Los que desconocen el pasado siempre se atreven a decir que el presente, que ellos viven, es mejor. Son unos atrevidos de lo que leen o escuchan de personas que, porque tienen un nombre, se consideran los "listos" del saber. Después de ver, en mi clase ruidosa, el partido del Atlethic-Celta, jugado en el nuevo San Mamés, tengo que decir, una vez más, que los que piensan así no tiene ni base ni fundamento su falsa creencia del saber. Porque el manejar una encantadora pluma no les da fundamento alguno para conocer las cosas que uno ya vivió. Viendo dicho partido no pude dejar de exclamar:¡Quién os ha visto y quién os ve! Los del Athletic, equipo siempre temido por los de antaño, no tenían ni garras ni los temidos dientes de los leones que fueron, pues por no tener, no tenían ni aquellos remates de cabeza a la puerta del contrario. Por eso recordaba no solo los remates del inmortal Zarra o de Venancio, a centros bien medidos de Gainza e Iriondo, sino los remates de Arteche, Marcaida o Arieta a pases de Uribe y de Aguirre. Que comparados con los vistos en el nuevo San Mames, son los remates de cómo se deben hacer en el buen fútbol, y no los torpes y atolondrados, sin ton ni son, de los que llevaron a cabo los jugadores actuales del Athletic.

Y para conocimiento de los "ciegos" que hablan, pero que no vieron que lo de antes era mucho mejor que lo de ahora, les informaré que un remate de cabeza, desde que el fútbol es fútbol, se hace con un giro de cuello en busca del palo largo del portero. Y nunca, tal como sucedió en este partido, rematando de frente pues, si se hace, es un remate torpemente perdido en el aire o en el rebote de un mal portero. Pero si hay una forma de hacerlo mortal de necesidad para un guardameta es "picando" la pelota en el césped. Pero esto, después de lo visto, es una cuestión que está fuera del alcance del saber de los jugadores de hoy, cuyo mejor rematador es por la fuerza y sin razón que emplean en sus puntuales subidas al área cuando su equipo es favorecido por un saque de córner.

Referente a lo que vi del Athletic, temido y añorado en el pasado, hay que sumarle el fútbol clonado que hoy practican todos los equipos, tanto en el terreno de juego como en sus torpes planteamientos, que se hacen de una forma y luego se juegan como diversión para ganar una apuesta. Tal y como hicieron jugadores y el entrenador del Athletic, que solo demostró, ante el otro clonado Celta, las ganas de siempre para solucionar pronto un resultado favorable, sin saber cómo hacerlo, ante un rival que se había postrado como víctima, pero con la ilusión de salvar su honor en un posible desastre. Que si no aconteció en goles no fue por el bien saber de unos y otros, sino por la falta del conocimiento que tienen los jugadores de cómo se debe jugar al fútbol de verdad.

Tanto que nos hacen pensar que la "migaja" sacada por el Celta en San Mamés es un poco de pan para estar preparado en saciar el hambre que se puede padecer en Segunda División. Pues con ese punto, el Celta solo ganó un resultado parcial a un equipo que juega en otra competición. Esa es la triste realidad que se quiere superar con un c4-3-3 para aparentar que se juega al ataque, cuando luego, en el terreno de juego, olvidando las reglas del saber, se lucha como se puede por el triunfo. Pero, insistimos, tenemos que guardar en el "horreo" de nuestra casa el trigo que ganemos fuera, y con un 4-3-3 no vamos a poder impedir abrir los espacios que nos cierra cara al gol el contrario que nos visite en Balaídos. ¿Qué hacer?. Simplemente saber cerrar esos espacios con cinco hombres, dejando que uno de ellos haga los relevos defensivos, cuando dos hombres de medio campo acudan en ayuda del hombre punta. Esto hará que sepamos defendernos del contragolpe del contrario, al mismo tiempo que buscamos el gol con cuatro e incluso cinco atacantes. Lo otro, el querer salir de prisa de la preocupante situación, es papel mojado. Como nos indica Simeone cuando nos dice que él va partido a partido, como lo intenta Aguirre con el Leganés, y como tendremos que ir nosotros de quince en quince minutos para, una vez, cerrarle espacios al contrario cara al gol, y otras rompiéndolos para conseguir hacer entrar el balón en la red contraria.

Además de esto, tendrá que haberun portero que sepa terminar la jugada, quedándose con el balón. Así como que Iago Aspas se ponga, de una vez, el traje de faena y se ponga a trabajar como siempre. Pues el traje que viste ahora le viene muy ancho. Estas son las dos primicias que hay que mejorar, pues las otras ya no dan más de si, como son esos lances alocados del pelear constante por el triunfo. De no ser así, nada se logrará ni con nuevos fichajes, ni con tácticas ya trasnochadas, ni con una ilusión desmedida, y menos con la sapiencia de unos directivos que siguen creyendo que un club se lleva como hace más de setenta años, como ellos llevan al Celta al infierno de la Segunda División.