Año viejo, vida nueva para el Celta. El equipo del 'Chacho' Coudet pone la guinda a su diciembre mágico con una victoria sobre el Huesca y acaba este complicadísimo 2020 rozando los puestos europeos, una quimera cuando aquel 29 de noviembre el argentino se sentó en el banquillo como último clasificado en el partido contra el Granada. Eso sí, los locales sufrieron hasta la agonía contra el farolillo rojo, al que ahora dejan a 11 puntos. Un aviso de que hay motivos para ver hacia 2021 con optimismo, pero también con la cautela propia de un grupo que hace unas pocas semanas parecía ir sin rumbo.

Es el Huesca un equipo valiente, con mucha más audacia y juego que otros que tiene por encima en la clasificación. Al Celta le planteó un duelo de tú a tú, con presión altísima por ambas partes. El libreto de Míchel y el de Coudet no difieren gran cosa, aunque el del argentino incluye un matiz: el uso de la falta como arma: 19 faltas hicieron los locales por ocho los visitantes. Y luego está la calidad individual, claro. En el once vigués juega Iago Aspas, y eso es un factor diferencial. Sumó el de Moaña una nueva asistencia a Nolito y otro tanto, que le sitúa en la cima de la tabla de los máximos goleadores.

El partido comenzó con ritmo frenético, con los dos conjuntos intentando cegar la salida de balón del rival. El Celta, cada vez que conseguía saltar esa línea de presión, encontraba espacios para generar fútbol. En una de esas, Iago Aspas cabalgó 40 metros para luego filtrar con sutileza para Nolito, que no logró conectar cuando parecía lo más sencillo. El sanluqueño monopolizó los remates celestes: no pudo precisar con la cabeza un centro de Olaza ni esquinar un tiro desde el balcón del área. A la cuarta, embocó. Fue en una jugada que nació de la presión de los de Coudet. Denis Suárez, cada vez más voraz en el robo y más asentado en el doble pivote, recuperó un balón y se lo dio a Aspas, que condujo y la soltó en el momento preciso para que su socio solo tuviese que acomodarla a puerta vacía.

El gol le sentó bien a los locales, que pasaron a controlar con más claridad el choque. Esa tendencia se acentuó tras el descanso, cuando parecía cuestión de tiempo y de acierto en los últimos metros que llegase el segundo. Al final ocurrió en otra transición rápida; un robo en mediocampo cayó a pies de Nolito, que se encontró con una padrera a la espalda de los dos centrales. Hacia allí envío su pase a Aspas, que lo recogió tras un desvío del defensa, debeló a Álvaro Fernández con un regate marca de la casa y la mandó a la red.

Todo parecía indicar que la última media hora sería para uso y disfrute del Celta. Nada más lejos. Tuvo varias opciones para enterrar al rival, pero el carrusel de cambios de Coudet --dio descanso a Aspas, Denis, Tapia y Nolito-- acabó por desconcertar al equipo. Eso y que los visitantes nunca se rindieron y Míchel sí acertó con las modificaciones. Seoane avisó con una jugada de calidad que culminó con un tiro cruzado al palo. En el 84 precisó más y batió a Rubén con un tiro cruzado. Quedaban seis minutos, que fueron 12 con el descuento, y los de Coudet eran un manojo de nervios. Varias veces pudieron matar el partido, las más clara de Okay, pero fueron incapaces de defenderse con el balón. Ahí emergió Rubén, que sacó casi de dentro una falta botada con malísima intención por Sergio Gómez y alguna ocasión más.

Pitó el final, con suspense, el árbitro tras el último córner del Huesca y el Celta respiró hondo. El equipo se va de Nochevieja en una posición imposible de imaginar cuando no solo el viernes era negro. Pero LaLiga del COVID no da tregua y el sábado toca visitar el Bernabéu. Comienza ahí un enero que servirá para calibrar si el milagroso diciembre tiene continuidad, si tocará mirar hacia arriba o hacia abajo, y si la Copa dará algún trago de alegría.

Encuesta | ¿Quién ha sido el mejor jugador del Celta en la victoria contra el Huesca?

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