Ayer se cumplieron siete años del providencial debut de Rubén Blanco con el primer equipo celeste en Pucela. La baja de Sergio, con un hombro lastimado y la posterior lesión en un hombro de Javi Varas, el portero titular, precipitaron con solo 17 años el estreno en Primera División del guardameta mosense, un chico en el que el club ya tenía depositadas muy altas expectativas, pero que repentinamente se convirtió en uno de los héroes de la milagrosa salvación del Celta. Blanco, al que le ha costado casi siete años consolidarse en la portería por culpa de un rosario de lesiones, rememoraba su debut en una antigua entrevista difundida ayer en las redes sociales por el Celta.

"Recuerdo que viajaba con el primer equipo porque estaba lesionado Sergio. Casi al final de la primera parte se lesiona Javi [Varas] y tengo que salir. Me acuerdo que todo fue muy rápido, con nervios de unos y de otros. Por fortuna, salió todo bien y todos los recuerdos que tengo son bonitos", relata el cancerbero, que no fue entonces plenamente consciente de la trascendencia de aquella histórica tarde en el Nuevo Zorrilla. "Quizás no era consciente de lo que nos estábamos jugando porque al final no dejaba de ser un niño. Obviamente, sabía de las trascendencia de los dos partidos que quedaban, pero viéndolo ahora con perspectiva estoy seguro de que no era consciente de la verdadera importancia de lo que nos estábamos jugando", explica.

Rubén señala que desde el primer momento trató de sobrellevar la situación con naturalidad. "Nos pilló a todos un poco por sorpresa, pero recuerdo que traté de llevarlo como una semana normal, yendo a clase y entrenando por las mañanas. Tuve la fortuna de aprender mucho de todos los compañeros que tuve. Era el más joven e intentaba fijarme en Javi y en Sergio. Solo tengo palabras de agradecimiento para ellos", cuenta.