El portero del Celta de Vigo Rubén Blanco sufre una lesión muscular en el recto anterior de su muslo derecho, por lo que si se confirma el diagnóstico inicial se perderá los últimos tres partidos del presente campeonato liguero.

El guardameta gallego se lesionó en el minuto 81 del encuentro que enfrentó anoche a su equipo con el Atlético de Madrid en Balaídos. Durante varios minutos estuvo tendido sobre el césped y, tras dialogar con el médico Juan José García Cota, pidió el cambio al técnico Óscar García Junyent.

El jugador se someterá en las próximas horas a nuevas pruebas médicas para determinar el alcance exacto de la lesión. Su baja se une a la de su compañero Sergio Álvarez, que tuvo que pasar por el quirófano a finales de mayo por una grave lesión de rodilla.

El Celta cuenta ahora mismo con el canterano Iván Villar, que ayer tuvo sus primeros minutos en Liga, y el serbio Dragan Rosic, meta del filial, como únicos porteros disponibles para el choque del sábado contra el Atlético Osasuna.

La lesión de Rubén Blanco aporta ese toque épico que resulta inevitable en el Celta. Iván Villar adoptará el papel que precisamente Blanco desempeñó en la salvación del cuatro por ciento -aunque al menos de momento en circunstancias menos dramáticas-. La dirección deportiva se gastó en Nolito la bala que tenía por la lesión de Sergio; por la excelente ocasión de recuperar al andaluz, pero considerando la fragilidad muscular de Rubén, se supone que también por la confianza tanto en Villar como en Rosic.

De momento Villar podrá rememorar su parada a Lemar hasta el sábado, cada vez que cierre los ojos. Afronta la oportunidad de iniciar la próxima temporada al menos como la primera alternativa a Blanco. Lleva mucho sin jugar y gestionar todo ese caudal de emociones será fundamental.