no aparecieron. En los primeros minutos, una galopada de Hugo Mallo que el extremo zurdo argentino finalizó con un disparo alto hacía pensar en que los locales sabrían cómo buscar los huecos en la defensa cadista. Nada más lejos de la realidad. En cuanto se agrupó atrás, el equipo de Álvaro Cervera fue inexpugnable. El Celta tenía la posesión, pero no hacía ni un rasguño. La circulación era espesísima y los jugadores celestes, incluso los más talentosos, parecían jugar con zuecos en vez de botas, incapaces de dar velocidad al balón.

Se veía a la legua que los andaluces estaban felices ante ese panorama y que en cualquier momento podía llegar su oportunidad. Un mal pase del peruano Tapia, que está pagando el exceso de partidos y está muy lejos de su mejor versión, fue el primer aviso. El segundo vino de un sinsentido de falta lateral, con el atacante de espaldas, acabó con un centro preciso que el Choco Lozano peinó cómodamente a la red. En medio del desquicie céltico, al que contribuyeron las interrupciones constantes permitidas por el árbitro, ocurrió el fallo clamoroso de un central céltico, un hecho que va camino de convertirse en ritual sagrado. Esta vez fue el canterano Fontán el que se dejó ganar una carrera por Lozano y el que, preso de la rabia para intentar enmendar su fallo, lo contactó con excesivo ímpetu. El penalti de Salvi lo paró Dituro, pero ante la pasividad de la defensa Espino no perdonó. El carrilero izquierdo, por cierto, fue un auténtico dolor de muelas.

Coudet volvió a mover el árbol en el descanso, esta vez armando una suerte de séptimo de caballería sostenido por Murillo, Mallo y Tapia atrás. Entraron Nolito, Brais y Thiago Galhardo por Denis, Fontán y Cervi y el Celta, por pura lógica, fue encerrando al Cádiz en el último cuarto de campo. No estaban especialmente incómodos los visitantes, que defendían con contundencia el centro del área. Los locales no encontraban los caminos, hasta que Iago Aspas no pudo embocar una triangulación con Nolito y Mina; el rechace lo cazó este último que embocó un difícil remate de zurda desde frontal. Se abría un hilo de esperanza para los de Coudet.

Los locales apretaron aún más. Mina conectó un cabezazo colosal que se fue por un palmo y él mismo enganchó con peligro otro centro. Pero no había demasiadas ideas, pese a que Aspas aportó algo de clarividencia bajando a recibir a la zona de volantes. Y así se llegó al descuento, cuando el Celta tuvo sus mejores oportunidades. Brais buscó de cabeza a Aspas tras un balón cruzado y el de Moaña envió su testarazo al larguero, cerca de la escuadra. Después, el 10 céltico puso un balón de oro que Murillo también mandó al travesaño. La 'Chachoneta' sigue sin carburar y las fechas pasan. El martes, nueva opción para acabar de arrancar.