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Ser o no ser

Óscar García pone fin a un año en Vigo de un proyecto con indecisiones y dudas

Óscar García observa el balón, en un entrenamiento. FDV

El pasado 4 de noviembre se cumplía un año de la llegada de Óscar García Junyent al Celta, del que ayer se despidió después de dirigirlo en 35 partidos de LaLiga con un balance de 6 victorias, 17 empates y 12 derrotas. El catalán logró el objetivo de la permanencia el curso pasado, después de una trayectoria de continuos altibajos y sin un patrón de juego estable y reconocible. De indecisiones y dudas. Tras un comienzo prometedor en ésta, las siete jornadas consecutivas sin ganar le han llevado al despido pese al apoyo mostrado en los últimos días por jugadores como Aspas y Santi Mina. El moañés, ahora capitán, reconoció la responsabilidad de la plantilla en esta nueva crisis, que se ha llevado por delante a cuatro entrenadores en dos años. Ser o no ser.

El técnico de Sabadell se estrenó en el banquillo céltico ante el Barcelona, donde se formó como futbolista y donde conoció a un Johan Cruyff con quien daría sus primeros pasos como entrenador. Ese día, el nuevo técnico del Celta mostraría que su plan de juego sería otro diferente al esperado en un principio teniendo en cuenta las enseñanzas del holandés y de la escuela azulgrana de la que procedía. Presentó un once con tres centrales y dos carrileros. Entonces le faltaban defensas y le sobraban delanteros. En el último partido con el Celta, ante el Elche, le faltaron delanteros y le sobraron defensas, pero ya era tarde. El club había tomado la decisión de relevarlo del banquillo.

La indefinición sobre el sistema a emplear se trasladó también al césped, donde el Celta casi siempre jugó en función de las características del rival, sin intentar mostrar un sello propio. Pese a realizar un juego con unos resultados irregulares, el equipo vigués logró evitar el descenso en el último minuto del pasado curso. Evitó la destitución. Semanas antes de concluir la temporada y por imperativos legales, el club renovó el contrato de Óscar García por dos años.

Para la nueva etapa, el técnico reclamaría unos refuerzos que no llegarían y se quejó de ello públicamente. El club lo justificó con la imposibilidad de superar el límite salarial de la plantilla impuesto por LaLiga. Pero las críticas de García Junyent no acabarían ahí. Cuestionó la valía del canterano Iván Villar, sin experiencia para defender la portería del equipo en la máxima categoría mientras los dos titulares permanecían de baja por lesión.

Dudas sobre la plantilla

Las buenas actuaciones del cangués le quitarían la razón al entrenador, que tampoco supo gestionar el compromiso de Emre Mor con el equipo tras varias cesiones. En una rueda de prensa, el sabadellense soltó que no había encontrado a nadie que le hubiese hablado bien del atacante turcodanés, que fue desapareciendo del equipo pese a su buena puesta en escena en Eibar. Jugadores como Néstor Araújo, Okay Yokuslu o Brais Méndez también fueron perdiendo protagonismo mientras el equipo acentuaba sus problemas para sumar puntos.

Ante la falta de refuerzos, Óscar García decidió dar más oportunidades a jóvenes canteranos. Hizo debutar en Primera División a cuatro de ellos: José Fontán, Sergio Carreira, Gabri Veiga y Miguel Rodríguez, aunque solo los dos primeros tuvieron continuidad en el once.

El equipo iba de más a menos en la competición doméstica mientras su entrenador acentuaba su apuesta por planteamientos tácticos menos ambiciosos de lo esperado y casi siempre pensando en las características del rival.

En medio de los malos resultados, Óscar García decidió retirarle la capitanía a Hugo Mallo por una supuesta indisciplina del lateral de Marín. Le dio el brazalete a Iago Aspas y realzó el liderazgo en el grupo de un recién llegado como Renato Tapia y de Jeison Murillo, que está cedido por la Sampdoria.

Además de destacar la admiración por Aspas, el técnico catalán realzó la apuesta económica del presidente Carlos Mouriño. Incluso declaró sus deseos de llegar como técnico del Celta hasta 2023, fecha del centenario de la entidad.

Sentenciado

Ante el Elche, Óscar García afrontó el viernes pasado su último partido con el Celta. Para ese compromiso, apostó por recuperar un dibujo táctico más ofensivo y acorde con el potencial de los centrocampistas y atacantes célticos, el que se esperaba de un discípulo de Cruyff. El empate en el Martínez Valero no evitó su destitución, que se conoció en la mañana de ayer, antes de que comenzara una nueva semana de trabajo en A Madroa. Allí se despidió de sus jugadores entre aplausos.

García Junyent abandona el Celta después de conseguir 35 de los 105 puntos que su equipo disputó en el campeonato. Este curso, el Celta figura como el peor equipo en las áreas de LaLiga: el más goleado (15 tantos en contra) y el peor rematador (6 goles a favor).

En ese año escaso en Vigo, el entrenador catalán logró el objetivo de salvar al equipo del descenso, pues se hizo cargo del mismo en la decimotercera jornada del pasado curso, cuando era decimoctavo, a dos puntos de la zona de permanencia. Para ello, el club puso a su disposición a partir de febrero tres nuevas piezas: Murillo, Smolov y Bradaric. El Celta, sin embargo, se salvó en el último minuto tras una horrible recta final de campeonato.

Tercer año consecutivo sin un plan estable

Dieciséis entrenadores han pasado por el Celta desde que Carlos Mouriño se hizo cargo del club en la primavera de 2006. Eso supone más de un técnico por temporada. Tras el regreso a Primera División, en 2012, el equipo empezó a encontrar la estabilidad deportiva con la llegada de Luis Enrique Martínez, pero el asturiano dejó Vigo para hacerse cargo del Barcelona. Eduardo Berizzo fue el recambio y el argentino triunfó en los tres años que duró su etapa. No hubo renovación, como tampoco un año después cuando Juan Carlos Unzué cerró un buen año. Después del navarro, el Celta entró en un torbellino: Mohamed, Cardoso y Escribá pasaron durante el curso 2018-19. El valencino duró poco en el siguiente curso. Le reemplazó Óscar García, que permaneció un año en cargo.

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