Eduardo, el Chacho, Coudet ha dado la vuelta al Celta como un calcetín. El inseguro equipo que el técnico argentino heredó de Óscar García Junyent se ha convertido en solo cuatro partidos en uno de los conjuntos más sólidos y que mejor fútbol practican en LaLiga. Los números así lo atestiguan: el Celta es el mejor equipo del campeonato en las últimas cuatro jornadas, justamente desde que el preparador argentino se hizo cargo del banquillo de Balaídos.

Con el Chacho al frente, el cuadro celeste ha sumado 9 puntos de 12 posibles, una cifra que solo igualan el Sevilla y el Atlético de Madrid, aunque con peor diferencial de goles. En este tramo, por ejemplo, el Real Madrid ha sumado 7 puntos y el Barcelona y la Real Sociedad 6.

El equipo vigués es también el que más goles ha marcado del campeonato en este segmento de competición (11) y figura entre los que menos ha recibido, pero sobre todo ha ofrecido un nivel de juego y una solidez desconocida esta temporada. En apenas cuatro jornadas, Eduardo Coudet ha logrado 2 puntos más que los que su predecesor, Óscar García consiguió en las nueve anteriores. Y en este periodo casi dobla en goles a los que el equipo había marcado con su antecesor (11 por 6).

Pero no solo las prestaciones ofensivas han crecido de forma exponencial de la mano de Coudet. El Celta es también en un equipo mucho más solvente de lo que era en defensa. El equipo vigués ha conseguido dejar su portería a cero la mitad de los partidos que ha jugado con el argentino (2 de 4), mientras que con Óscar solo logró que el portero no sacase de centro en una ocasión, justamente en el primero de los nueve partidos que dirigió el sabadellense este curso.

Uno de los síntomas más notables de la transformación experimentada por el Celta es que el equipo ha conseguido liberarse de la dependencia goleadora de Iago Aspas. El liderazgo del moañés no ha cambiado, pero sí su papel en el equipo. El nuevo esquema y el estilo de juego mucho más agresivo que ha impuesto Coudet permite al delantero celeste explotar al máximo su talento y multiplicar al mismo tiempo las prestaciones goleadoras de sus compañeros de equipo. Nolito, Beltrán, Baeza, Mallo y Brais Méndez, se han sumado al carro del gol, que ha dejado de ser patrimonio exclusivo del moañés.

Otro de los cambios que se aprecian a primera vista es que el Celta presenta ahora una idea y un dibujo claramente reconocible con el que los jugadores (titulares o suplentes) se sienten plenamente identificados, en contraposición con el constante vaivén de piezas y sistemas que presidió la etapa de Óscar.