El único dato positivo que ha dejado la 37ª jornada es un descenso del Mallorca que aclara las cuentas del Celta. Ya no caben más cálculos ni especulaciones. Solo la victoria asegura la permanencia en Cornellá. Cualquier otro resultado implica la necesidad de que el Leganés no gane al Real Madrid. El vestuario intenta sacudirse la pesadumbre y enviar un mensaje de esperanza a un celtismo igualmente abatido. Las encuestas de las redes sociales apuntan a un bajísimo nivel de confianza en la salvación. "En las buenas y en las malas... No queda otra que estar juntos y remar todos en la misma dirección el domingo", escribe Iago Aspas.

La derrota ante el Levante ha supuesto un trauma en cierta medida. Ahonda en la sucesión de oportunidades perdidas. El Celta ha encadenado seis jornadas sin ganar -tres empates, tres derrotas-. Ha dilapidado una renta que llegó a ser de ocho puntos sobre la frontera del descenso, que en la 32ª jornada marcaba el Mallorca. El Leganés estaba entonces a nueve puntos, pero los de Aguirre no se han rendido. Han sumado diez de los últimos doce posibles. El Celta, dos en esa misma secuencia.

Así que la ventaja psicológica pertenece al Leganés, resucitado contra pronóstico, envuelto en la épica de haber perdido a sus dos mejores delanteros. Es el Celta el que viajó a Palma el 30 de junio con el reto de anticipar su salvación y hoy se ve abocado a una resolución dramática en la última jornada. La apretura del calendario obliga a acelerar los pasos en la curación de ese trauma; a asimilar la situación tal cual se presenta, con la ventaja que la clasificación todavía ofrece.

A esa necesidad de recuperarse anímicamente para prepararse futbolísticamente obedece el mensaje de Aspas y también la visita presidencial. Carlos Mouriño estuvo acompañado por su director general, Antonio Chaves. Los dirigentes célticos han querido transmitir su apoyo a un vestuario que se juega mucho. Porque no existe sensación de fin de ciclo, sino de encrucijada: salvar una temporada que se ha torcido para construir sobre ella un proyecto que rentabilice adecuadamente el talento de la Operación Retorno o afrontar una reconversión en Segunda muy compleja a causa de salarios, cachés y perspectivas futbolísticas. Todo se resolverá a partir de las 21.00 horas de mañana.

Óscar García y los demás componentes del cuerpo técnico también se reunieron con la plantilla para analizar lo sucedido ante el Levante, aunque en realidad se repite en gran medida lo que ya pasó ante Osasuna o Betis. Más allá de arengas y propósitos de enmienda, a Óscar se le plantea una dura filigrana. Porque el Celta acudirá a su juicio final privado de varios de sus jugadores principales.

Juncá, Sergio Álvarez, Denis Suárez y Rubén Blanco han quedado fuera de la ecuación hace tiempo. Pero el partido contra el Levante ha dejado secuelas que exceden el marcador. El Comité de Competición ha confirmado las sanciones de Nolito, que fue expulsado por doble amonestación, y Rafinha, que vio la quinta tarjeta amarilla. En el parte médico se aclara además que Smolov, excluido de las dos últimas convocatorias desde que sufriese molestias en el calentamiento de Pamplona, sufre una pubalgia y Aidoo tiene una elongación en el aductor derecho. Su concurso, en manos de la infiltración, parece improbable. Al menos los problemas de Murillo parecen solo una sobrecarga y Araújo trabajó ayer en el gimnasio, más recuperado del golpe en la cabeza que lo dejó mareado ante el Levante. Óscar tiene que armar un equipo que recupere la consistencia que tanto costó lograr -ha encajado trece goles en los últimos seis partidos después de haber encajado uno en los siete anteriores-, pero que a la vez sea capaz de lograr como mínimo el tanto que lo libere del transistor.