No hay entrenadores que hagan milagros. A veces llegamos a creernos ese tipo de cosas para alimentar este teatrillo que es el fútbol y donde lo mágico siempre ha tenido su espacio. Las últimas semanas han servido para confirmar que Eduardo Coudet tampoco es capaz de convencer a sus jugadores de que son capaces de ganar sin Aspas. Ha tenido ya varias oportunidades y ha fallado en todas ellas. La de ayer es de las que duelen, de las que dejan una enorme inquietud en el ambiente: por la mediocridad del rival, por los infames errores propios, por la falta de nervio en buena parte del choque y por la ausencia de un plan claro. Solo existió quince minutos, aquellos en los que vivió de lo que Emre Mor fue capaz de crear. A partir de ahí, la nada. Un equipo enrocado en una marea interminable de pases hacia ningún lado al que el Betis remontó gracias a dos regalos vigueses y después sujetó sin apenas pestañear. El Celta vive pendiente de la enfermería, de ese momento en el que Aspas salga curado.

¿Ambición?

Pero más allá de la ausencia de Iago Aspas, de los errores del equipo con la pelota, la falta de calidad o de su discutible posicionamiento, el Celta parece haber perdido el alma que lució en los primeros partidos de Coudet. Es como si hubiesen perdido el hambre. Su actitud parece haber cambiado. Con y sin la pelota. Es este un equipo que tiende al bloqueo y parece que la historia se repite. Hay gestos que les delantan. Uno que puede ser anecdótico, pero que también sirve como síntoma, sucedió en el primer tiempo. Acababa de marcar Santi Mina el 0-1. El Betis y su pésima defensa estaba demudado porque se veía desbordado por todos lados. Se produjo entonces una falta lateral a favor del Celta. Con el rival temblando los vigueses renunciaron a buscar peligro en esa acción (habían marcado a balón parado). Sacaron en corto y el balón cinco segundos después estaba en los pies de Rubén Blanco. El Celta de hace unas semanas jamás hubiese entregado esa oportunidad, pero el de ayer pensaba de otra manera, sentía de otro modo. Ya no era un buen síntoma.

Salir Por fuera

Coudet fue consciente de que el Villarreal, y en parte el Real Madrid, les había cazado por esa búsqueda permanente de Denis para construir el juego. Ese desfiladero por el que el Celta transitó durante semanas con astucia y descaro. Convencido ya de que los enemigos esperaban allí apostados, Coudet ordenó que la salida se produjese por los laterales. Eso se tradujo en un evidente empeoramiento en la construcción porque ni Brais, ni Nolito entendieron cómo darle continuidad a los ataques. Pero al menos los problemas no venían por ahí. Toda esa idea se fue al garete en el último momento de la primera parte. Ya habían encajado el empate en una defensa “contemplativa”, pero fue mucho más grave la equivocación de Denis Suárez cuando el descanso ya asomaba, que presionado no acertó a entender que iba de cabeza a la emboscada. Y se despeñó en el famoso desfiladero. Pérdida, transición y gol de Canales. Tampoco ayuda la torpeza de los centrales con la pelota, que casi nunca son capaces de saltar la línea de presión.

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El Real Betis - Celta de Vigo, en imágenes LOF / Efe

Emre Mor

El turco recibió ayer una nueva oportunidad después de una ausencia prolongada en el equipo titular. No se le puede reprochar nada. Con diferencia fue el más peligroso del ataque céltico. Las primeras ocasiones viguesas llegaron siempre a partir de sus acciones y el gol es un saque de esquina que lanza de forma notable. Luego fue diluyéndose con el paso de los minutos, pero la mayoría de sus compañeros ya habían salido diluídos al campo. Coudet le retiró en el segundo tiempo,seguramente porque ya no era capaz de darle más trabajo. Emre aún debe entender muchas cosas, pero en el Celta es de los pocos que puede jugar al espacio.

Ausencia de ideas

La segunda parte resultó un ejercicio de impotencia. El Celta no tuvo fútbol, ideas ni ganas. El Betis, bien posicionado para tapar la salida viguesa, se limitó a esperar a un equipo que no encontró solución. Y tampoco transmitió la sensación de buscarla con pasión. Fue un fracaso colectivo, táctico e individual de los futbolistas. Denis, Brais, Nolito...se perdieron en tierra de nadie. Hubo que esperar más de media hora hasta que uno de ellos encontró un pase con intención. Joel Robles pasó el partido tranquilo y solo Baeza le exigió. Escaso bagaje ante el equipo con la peor defensa de Primera.

Plantilla

Indudablemente Coudet no puede inventarse jugadores ni encontrar lo que no hay en la plantilla. Beltrán y Baeza fueron sus recursos en el banquillo. La plantilla sangra por su escasez de efectivos. Pero de todos modos, en un día como el de ayer cuesta entender que Alfon no haya tenido unos minutillos. Es el diferente, el que lleva semanas iluminado...el único que tal vez podría haber sacado al Celta de ese atasco mental en el que está instalado.