El 'Chacho' Coudet parece haber promulgado una nueva ley para su Celta, que revierte los términos de la de Murphy: todo lo que puede salir bien, sale mejor. El equipo vigués, un vendaval de contudencia, aplastó al Cádiz con cuatro goles en sus primeras ocasiones claras; su rival marró otras tantas en el primer tiempo. La ventaja pudo estirarse hasta el escándalo en la segunda mitad, pero el marcador se quedó congelado en ese 4 a 0. La victoria empuja al cuadro olívico a la zona templada de la clasificación; se queda noveno tras subir siete puestos de golpe. Al margen de la anécdota, el dato indica que LaLiga está mucho más igualada que en ediciones anteriores. También sirve como aviso: tres victorias consecutivas, un hito que no se conseguía desde la temporada de Unzué, han bastado para acechar los puestos europeos, una pequeña racha de malos resultados también puede devolver al conjunto al fondo de la tabla.

En todo caso, la dinámica, el estado de ánimo, los intangibles del fútbol, han cambiado de bando y ahora visten la zamarra celeste. Conducidos por un Iago Aspas descomunal, constructor de juego y finalizador al tiempo, los jugadores, asentados en una alineación casi calcada desde el último partido de Óscar García, empiezan a parecerse a aquello que el celtismo soñó con la operación retorno. Todo parece encajar. Con el Cádiz, una roca contra la que se estrellaron Madrid y Barcelona, bastaron un puñado de minutos para que el de Moaña tejiese con su mejor socio, Nolito, una jugada de billar al primer toque que acabó con un putt a la red del sanluqueño.

Los visitantes no se arredraron y buscaron el empate con un zurdazo que Rubén sacó de la escuadra. En un balón parado subsiguiente, Negredo mandó al palo un cabezazo inapelable. Pero con la ley de Coudet sobre la mesa, eso no es problema. Hace unas semanas el equipo se habría derrumbado, esta noche se respuso y siguió a lo suyo. Aspas sacó un pase medido al espacio para la carrera de Santi Mina. El canterano dribló a Ledesma, que solo pudo derribarlo para evitar el gol. El 10 aseguró el golpeó, puso tierra de por medio y se situó en la cabeza de máximos goleadores de la categoría. Como toda norma tiene su excepción, una mala noticia: Mina se lesionó en el jugada y parece que tendrá para varias semanas. Y aún así, hasta de la desgracia brotan flores en este Celta; Beltrán, al poco de sustituir al delantero, colocó el tercero con un potente chut desde fuera del área, tras dejada, de quién si no, del mejor delantero de España y, tal vez, el futbolista más en forma de LaLiga. Solo unos minutos después, Denis Suárez puso un balón en la zona de máximo peligro entre el portero y el central y por allí apareció Brais, que adelantó la cabeza a la manopla del portero. El de Mos acabó dolorido, pero el balón se fue a la red. Cuando se pudo reponer, dedicó el tanto a Xián, un vigués fallecido recientemente tras una larga lucha contra una enfermedad rara.

La segunda parte no tuvo gran historia. Iago Aspas se gustó, disfrutó jugando a la pelota con sus compañeros y buscó redondear sus números.Trazó una vaselina de fantasía con la derecha tras una galopada desde el mediocampo; envió al palo un mano a mano; minutos después no falló pero había partido en fuera de juego. También Olaza y Baeza anotaron en posición incorrecta. El celtismo acabó la semana con la sonrisa en la boca tras la victoria del filial en Riazor y ha empezado la semana de igual manera. Siguiente parada: el debut en Copa del Rey el jueves.