Otro grueso error en la salida de pelota, el enésimo de este improductivo mes de enero, impidió al Celta retomar la senda de la victoria ante el Eibar. El reincidente grupo de Coudet volvió a pagar un alto peaje por un desliz catastrófico (pero eludible) que permitió al combativo conjunto armero igualar al inicio del segundo tiempo el afortunado gol con la que Brais Méndez abrió el marcador a los seis minutos de juego.

El punto, insatisfactorio para ambos, mitiga apenas la negativa racha encadenada por el Celta en este primer mes del nuevo año y confirma la enfermiza tendencia del cuadro celeste a dispararse en el pie en otra jornada en que la ausencia de Iago Aspas resultó un obstáculo insuperable. Privado de la magia y capacidad intimidatoria del talento moañés, el grupo de Coudet se mostró poco fiable y excesivamente predecible en la construcción de la jugada, que el rival dificultó presionando alto y con determinación.

El gobierno de la pelota (que el Eibar monopolizó en algunos momentos del primer tiempo) no concedió sin embargo a los de José Luis Mendilibar méritos suficientes como para hacerse acreedor de la victoria. Los armeros ganaron la posesión, pero apenas generaron acciones de verdadero peligro frente al marco de Rubén y de hecho lograron el empate prácticamente en su único lanzamiento a puerta tras un error garrafal. Con menor dominio, el Celta tuvo más veneno: Olaza estrelló un balón contra la madera al poco de marcar Brais y Hugo Mallo y el propio mosense gozaron en el segundo tiempo de un par de buenas oportunidades que Dmitrovic salvó con autoridad.

un golpe de fortuna

La fortuna, suele decirse, favorece a los audaces y la veleidosa diosa premió con gol la osadía con que el Celta entró en el partido. Los de Coudet arrancaron con energía, mirando directamente al marco rival, y encontraron el camino del gol de rebote en un taconazo al borde del área de Santi Mina que buscaba el desmarque de Emre Mor y le cayó al pie a Brais tras pegar involuntariamente en Sergio Álvarez. En posición, inmejorable, con todo el tiempo del mundo, el mosense entró en el área, alzó la vista y acomodó el disparo con el interior lejos del alcance del guardameta armero.

Y Olaza tuvo enseguida a su merced al Eibar en una peligrosa jugada por banda izquierda de Nolito, que se deshizo con habilidad de su marcador para servir al uruguayo la pelota al borde del área. En posición casi de delantero centro, el latera uruguayo disparó a la base del poste con Dmtrovic vencido.

problemas con la presión

El vértigo con que el Celta entró en el encuentro encontró rápidamente respuesta. No es el Eibar un equipo que se entregue sin lucha y los de Mendilibar respondieron apretando al Celta en su propio campo. El equipo armero estiró sus líneas y adelantando su defensa casi hasta la divisoria, arrebató a los celestes la pelota, pero con un dominio romo que el Celta desactivó sin hacer intervenir a Rubén.

La ausencia de Denis Suárez se dejó notar en este tramo de partido. A Fran Beltrán, el hombre elegido por Coudet para suplir al salcedense, le vino grande la tarea de organizar el juego y fue incapaz de encontrar líneas de pase para sacudirse la pegajosa vigilancia a la 1a que fue sometido por el trío de mediocentros armeros.

fallo irreparable

Los problemas de Beltrán en la construcción de la jugada propiciaron que Coudet diese entrada a Okay para dar mayor consistencia al medio campo. El turco entró por Emre Mor, Beltrán pasó a ocupar la banda derecha y Brais adelantó su posición para acompañar a Santi Mina arriba. La estrategia fracasó de plano porque, lejos de dar consistencia al medio campo, Okay acabó regalando el empate al Eibar.

Tras entregar primero el balón al rival sin estar exigido, Okay fue incapaz de aprovechar a continuación un resbalón de Bryan Gil al borde del área para conjurar el peligro.

Tras rebotar en Tapia, el defectuoso despeje del otomano la pelota le cayó libre de marca a Muto, que elevó la pelota sobre la defensa para que, sin dejarla caer, Gil fusilase a Rubén con una volea inabordable.

Era el primer disparo entre los tres palos del Eibar, que ya no volvió a inquietar. El gol espabiló incluso al Celta que a pesar de los cambios introducidos por Mendilibar para blindar el empate fue capaz de generar un par de ocasiones de peligro que le acercaron al triunfo. Dmtrovic lo impidió desviando con el pie un peligroso remate de cabeza de Hugo Mallo en el segundo palo tras un formidable centro de Olaza y desactivando luego un mano a mano frente a Brais.

la constancia de olaza

El duelo ante el Eibar sirvió para constatar la enorme profesionalidad de Lucas Olaza, un tipo humilde supuestamente que venía de relleno y al que el Celta ha sacado una extraordinaria rentabilidad en estos años. En el alambre sin quererlo ni merecerlo, el fiable y abnegado lateral uruguayo ha asumido sin pestañear una situación sumamente incómoda para convertirse en el mejor defensor y uno de los mejores atacantes en el que puede haber sido uno de sus últimos partidos con el Celta. Impecable.