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Un equipo desenamorado

El Celta desaprovechó su mejorada verticalidad, pena la baja forma de Aspas y se asoma a una dinámica negativa

Aidoo se anticipa a Sancet en una acción de la segunda mitad. // MARTA G. BREA

“Nos enamoramos de la jugada y nos olvidamos del arco”, había denunciado Coudet en El Sadar. El argentino no es solo un entrenador de discurso y entusiasmo. Busca remedios. El Celta gestionó ayer las jugadas con mayor prontitud. Se mostró vertical e incisivo en la primera mitad. Encontró espacios en los flancos. Desenamorado de la jugada, sin embargo, no es capaz de cortejar el gol. En tres encuentros, solo uno y de penalti discutido. Le falta claridad en el último pase y veneno en el remate. La escasa rentabilidad lo expone a cualquier desgracia. El partido contra el Athletic resume sus males.

Ese vértigo latente

Iago Aspas ha exhibido un rendimiento extraordinario desde que regresó de su aventura en Liverpool y Sevilla. Ha bordeado en muchas ocasiones la perfección. Ha ido mejorando en el control emocional, la lectura del juego, la intervención y la pausa. E incluso cuando ha sufrido bajones, como cualquiera, siempre ha mantenido una notable producción goleadora por esa mezcla de talento e instinto que en ocasiones se confunde con la fortuna. Aspas no ha empezado bien la temporada. Y aunque el equipo parecía haber encontrado otros caminos al final de la Liga anterior, el moañés sigue resultando imprescindible en la generación y culminación del juego ofensivo. Ayer bordeó la imperfección: en las maniobras técnicas, las decisiones, los movimientos... Resulta inevitable esa mirada a su edad que produce vértigo, con la duda de en qué momento se iniciará su declive. También sucede con Nolito. Más allá de lo precipitado de este miedo, vale para asomarse a una transición para la que el club debe prepararse y para la que esta plantilla, conveniente si ambos están bien, no sirve.

La maldición de Aidoo

Aidoo es el mejor defensor de largo del Celta salvo por diez segundos en cada partido; diez terribles segundos. Si se pudiese suprimir ese resbalón ante Sancet y quizá su excesivo intervencionismo en un despeje anterior, su actuación resultaría más que notable. Ninguno combina potencia y velocidad en semejantes proporciones. Aidoo permite al Celta adelantar la línea porque sabe que él sabrá proteger la inmensa pradera que queda a sus espaldas. Pero no es capaz de librarse de esa maldición que lo persigue, del error puntual de juicio que además el rival siempre penaliza. En terminología de Ancelotti, a Aidoo le sobra optimismo. Coudet no le ha proporcionado demasiadas oportunidades y en función de lo que suceda en el mercado en estas últimas horas, es posible que lo sucedido ayer acabe condicionando su temporada.

Campo ancho

Javi Galán no ha resultado una sorpresa. Si acaso, su rápida aclimatación. Infrautilizado en los dos primeros encuentros, el Celta supo utilizarlo ayer con frecuencia. El extremeño galopa sin apenas levantar los pies, amparado en su bajo centro de gravedad y en su precisa conducción. Sigue batiendo líneas en el 4-1-3-2 del Chacho como lo hacía con defensa de cinco en el Huesca. Ha mantenido su personalidad. Entre sus cualidades añade además su facilidad para el cambio de banda. Brais, Denis y él, en los mejores momentos del Celta, supieron siempre atraer la presión del Athletic para buscar después el espacio libre a cincuenta metros. La desesperación de cómo se desarrollaron los acontecimientos no debería empañar esos buenos indicios.

Mala gestión emocional

El Celta supo reponerse en principio del disgusto que le provocó el gol de Iñaki Williams. Acabó el primer tiempo apretando al Athletic y jaleado por los aficionados, que habían sabido interpretar lo sucedido. Por eso extraña la precipitación en la que incurrió el equipo desde su regreso de los vestuarios. La mala gestión emocional convirtió el 0-1 en una remontada imposible y la tercera jornada en la final por la permanencia. El Celta perdió equilibrio, se desajustó en la presión y comenzó a dejar a los delanteros vizcaínos mano a mano con los centrales. Puede haber sido un problema puntual o un síntoma al que estar atento. En el vestuario y el club se tiene la sensación de que esta temporada toca disfrutar, competir por la zona alta e intentar la gesta en la Copa. No es la primera vez. Sucedió también con la Operación Retorno. Costó asimilar que el fútbol había vuelto a emplazar al Celta en coordenadas más angustiosas. Ya se sabía que el calendario no resultaba benigno en el arranque. A la vuelta del parón tocará visita al Bernabéu. Todos deben prepararse, con equilibrio entre la paciencia y la tensión, para revertir una dinámica negativa.

El Athletic de Marcelino

Marcelino es Bordalás con mejor prensa. Ambos son grandes entrenadores e incluyen en su catálogo un juego subterráneo que solo al valenciano se le afea. Al Athletic se le nota perfectamente programado. Empezó a estirar cada interrupción nada más adelantarse, aunque quedaba una hora de juego por delante. El médico y el masajista fueron los miembros del equipo que más kilómetros recorrieron en Balaídos. Mateu no supo penalizar la dilación ni en tiempo de prolongación ni con tarjetas. La amarilla a Simón en el 96 casi resultó sangrante por lo que tuvo de cubrir el expediente.

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