El confinamiento por la pandemia del Covid 19 está siendo especialmente duro para los célticos Fedor Smolov, Filip Bradaric y Pione Sisto. A las restricciones de movimiento y las limitaciones para mantener el tono físico en condiciones precarias, suman los tres futbolistas el hecho de verse obligados a vivir la reclusión en soledad en un país extraño, alejados de familiares y amigos.

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Esta difícil circunstancia es especialmente acusada en el caso del delantero ruso y el centrocampista croata, llegados a la ciudad en el mercado de enero, que añaden a la añoranza de sus seres queridos en un momento de zozobra global el problema de vivir confinados en un país extranjero cuyo idioma desconocen.

Smolov, Bradaric y Sisto albergaban las esperanza de poder pasar la cuarentena en sus respectivos países de origen, pero la extensión del estado de alarma prorrogado el pasado viernes por el Gobierno les ha pillado con el pie cambiado. El Celtao.

"La vida se hace dura cuando estás en un país extranjero, sin ninguno de tus amigos ni conocidos y ni siquiera puedes salir", confesó el pasado miércoles Smolov en las redes sociales.

La difícil situación el delantero centro ruso, que reside en un piso en el centro de la ciudad, contrasta por ejemplo con la del colombiano Jeison Murillo, que dispone de casa con jardín y pasa la reclusión en familia. Disponer de un poco de terreno es en estos días un bien preciado, como puede atestiguar el catalán David Juncà, que ha tenido que tirar de imaginación y entrenarse en el garaje de su edificio para cumplir con el plan de preparación individual programado por el club.