Punto sufrido el que se lleva el Celta del Nuevo Los Cármenes. Ambos equipos plantearon un combate de desgaste, en el que se peleaba por cada palmo de terreno y en el que superar la trinchera rival se convirtió en misión casi imposible. Ni los vigueses ni el Granada, que esta semana tiene una cita con la historia, tuvieron demasiadas opciones de romper las tablas, así que el 0 a 0 era el resultado más lógico. A veces, en el fútbol pasa lo que se supone que tiene que pasar.

El grupo conducido por el vigués Diego Martínez volvió a demostrar por qué es la revelación del campeonato. Es un equipo disciplinado hasta lo obsesivo, que no concede al contrario ni las migajas. Cada repliegue de los andaluces es una oda al esfuerzo y al rigor táctico. La única manera de contrarrestar semejante derroche es mediante la genialidad y/o el igualar en intensidad. Los chicos más dotados de Óscar García no tuvieron su día dulce, pero en lo segundo todos cumplieron.

El Celta manejó más el balón durante la mayoría de fases, pero superar líneas de presión era un suplicio que requería de acciones técnicas de gran mérito. Y cuando se conseguía, como si alguien estuviese practicando magia negra desde el banquillo, volvían a aparecer formados los granadinos.

Durante la primera parte, los vigueses tuvieron en un par de acciones de Iago Aspas sus jugadas más peligrosas: una internada hasta línea de fondo con un centro que no encontró rematador y una conducción hacia dentro que culminó con un disparo alto. No fue el día del genio de Moaña, impreciso en varias acciones. Además, recibió una amarilla que le dejará en casa en el partido contra el Getafe. Del Granada solo hubo notician en ataque al borde del descanso, con un remate de Soldado que desvió a córner Hugo Mallo. El saque de esquina ya no se botó.

A la vuelta de los vestuarios, el partido amagó con partirse. Aparecieron espacios hasta el momento cegados. En esas llegó la más clara del Celta, una llegada de Pione Sisto -tampoco estuvo brillante- que tiró en posición un poco forzada contra el Aarón. Pero el momento guerra relámpago fue un espejismo. El choque volvió a la guerra de posiciones hasta que, en los últimos minutos, el público empujó a su equipo, que apretó a los celestes contra su portería. Antonio Puertas tuvo el gol en un remate de cabeza que escupieron los dos palos de Rubén, pero ahí acabó la efervescencia. Los vigueses acabaron en campo contrario, con alguna llegada peligrosa que no supieron concretar.

El punto deja al Celta, que suma su cuarto partido sin perder, un puesto por encima del descenso, a falta de que mañana juegue el Mallorca. Por arriba, la derrota del Valladolid deja a los pucelanos a punto de entrar de lleno en la guerra por salvarse del descenso.