A medida que se acerca el mes de junio, al Celta se le presenta el recurrente dilema de decidir sobre el futuro de Sergio Álvarez. Desde hace ya varias temporadas, el portero de Catoira ha ido ampliando de año en año su contrato y ha sido el último en el orden de prioridades del club a la hora de abordar la negociación sobre su continuidad en el equipo celeste.
La situación de Sergio no ha variado esta temporada. La incertidumbre que rodea a la competición ha contribuido, de hecho, a postergar cualquier decisión en torno al futuro del Gato de Catoira como jugador celeste. Sin fecha de retorno ni garantía de que los partidos puedan reanudarse en verano, como pretende LaLiga, la continuidad del guardameta canterano es ahora mismo la menor de las preocupaciones del club, que ha paralizado todas las operacioines que se proponía a abordar en el tramo final de la temporada hasta que se despejen las numerosas incógnitas que se ciernen sobre el futuro de la competición.
De los futbolistas que concluyen contrato en junio, la negociación con Sergio es la más sencilla de sacar adelante, precisamente por la firme voluntad del portero celeste de proseguir su carrera en el club en el que ha jugado toda su vida. Más que un profesional de la casa al uso, el portero catoirense bien podría definirse como un fanático del Celta, un tipo que lleva el escudo grabado a fuego en el pecho, que aporta tanto desde el campo como desde fuera de él y cuyo liderazgo en el vestuario ha sido crucial para que el equipo haya superado muy difíciles circunstancias en los últimos dos años. Tan singulares cualidades le han valido a Sergio el respeto de los distintos entrenadores que han pasado por el banquillo de Balaídos y le han permitido ganarse a pulso año a año la renovación, pese a las dudas del club.
La apuesta por Rubén Blanco como primer portero y la necesidad de promocionar a Iván Villar han pesado y siguen pesando en su contra. Y la llegada al filial de Dragan Rosic, un joven portero internacional sobre el que el Celta tiene una opción de compra, añade un punto de incertidumbre a su continuidad.
Por estas circunstancias, el Celta no se muestra demasiado proclive a la renovación de Sergio. Claro que tampoco lo era el pasado año y al final acabó renovando. El factor que puede desequilibrar la balanza es el criterio del entrenador.
El pasado año el Celta tampoco era proclive a renovar a Sergio. Fue Fran Escribá, el que recomendó expresamente la renovación de su contrato por el destacado papel que el catoirense jugó en la reactivación anímica del vestuario.
Todo hace indicar que la ampliación contractual del guardameta canterano va a volver a estar condicionada a la decisión del entrenador, que también está en el aire y va a depender, en buena medida, de que el Celta sea capaz de lograr la permanencia, bien porque la competición se da por finalizada, bien porque el campeonato se retoma y el equipo consigue eludir el descenso de categoría.
Lo único claro en este momento es que Sergio va a seguir si el Celta quiere que siga. El catoirense no contempla en este momento vestir ninguna otra camiseta, ni siquiera se ha movido para buscar equipo, a pesar de que es libre para negociar su futuro desde el pasado mes de enero.
A diferencia de otros casos de futbolistas que concluyen su cesión el 30 de junio, cuya continuidad tendrá el Celta que negociar de forma individual -bien llegando a un acuerdo con su club de origen, bien ejecutando opciones de compra-, el club vigués no va toparse con ningún impedimento para extender el contrato de Sergio, si actual temporada se prolonga en el verano.
