El Espanyol está firmando un desenlace de temporada para olvidar, ya que además de firmar el descenso matemático a Segunda División ha sumado ocho derrotas consecutivas contra Levante, Betis, Real Madrid, Real Sociedad, Leganés, Barcelona, Eibar y Valencia que encienden el malestar de la afición. Esa mala racha es una de las bazas a las que se aferra el Celta para mantener la fe en la salvación; ha depositado su esperanza en que los males del último adversario sean superiores a los suyos propios.

La imagen del cuadro blanquiazul está por los suelos. Los futbolistas se han mostrado lejos de la mejor versión que han mostrado en pequeños tramos de la competición. A falta de una jornada para finalizar el torneo, frente al Celta en el RCDE Stadium, los periquitos piensan únicamente en pasar página. A muchos de ellos les aguarda un largo e incierto mercado, en el que intentarán buscar salida, lo que debería ser probable por caché pero en un contexto de crisis general debido a la pandemia que limitará mucho las operaciones. Los que se queden afrontan una difícil reconversión. La ayuda al descenso permitirá al Espanyol partir como uno de los favoritos al ascenso la próxima temporada, pero en circunstancias que el club no había experimentado desde hace 26 años, cuando se produjo el último regreso a Primera División. Certificaron aquel ascenso en abril, con Camacho en el banquillo y un 4-0 al Cádiz anotado por Lardín con un doblete, Korneiev y Fonseca. Una generación completa de pericos no había catado la Segunda División. Un aspecto que no resulta menor en un club que se nutre en gran medida de sus categorías inferiores.

Rufete, cuestionado

El terremoto, por lo se intuye tras estas semanas dramáticas, no acabará cuando el árbitro pite el final del último partido de la 2019-20. Los resultados y la imagen del equipo han incrementado las dudas sobre los cimientos del proyecto: desde el vestuario hasta los despachos.

En este sentido, la figura del actual entrenador, y también director deportivo, Francisco Joaquín Pérez Rufete, está muy tocada. El preparador blanquiazul es consciente de que asumir el cargo de técnico tras el cese de Abelardo Fernández puede quemar su crédito, pero insiste en que se limita a dar la cara por el club. Inevitablemente haber gestionado la agonía final está incrementando el desgaste del ejecutivo.

El Espanyol, desde los despachos, trabaja desde hace semanas en construir un proyecto sólido y de garantías para la siguiente temporada. Volver a la máxima categoría es el objetivo irrenunciable para un equipo que tendrá el presupuesto más grande de Segunda división.

Rufete afirmó recientemente que después del partido contra el Celta, los cambios de cara al curso 2020-21 se comunicarán de forma rápida. El presidente Chen Yansheng está al tanto de todos los movimientos y tendrá la última palabra en la toma de decisiones, tanto en el ámbito deportivo e institucional.

De todos modos, el principal reto del Espanyol, a la vista de los últimos resultados y del culebrón de cambio de técnicos -hasta cuatro en una temporada-, es recuperar el crédito perdido. Ganar al Celta este domingo en el RCDE Stadium podría suponer el primer paso para lograrlo, aunque paradójicamente podría suponer arrastrar consigo a Segunda División a una entidad capaz de rivalizar en el aspecto económico.