Una controvertida expulsión de Rubén Blanco a la hora de partido acabó con las ilusiones del Celta de sacar algún punto en Mestalla y sumar la quinta jornada invicto para continuar escalando en la tabla clasificatoria, donde se mantiene en mitad de la misma. Pese a la polémica decisión arbitral, el conjunto celeste no se rindió hasta el descuento, que el colegiado prolongó más allá de los siete minutos en otra decisión excesiva, como las innumerables faltas que señaló en cada contacto. Vallejo, primero, con un pase al segundo palo que centró el balón para que entrase en la portería sin querer, y Gameiro, después, cuando incluso ya se había superado el minuto 97, sentenciaron a un Celta que solo ofreció trabajo y compromiso colectivo. Echó en falta a los malabaristas Iago Aspas y Brais Méndez, por sanción. Además de la derrota, Eduardo Coudet pierde a Nolito y a Rubén Blanco para la cita del domingo que viene en Balaídos frente a un Valladolid que pelea por escapar de la zona de descenso, a la que el Celta sigue viendo a lo lejos, a ocho puntos, pese al nuevo tropiezo.

La dependencia de Iago es la asignatura pendiente de los últimos entrenadores del Celta, aunque Coudet se empeñe en reducir ese déficit que sufre el equipo cuando le falta su estrella. Ayer, el técnico argentino eligió al recién llegado Facundo Ferreyra para acompañar a Santi Mina como segundo delantero. Al también argentino Augusto Solari lo situó en el interior derecho que ocupa habitualmente Brais Méndez. Y el resto eran los habituales en los últimos meses, que se presentaban en Valencia con ganas de incidir en la herida abierta en las estructuras del equipo valencianista.

Javi Gracia, desterrado a la grada por sanción, y Eduardo Coudet plantearon un partido muy táctico, intentando minimizar los errores. Así, los porteros de ambos equipos fueron meros espectadores de un duelo con continuas interrupciones, alimentadas por la facilidad con la que el árbitro señalaba una falta.

El juego de trincheras que se originó en el centro del campo no ayudó al lucimiento de un duelo sin ocasiones de gol hasta la segunda mitad, cuando el Celta quedó en inferioridad numérica. El Valencia se vio favorecido por la tarjeta roja directa al portero de Mos. El VAR no acaba con las trampas, incluso les brinda cobertura legal. Y los árbitros de la Liga se empeñan en señalar todas las fricciones que incluyan gritos falsos y caídas exageradas.

En ese escenario de confusión, los duelos equilibrados, en los que los equipos arriesgan lo mínimo, acaban decantándose hacia el que cuente en sus filas con el mejor comediante. Y ayer, ese galardón se lo llevó por aclamación popular Maxi Gómez. El excéltico es un especialistas en trampantojos, en provocar el engaño al colegiado. Y cuando el uruguayo da con alguien como el manchego Pizarro Gómez, arregla su mala actuación en el partido provocando la expulsión de su excompañero Rubén Blanco. El portero tuvo que salir de su área intentando llegar antes al balón, rozó en la bota del delantero y este, al comprobar que se le habían esfumado las opciones de controlar la pelota para disfrutar de una ocasión de gol se fue al suelo como si le hubiesen roto la tibia y el peroné. Por indicación del VAR, el colegiado revisó la jugada en el monitor y dio como bueno el trampantojo de Maxi Gómez.

Rubén Blanco pide explicaciones a Maxi Gómez tras su expulsión, mientras el árbitro señala el lugar de la falta LOF

Y con la expulsión del guardameta céltico, que obligó a Coudet a dar entrada a Iván Villar por Ferreyra, el partido se rompió y las defensas ya no pudieron mantener el mismo control que hasta entonces, cuando las acciones más reseñables habían sido un gol anulado al excéltico Daniel Wass por fuera de juego y un remate de cabeza flojo de Santi Mina a las manos de Cillessen. Los célticos, además, estuvieron preocupados durante unos minutos de la primera mitad con el tobillo de Renato Tapia, que se lo torció en un salto con Soler. Minutos después de recibir asistencia médica, volvió a resentirse tras un extraordinario esfuerzo para cortar un pase de gol tras una pérdida de Murillo al iniciar una jugada. Continuó brillando.

Con el portero nuevo y superioridad numérica, el Valencia dio un paso adelante en busca de una victoria que aliviase unos malos resultados que no se conocían desde su último descenso en la mitad de la década de los ochenta. Racic probó fortuna, pero el guardameta de Cangas se lució en el despeje. En el minuto 75, Villar desvió con los dedos un centro de Kang-in Lee desde la izquierda, impidiendo el remate de Gameiro.

El centrocampista surcoreano había sido el único capaz de generar peligro en territorio rival, además de protagonizar acciones que el colegiado sancionó al Celta con tarjetas. Porque ahí, los de Coudet también fueron casgtigados con mayor rigurosidad.

Viendo un agujero en el flanco derecho, Coudet apostó por Aidoo, que sustituyó a un exhausto Solari. El ghanés de situó como lateral derecho y Mallo, como interior, aunque al Celta le costaba salir de su campo. Conservar el empate a cero se convertía en una heroicidad con el paso de los minutos, en los que el Valencia acumulaba más gente en ataque.

Sin embargo, los de Coudet tuvieron fuerzas y entusiasmo para plantarse en el área de Cillessen, que impidió el remate de Mallo en el área pequeña tras una jugada de Nolito.

El Celta llegó vivo al minuto 90, pero el colegiado le puso la zancadilla. Señaló siete minutos de descuento por los tres que perdió en revisar la expulsión de Rubén Blanco y por los cinco cambios que habían realizado entre los dos equipos. Las protestas acabaron con Vlado Gudelj, delegado del equipo vigués, expulsado. En una reacción de rabia, Aidoo se presentó en área rival, se deshizo de los rivales que le salieron al paso pero su disparo no tuvo consecuencias.

Fue el último intento del Celta de dar una sorpresa en Mestalla. A partir de ahí, apareció de nuevo en escena Kang-in Lee, el único que había puesto en aprietos al rival. El surcoreano filtró un pase para Vallejo, que acababa de entrar, y el atacante intentó asistir a un compañero al segundo palo con tanta fortuna que el balón entró sin querer en la portería del Celta. Y cuando ya se habían superado los siete minutos de descuento, Correia asistió a Gameiro para que ampliase una victoria inmerecida y generada por una polémica expulsión. El Celta caía en la orilla, después de una ardua pelea con escaso fútbol, en la que una polémica decisión arbitral acababa rompiendo un partido equilibrado.

Uno a uno