Dentro de un mes el Celta disputará en Balaídos ante el actual campeón, el Atlético de Madrid, el primer partido de la temporada 2021-22. Treinta días antes de ese episodio que servirá para la puesta en largo del ilusionante proyecto que abandera el club sigue sin encontrar respuestas a preguntas esenciales sobre esa primera jornada. Desconoce cuánta gente podrá entrar en el estadio y al mismo tiempo sigue sin disponer de la información necesaria para arrancar la campaña de abonados debido al desencuentro permanente con el Concello. Un panorama que tiene al Celta con las manos medio atadas para dar el banderazo de salida a la temporada y que dibujan una situación algo alarmante.

Por un lado está el asunto del aforo. Hace semanas el Gobierno dio el visto bueno a la entrada de aficionados en los estadios de Primera y Segunda División para el arranque liguero y emplazó a las diferentes comunidades a decidir qué porcentaje del aforo se podrá utilizar en cada uno de los territorios. El Celta pasó entonces a la espera de la resolución que la Xunta de Galicia tiene que tomar para Balaídos y el Anxo Carro de Lugo. La esperanza en el club era que se autorizase al 50% de las localidades, pero el problema es que la situación sanitaria actual, con los contagios creciendo de forma preocupante, lleva a pensar en que el Gobierno gallego será especialmente “cuidadoso”. En las oficinas del Celta esperan novedades esta misma semana ya que desde Santiago se les ha deslizado que podría haber una resolución de cara al menos a los partidos que debe disputar en Balaídos en el mes de agosto.

Esa incertidumbre se une a los problemas ya habituales con el Concello de Vigo que pese a que ha sido instado por el Valedor do Pobo a entregarle documentación al Celta sobre las obras de Balaídos y a facilitarle el número definitivo de localidades que podrán utilizar en Río Bajo –grada en la que se ha trabajado en los últimos meses para cambiar los asientos eliminando una de cada cinco filas–, el Concello sigue sin enviar esa información al Celta. Esos datos son cruciales para el club a la hora de poner en marcha la campaña de abonados de la próxima temporada, campaña además especialmente delicada porque llega tras más de un año de pandemia y en el que puede existir incertidumbre sobre la respuesta que den los aficionados. Con la desaparición de asientos en Río Bajo y Marcador –mientras dure la obra– se multiplicarán los cambios de asiento y el club necesita urgentemente saber cuántas butacas puede ofrecer a sus abonados y dónde están colocadas. Todo ello complica el estreno liguero del Celta en su estadio desde el punto de vista institucional y en la sede de Príncipe no disimulan su preocupación por el panorama al que se enfrentan. Hoy arranca la cuenta atrás para ese primer partido ante el Atlético de Madrid. Mañana ya faltará menos de un mes para ese momento.