Dolor y placer suelen enredarse en una urdimbre de causas y consecuencias. El Celta camina como un equilibrista entre sus dos pulsiones. El anterior desembarco masivo de canteranos en el primer equipo se produjo en las honduras de Segunda División; el actual, anticipando el sufrimiento que el escaso mercado promueve. Pero ni siquiera la ausencia de refuerzos agota las razones. Óscar García, como antes Eusebio, hijos de la misma filosofía, apuesta por ellos. Los chavales se lo justifican. Para el Celta, en este 2020 tan descuadrado, florece en otoño.

Sergio Carreira se convirtió ayer en la cuarta hechura de A Madroa que debuta en Primera esta temporada. El vigués, a sus 20 años recién cumplidos, prolonga la secuencia iniciada por Fontán (20), Miguel Rodríguez (17) y Gabri Veiga (18). Fontán acompañó a Carreira en la alineación titular; los otros dos saltaron a la cancha en la recta final. Este Celta católico asegura angustia inmediata y promete felicidad futura. Al final de este valle de lágrimas aguardan las tierras de leche y miel.

Óscar acomodó a Carreira como carrilero diestro y a Fontán como central zurdo en su defensa de cinco. Clausurado el mercado, ya no se puede interpretar ninguna intención oculta o mensaje indirecto en su titularidad. Óscar los escogió porque los consideró más adecuados que a otros compañeros. Igual que gastó sus balas con Miguel Rodríguez y Gabri Veiga antes que con otros jugadores supuestamente más cuajados.

Miguel y Veiga apenas tuvieron tiempo de impactar en el partido. Sí los titulares. Carreira, como su apellido anuncia, aprovechó que tenía las espaldas guardadas por Araújo para proyectarse con frecuencia en ataque y envió un disparo al palo. En tanto ida y vuelta agotó su musculatura y fue sustituido después de pasarse varios minutos realizando estiramientos. Fontán aguantó en defensa a quien cayó por su zona y en la creación exhibió aquello de lo que Óscar había hablado cuando lo escogió como carrilero izquierdo ante el Barcelona: una zurda precisa, poco amiga de la circulación horizontal, capaz de quebrar las primeras líneas rivales de presión. Incluso flirteó con el gol en las acciones a balón parado.

El entrenador de Osasuna, Jagoba Arrasate, reflexionaba sobre la inconveniencia de hacer debutar a jóvenes que no estén preparados o no tengan la calidad necesaria. Ese breve fulgor puede confundirlos y destrozarles la vida. La duda que late con estos cuatro canteranos es si han llegado para ir cuajando o si solo están engordando estadísticas y aliviando las penas de la afición. A ninguno se le puede reprochar timidez en la puesta en escena. Ellos parecen tener clara la respuesta.