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Virus de vestuario

La gripe asiática obligó a suspender el Celta-Osasuna de 1957

Partidos aplazados o disputados a puerta cerrada por culpa del coronavirus. Ha pasado en otras ocasiones debido a enfermedades contagiosas y al menos una vez la emergencia provocó el aplazamiento de un partido del Celta. Sucedió en octubre de 1957, con media plantilla encamada antes de medirse a Osasuna.

El virus de la influenza A H2N2 recorrió el planeta desde 1957, etiquetado como "gripe asiática" porque los primeros casos se habían producido en febrero en Singapur. Su balance, cuando en 1958 se diese por concluida la pandemia, superaría el millón de muertos.

En España prendió con fuerza en otoño de 1957. La "enfermedad de moda" era la referencia al uso. El fútbol no permaneció ajeno. Recuerda Moncho Padrón, portero céltico en esa etapa, que a la fragilidad causada en las filas canarias por la gripe se atribuyó el 1-6 logrado el 6 de octubre en Las Palmas. El Celta empataría con el Atlético en Balaídos (2-2) a la semana siguiente antes de partir hacia Zaragoza.

Aquel desplazamiento, de días como casi todos en la época, comenzó con una bujía rota. El rival maño esperaba maltrecho. Su entrenador, Quincoces, había tenido que guardar reposo. Manolín y Wilson sufrían calentura. Quincoces amplió la convocatoria por si alguno más caía. En el tejemaneje del juego los locales ejercieron de transmisores.

A Padrón le sentó mal la cena del sábado y causó baja en el encuentro dominical. El Celta empató 2-2 gracias a un sólido despliegue defensivo. El virus ya anidaba en el autobús celeste, que llegó a Vigo el martes al mediodía. Manolín, no el zaragocista sino el otro portero céltico, y Gausí descendieron por las escalerillas con síntomas gripales. Braga llevaba varios días con fiebre.

Pasarón había citado a sus hombres el jueves para retomar los entrenamientos. Diez de ellos se ausentaron o se presentaron abrigados, visiblemente destemplados. El parte público menciona a Moll, Manolín, Villar, Mauro, Azpeitia, Braga, Marín, Gausí, Quinocho y Padrón, aunque éste niega haberse contagiado. Albino, con un brazo fracturado, y Cortizo, con una afección hepática, completaban un cuadro desolador. El propio Pasarín, el chófer Cameselle y el masajista Santomé habían enfermado. A Piñeiro y Seoane los acabarían distinguiendo como los únicos inmunes, según lo cosechado en las hemerotecas por la cuenta de Twitter @AfoutezaRCCelta.@AfoutezaRCCelta

El club solicitó inmediamente el aplazamiento del siguiente partido, contra Osasuna, remitiendo los informes médicos a través de la Federación Gallega. Para acelerar los trámites, también notificó la situación directamente a la España mediante telegrama y envió otro a Osasuna para que su plantilla no iniciase el viaje a Vigo. La suspensión se hizo oficial al día siguiente. No fue el único encuentro en Galicia torpedeado por la gripe en aquellos días. Orense-Arosa, Ferrol-Avilés y Fabril-Lemos también se aplazaron.

"La gripe se trataba metiéndote en cama, tomando las pastillas que nos daba Santomé y a base de carajillos con huevo y coñac, que era lo que nos aconsejaba Pasarín", relata Padrón. El equipo podría retomar su ritmo habitual a la semana siguiente, con viaje a Granada. El Celta-Osasuna se disputaría el 19 de diciembre, con victoria viguesa por 2-0.

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