Serán ese ruido distante que los jugadores podrán escuchar desde el césped; una mancha celeste allí en lo alto, quebrando el azul cobalto y blanco del Santiago Bernabéu. Más de 600 seguidores célticos asistirán al partido contra el Real Madrid, conscientes de la dificultad del reto, pero con la ilusión de presenciar una gesta.

El club vigués, a la oferta de entradas para esa zona visitante del Bernabéu por 35 euros, había añadido la posibilidad de viajar gratis en autobús. Una oferta dirigida a sus abonados, cada uno de los cuales podía además aprovecharla para un acompañante. La primera remesa, de 565 entradas, se vendió en pocas horas. Ayer se despacharon otras 125 en un supuesto suspiro, en realidad prolongado por la complejidad de los trámites -como la necesidad de presentar el DNI del acompañante-.

Covadonga González y su hija Carmen Vázquez fueron de las que se quedaron al borde de comprar la entrada en la primera remesa. Decidieron aprovechar esa segunda oportunidad. Estuvieron entre las más madrugadoras. "Desde el club me recomendaron que viniese sobre las siete de la mañana, pero mi hija me dijo que viniésemos antes. A las cinco y media estábamos aquí. Los que vinieron a las siete y medio no creo que cojan", pronostica, observando la cola de reojo. Sobre el madrugón, se consuela: "No hacía frío ninguno, se estaba bien". Covadonga y Carmen ya viajaron a Valencia: "Una pena porque jugamos muy bien.

La abuela de Rubén Domínguez hizo cola desde las cinco. Después Rubén y su amigo David Pérez la sustituyeron. "Fue ella sola. Quiso venir a esa hora. Le hacía ilusión que fuésemos a Madrid", asegura Rubén.

No solo hay celtistas entre los que han adquirido la entrada. Un hombre con chaquetilla del Madrid ronda la cola. Otros confiesan compartir la devoción por ambos equipos: "Pensábamos que no iba a haber tanta gente. Me gusta también el Madrid". Puesto en la disyuntiva de elegir a cuál se prefiere vencedor, se decanta: "El Celta lo necesita más, mejor el Celta".