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El Celta compite, entrena y se entretiene

Coudet exprime al máximo todas las posibilidades que le ofreció la eliminatoria con el galante Llanera

Fran Beltrán ejecuta un saque de esquina en la primera mitad. LOF

El Celta ha sabido rentabilizar la amabilidad del sorteo copero. Le favoreció la escasa entidad del Llanera, que se comportó además como un adversario tan esforzado como galante, sin púas. Y le allanó el pase la obligación de disputar el choque en la pradera amplia del Carlos Tartiere, fea a la vista pero regular al tacto. Incluso así podría haberse complicado la escuadra celeste la noche, como le ha sucedido otras veces en época reciente igual que esta misma semana a otros. Tardó un poco en carburar, maduró la victoria con tiento y apenas consintió a los locales el ensueño de tres aproximaciones. El Celta supo cambiar el ritmo cuando convino. A diferencia de lo que se estila en estas ocasiones, acabó en crecimiento, incrementando el ritmo. En Oviedo compitió, se entrenó y se entretuvo. Otro capítulo en su crecimiento que, si se mantiene en la Liga, le concederá margen para aplicarse en la Copa, que es el territorio de sus ambiciones.

Los gritos del Chacho

El Chacho Coudet no calla. Ni en la banda ni con sus decisiones. El vacío de los estadios permite disfrutar de sus instrucciones igual que constataba los silencios de Óscar. Ningún carácter garantiza el éxito o propicia el fracaso. Pero en estos escenarios y en estas circunstancias el Chacho contagia energía igual que Óscar acompañaba a la pesadumbre de la escuadra.

Aspas, en cancha

La estrechez de la plantilla céltica, que el exilio interior de David Costas y Jorge Sáez incrementa, no explica totalmente las decisiones del Chacho, que no concedió descanso total a ninguna de sus piezas más importantes. La entrada de Aspas en cancha, con la eliminatoria ya resuelta, resulta elocuente. El entrenador utilizó el partido de diferentes formas: para reforzar la confianza, ejercitar rutinas, distribuir el gasto y mantener a todos sus futbolistas en tensión. El Chacho no se relaja ni permitirá relajos, parece haber aclarado en el día de ayer, que quizá alguno esperaba de asueto. Acompañado por las victorias, en una asociación que se retroalimenta, todos los jugadores respondieron ayer entre lo decente y lo notable a sus estímulos.

  • La diversión con Coudet no se detiene
    El Celta golea al modesto Llanera en otra actuación sin fisuras y en el que intervinieron en algún momento casi todos sus jugadores más importantes | Nolito anotó dos, por uno de Emre Mor, que reaparecía, Lautaro y Mallo

Con cara de capitán

Mucho del despertar se puede condensar en Brais, tantas veces acusado de laxitud. En parte porque se confunde lo que transmite su elegancia y en parte por la incomodidad de su desubicación o la amargura colectiva. Brais ha reiniciado su crecimiento. Se siente importante. Se atreve. Vuelve a ser una presencia en el área contraria. Y hasta portó el brazalete de capitán con cara de capitán.

El primer reto

En algún momento habrá una crisis que examine los métodos del Chacho. A esta reacción idílica le llegarán las dificultades. Entre tanto, el argentino va modelando la escuadra a su gusto y ensayando alternativas tácticas que los partidos y las lesiones le puedan demandar. El reto inmediato es cubrir la ausencia de Mina. Lautaro se ofrece como sustituto natural. Coudet puede además mantener el dibujo pero cambiando las características de su delantera o reorganizar el esqueleto de la escuadra. Ante el sólido Alavés tiene una de esas decisiones que retratan a un entrenador.

Ganar como costumbre

A ganar también se aprende desde la costumbre; desde la sensación, cuando accedes al césped, de que es el resultado probable que lograrás con el trabajo que vas a desarrollar. El Celta ha encadenado más de dos temporadas en las que no existía esa sensación, que sí se palpó ayer como ante el Cádiz.

El Celta ha encadenado más de dos temporadas en las que no existía esa sensación, que sí se palpó ayer como ante el Cádiz

Y es una convicción que agradece especialmente una escuadra construida para crear juego y jugadores que necesitan confianza para adoptar decisiones arriesgadas. “Para jugar bien al fútbol hay que tener huevos. Huevos no es tirarse a los pies, huevos es jugar bien a la pelota”, afirmó Coudet en sus tiempos de Racing, en una declaración que recorre las redes como expresión de su ideario. No tanto en la gastada metáfora testicular, sino en su precisa concepción de qué tipo de valentía reclama a sus jugadores. Algunos ya lo han dicho: Coudet cree en ellos, en que disponen de los argumentos necesarios para desarrollar ese juego atrevido, y se lo están agradeciendo.

“Para jugar bien al fútbol hay que tener huevos. Huevos no es tirarse a los pies, huevos es jugar bien a la pelota”

Eduardo Coudet - Entrenador del Celta

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Semanas cruciales

El pasado reciente aún pesa demasiado como para desatar el optimismo. El Celta se ofrece al diagnóstico como esos huesos rotos en las radiografías, cuando ya han empezado a soldar pero aún no se sabe si con la fuerza suficiente. Casi todos los jugadores parecían peores de lo que eran. Coudet ha conseguido que ya parezcan lo que son. Si logra que parezcan mejores, trascendiendo la suma de sus individualidades, firmarán una campaña satisfactoria. Pero mucho de eso se resolverá en las tres próximas citas –Alavés, Getafe, Huesca–, que pueden asentar al equipo en la zona tranquila o devolverlo a las angustias. Citas a las que acude más debilitado de lo que debiera por una sola baja, la de Mina. Porque la gestión del club no había sido un desastre, pero la planificación sigue teniendo huecos que Coudet quiere reparar con masilla.

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